Llull noquea al Barcelona
El l¨ªder del Madrid sentencia un cl¨¢sico claustrof¨®bico con otra canasta demoledora sobre la bocina
Sergio Llull no es un jugador de baloncesto, es un embajador de la ¨¦pica del deporte. En su idilio con la epopeya y el cron¨®metro el l¨ªder del Real Madrid decidi¨® el cl¨¢sico con otro lanzamiento demoledor sobre la bocina. Faltaban seis segundos para finalizar el partido cuando el rey del fun¨¢mbulo cogi¨® el bal¨®n para rendir a un Bar?a orgulloso con una par¨¢bola imposible. La pelota sorte¨® con suficiencia los brazos de Oleson y Claver y cay¨® en la red. Con 16 puntos y siete asistencias el base menorqu¨ªn resolvi¨® un duelo claustrof¨®bico en el que el conjunto de Bartzokas desminti¨® sus achaques a base de defensa y car¨¢cter. Pero no les bast¨® a los azulgrana con la notable actuaci¨®n de Tomic y Perperoglou. La bestia viste de blanco y se llama Llull. Sus gritos de furia son el p¨®ster del cambio de dinast¨ªa del baloncesto espa?ol en la era Laso. La versi¨®n m¨¢s corajuda del Bar?a discuti¨® el triunfo al Madrid, pero fue incapaz de contener al mejor jugador de Europa. Funcionaron de inicio los grilletes de Oleson, cuando solo Maciulis ve¨ªa aro en los locales. Pero el final depar¨® otro cap¨ªtulo del pacto de Llull con la haza?a y la cuenta atr¨¢s.
Tomic y el propio Oleson diversificaron de salida el ataque azulgrana. Entre ambos consolidaron un dominio reboteador que hizo perder moment¨¢neamente el paso al Madrid (12-20, m. 6), pero se hizo tan largo el primer cuarto que los blancos tuvieron tiempo de atajar el primer estir¨®n de su rival con un parcial de 11-3. Intent¨® el Bar?a estirar su aplicaci¨®n, pero ni Renfroe logr¨® ser Oleson, ni Faverani se pareci¨® a Tomic. En cambio, el Madrid encontr¨® impulso en su lujoso repertorio con el m¨²sculo de Hunter y la intrepidez de Doncic. Con un rebote estratosf¨¦rico en ataque y un triple de la joya eslovena, el conjunto de Laso se coloc¨® por delante en el marcador y comenz¨® a lubricar su engranaje. Aparecieron los primeros contraataques en el Wizink Center y cambiaron los biorritmos del partido.
El porcentaje desde el per¨ªmetro (2 de 16 en triples en la primera mitad) y las p¨¦rdidas de bal¨®n comenzaron a lastrar a un Bar?a inestable mientras el Madrid sacaba lustre a su competitividad con un Doncic rutilante. El canterano, hambriento de gloria en el cl¨¢sico, captur¨® cinco rebotes y reparti¨® tres asistencias en el segundo cuarto. La ¨²ltima, con reverso ante Perperoglou, sirvi¨® a Llull para colocar la m¨¢xima ventaja para su equipo con otro triple para su videoteca de canastas inveros¨ªmiles (47-36, m. 20).
Cuesti¨®n psicol¨®gica, el Madrid lleg¨® al entreacto manejando el libro de instrucciones. Cuesti¨®n de endorfinas, Llull se liber¨® de los candados y reclam¨® sus galones. Sin embargo, apareci¨® Perperoglou y regres¨® Tomic. Los puntos del griego y los rebotes del croata enderezaron la figura del Bar?a hasta reengancharse al partido tras un triple a tabla de Claver (59-57, m. 29). Sin noticias de Rice, el Bar?a situ¨® el epicentro de las operaciones en la pintura. Volvi¨® la aspereza en cada bloqueo y se prolong¨® el fragor de la batalla hasta que la brega de Felipe desat¨® un homenaje tan merecido como extempor¨¢neo.
A 4m 33s para el final y con el partido en pleno cl¨ªmax, el capit¨¢n madridista captur¨® dos rebotes consecutivos con los que entr¨® en la historia de la ACB tras superar a Granger Hall. Se detuvo entonces el juego, entraron en la pista un c¨¢mara de televisi¨®n y la familia del jugador que le hizo entrega de una camiseta conmemorativa ante la ovaci¨®n del pabell¨®n. De la fiesta expr¨¦s sali¨® destemplado el Madrid y dos triples de Eriksson colocaron el duelo en un suspiro. Tres p¨¦rdidas consecutivas del conjunto de Laso y una canasta de Tomic permitieron al Bar?a colocarse por delante (72-73, a falta de 26s). Randolph y el propio Tomic intercambiaron bingos y, con 6,8s, por delante sentenci¨® la bestia. Otra vez Llull. Siempre Llull.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.