??rbitro? ?Qu¨¦ ¨¢rbitro?
Fue marcar el Bar?a el 6-1 y los muchos abogados defensores del pensamiento ¨²nico corrieron a avisar a la poblaci¨®n de que la actuaci¨®n de Aytekin hab¨ªa sido una an¨¦cdota
Hay quien opina que hablar de los ¨¢rbitros es, por lo general, una ordinariez. Porque ha ocurrido, ocurre y ocurrir¨¢ que las decisiones del juez de un partido tengan incidencia en el desarrollo de este. Y el mundo y el bal¨®n han seguido dando vueltas. Hay inolvidables goles marcados con la mano que han entrado en la leyenda, quiz¨¢ porque su autor fue Dios con el pelo ensortijado. Como hay finales, incluso de un Mundial, resueltas por un gol que no fue tal, pues el bal¨®n no traspas¨® la raya de la porter¨ªa como exige la ley, tan pu?etera ella. El error es inherente al ser humano. Pero hay d¨ªas en que hay seres humanos que lo tienen excesivamente inherente. Que uno sepa, en los partidos todav¨ªa intervienen tres equipos, los dos que se enfrentan y el llamado equipo arbitral. Y lo que haga cada uno de ellos tiene influencia en los acontecimientos. Pongamos por ejemplo el memorable partido de los octavos de final de la Champions en el Camp Nou. Hubo un equipo, el Bar?a, que fue todo fe. Hubo otro, el PSG, que fue un asco. Y hubo otro, el comandado por el ¨¢rbitro Deniz Aytekin, que prevaric¨® una y otra vez.
El Bar?a logr¨® una remontada ¨¦pica, epop¨¦yica, heroica e hist¨®rica, y seguro que hay m¨¢s palabras que acaban en ¡°ica¡± que uno, por culpa del parvo lenguaje que domina, ha olvidado. Fue sufrir Barcelona una sacudida s¨ªsmica tras el 6-1 de Sergi Roberto y de inmediato se produjo una reacci¨®n en cadena, encabezada por los muchos abogados defensores del pensamiento ¨²nico que hay repartidos por el planeta, en la que se avisaba a la poblaci¨®n civil de que el se?or Aytekin hab¨ªa sido una an¨¦cdota en el acontecimiento m¨¢s maravilloso que jam¨¢s vio el mundo del f¨²tbol. Comenz¨® entonces algo as¨ª como una lapidaci¨®n preventiva. Y quienes osaran hablar del ¨¢rbitro no eran sino resentidos, miserables capaces incluso de escribir excelente literatura futbol¨ªstica (no es este el caso) desde el rencor y el desprecio, aunque tambi¨¦n se pueda hacer desde la pasi¨®n y la ceguera.
Uno, en un momento de lucidez, pens¨® que quiz¨¢ aquella primera percepci¨®n que le hab¨ªa dejado el partido pod¨ªa ser err¨®nea. Que quiz¨¢ existiera alg¨²n fallo arbitral, s¨ª, como sucede tantas y tantas veces, pero que no era para tanto. As¨ª que repas¨® en soledad, despacio, con cierto p¨¢nico, cilicio en mano, las im¨¢genes del partido. Y lo que vio le hizo cambiar de opini¨®n, arrepentirse incluso, alabado sea el Se?or. Era verdad, el ¨¢rbitro no influy¨® en el resultado. El ¨¢rbitro decidi¨® el resultado.
Y lo decidi¨® no porque en todas y cada una de las acciones dudosas sentenciara a favor del mismo equipo. Lo decidi¨® porque a la hora de la verdad, a cinco minutos del final, con 3-1 en el marcador, se pas¨® la ley por el arco del triunfo, dej¨® que Mascherano atropellara a Di Mar¨ªa, en una jugada calificada como penalti por el propio Mascherano, y al rato juzg¨® como pena m¨¢xima que un futbolista del Bar?a, Luis Su¨¢rez, se desmoronara en el ¨¢rea v¨ªctima de un soplido. Y decir todo esto no es delito, todav¨ªa. Nada puede ni debe cambiar el resultado ni nada puede ni debe reducir la alegr¨ªa del seguidor azulgrana. Ni la de esos peri¨®dicos de (y del) Barcelona que hace poco ten¨ªan problemas para titular un partido del Madrid, al que hab¨ªan pitado un penalti a favor por una mano involuntaria, pues quer¨ªan poner en su portada la palabra atraco con tan enormes caracteres que no les cab¨ªa. Y nada puede ni debe cercenar la alegr¨ªa del conspiranoico Piqu¨¦, que dijo hace tiempo aquello de ¡°ya sabemos c¨®mo funciona esto¡±. Seguro que en alg¨²n lugar habr¨¢ alg¨²n malpensado que opine que es verdad lo que dice Piqu¨¦, que desde el partido ante el PSG ya sabemos todos c¨®mo funciona esto.
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