Benzema, culpable habitual
Nadie representa mejor las continuas crisis del Madrid que ese futbolista que deambula por el c¨¦sped con cara de no me estoy enterando de nada. Hasta que se entera
Son tremendas estas crisis que con frecuencia sufre el Madrid. Duran un partido, m¨¢s o menos. Un empate, fracaso imperdonable en la megal¨®mana acepci¨®n futbol¨ªstica de algunos de sus aficionados, puede servir para que las cornetas del apocalipsis se escuchen, estruendosas, a orillas del Bernab¨¦u. Y qu¨¦ decir si lo que se produce es una derrota. Se abren entonces los cielos y de all¨ª descienden, en tropel, los salvadores de la patria blanca, dispuestos a aplicar soluciones de choque, que van desde prescindir de Zidane (hay quien lo pide, palabra, desde la m¨¢s absoluta sobriedad), a mandar al purgatorio a Keylor y sus santos, pasando siempre, y esto es innegociable, por el exterminio de la llamada BBC.
Nadie representa mejor las continuas crisis del Madrid que Karim Benzema, ese futbolista que deambula por el c¨¦sped con cara de no me estoy enterando de nada. Pero hay ratos en los que s¨ª se entera. Y esos ratos han sacado de m¨¢s de un l¨ªo al equipo. Se podr¨¢ discutir si deber¨ªan producirse con mayor frecuencia, si el chico deber¨ªa entrar en estado de ¨¦xtasis m¨¢s a menudo, si deber¨ªa correr m¨¢s, chocar contra los defensas, que para eso le pagan (?seguro que le pagan para eso?), o perseguir aquel bal¨®n que se aleja por la l¨ªnea de fondo y que se va a seguir alejando por la l¨ªnea de fondo lo persiga Benzema o Usain Bolt.
El Madrid disputa el martes el partido de vuelta de los octavos de la Champions ante el N¨¢poles y cuenta con una cierta ventaja, la que le da el 3-1 de la ida. Ese resultado lleg¨® en parte, al menos as¨ª lo destacaron los medios de comunicaci¨®n, gracias a una excepcional actuaci¨®n de Benzema. Solo una semana despu¨¦s, el Madrid cay¨® 2-1 en un partido de Liga ante el Valencia. Ese resultado lleg¨® en parte, al menos as¨ª lo destacaron los medios de comunicaci¨®n, gracias a una penosa actuaci¨®n de Benzema. Tama?a ciclotimia, la de Benzema, o quiz¨¢ sea la de los medios, a¨²n est¨¢ pendiente de un diagn¨®stico certero. Uno, desde su ignorancia, cree que podr¨ªa deberse al hecho de que la informaci¨®n, la opini¨®n, o como se la quiera llamar, se da a menudo o bien en medio de una colonoscopia o bien al dictado de las fobias particulares de cada cual, ahora que las redes sociales permiten escribir a uno que su vecino del quinto es mejor que, pongamos, Gareth Bale.
Las crisis del Madrid son r¨¢pidas y vitalmente perfectas, pues nacen, crecen, se reproducen y mueren de un d¨ªa para otro. Ello provoca que sus aficionados m¨¢s sensatos no salgan de un estado de agitaci¨®n que es un sinvivir. Porque un resultado, l¨¦ase un 1-4 en Eibar, lo cambia todo. Los hinchas se sienten entonces moment¨¢neamente felices, pero ya ver¨¢s c¨®mo llega alg¨²n profesional del tocapelotismo para explicarles que s¨ª, que vale, que esto demuestra que la raz¨®n est¨¢ de su parte, que ha quedado claro que aquel debe jugar en vez de este aunque ma?ana, cuando juegue este y no aquel, y el equipo gane, se habr¨¢ demostrado que era aquel el que sobraba y no este. Todo ello mientras el equipo, cuando vienen mal dadas, hace lo imposible por remontar hasta el ¨²ltimo instante del ¨²ltimo segundo. Y encima lo consigue, qu¨¦ ganas de sufrir y hacer sufrir.
Pero sucede que en medio de tan sesudos debates emerge el rostro de Zidane luciendo la mejor de sus sonrisas, que son todas. Le preguntan al t¨¦cnico madridista por la crisis del equipo, y sonr¨ªe. Le interrogan sobre el rendimiento de fulano, y sonr¨ªe. Le cuentan que dicen que el otro ha dicho, y sonr¨ªe. Le inquieren por las dur¨ªsimas cr¨ªticas que a menudo recibe Benzema, y se carcajea.
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