El M¨®naco echa de la Champions al Manchester City de Guardiola
El equipo del Principado, que no pudo disponer de Falcao, remonta la desventaja de la ida y gana una maravillosa eliminatoria
Ni media hora hab¨ªa pasado y el M¨®naco ya ten¨ªa la eliminatoria de cara, ya hab¨ªa dejado atr¨¢s la obligaci¨®n de marcarle dos goles al Manchester City, incapaz no ya de tirar entre los tres palos de la meta de su rival, sino simplemente de intentarlo. As¨ª estuvo hasta pasada una hora de partido. Logr¨® meterse en la eliminatoria con un gol que premi¨® un buen inicio de la segunda parte, pero volvi¨® a caer y con suma justicia. El City se va de Europa tras firmar un mal partido con una primera parte lamentable, una nader¨ªa que anuncia actividad en los despachos para remodelar una plantilla que est¨¢ muy por debajo de las intenciones inversoras del equipo por tener dictado no ya en el continente sino incluso en sus competiciones dom¨¦sticas. Pasado el aterrizaje, constatado que debe reparar bastantes piezas que ya el a?o pasado hab¨ªan emitido se?ales de caducidad, Begiristain y Guardiola est¨¢n en la obligaci¨®n de repensar el proyecto que lideran. El M¨®naco retrat¨® las limitaciones del actual, gan¨® por f¨²tbol, detalle nada alentador para el t¨¦cnico catal¨¢n que no encontr¨® alternativas en el banquillo: dej¨® sin emplear dos de las tres sustituciones que le permite el reglamento.
Poco import¨® que Falcao se tuviese que quedar en la grada por problemas en una cadera. Sali¨® el M¨®naco a todo trapo, codicioso en la presi¨®n, h¨¢bil en el manejo, resolutivo, guiado por dos futbolistas diferenciales como Mbapp¨¦ y Bernardo Silva, pero respaldado por un maravilloso trabajo coral en el que tuvieron voz dos pu?ales en los laterales y dos aplicados mediocentros. El M¨®naco fue una maravilla durante la primera parte, remont¨® sin necesidad de tener detr¨¢s un ambiente infernal y luego supo sufrir para rehacerse. En una atm¨®sfera principesca mostr¨® credenciales para entrar de lleno entre la nobleza del f¨²tbol europeo. A ese nivel, si es capaz de sostenerlo y hacerse un poco m¨¢s fuerte atr¨¢s, pocos podr¨¢n ganarle.
Avis¨® de inicio Mbapp¨¦, que conduce la pelota con el exterior con singular elegancia y resuelve ante porter¨ªa como el m¨¢s duro liquidador. Caballero le detuvo en el primer intento, que naci¨® de una p¨¦rdida de Fernandinho tras verse encimado. El City era un glaciar, fr¨ªo, desabrido, con serios problemas para romper la primera l¨ªnea rival y cuando lo lograba, incapaz de hacerle cosquillas a la segunda; con una autopista en su banda derecha, por donde entr¨® el lateral Mendy como cuchillo en mantequilla para fabricar los dos goles que dieron la vuelta a la eliminatoria. Ejecutaron Mbapp¨¦ y Fabinho, un brasile?o que pas¨® sin mayor brillo como lateral por el filial del Real Madrid y que ahora es un cotizado mediocentro con llegada.
La desventaja expuso el desastre del City, incapaz de dar cuatro pases seguidos hasta que el descanso sirvi¨® para recomponer sus trocitos. El partido cambi¨® porque seguramente era imposible que no lo hiciese, porque el City sup¨® subir l¨ªneas, mantener la pelota en sus pies y no romperse ni con bal¨®n ni sin ¨¦l. El M¨®naco se sinti¨® en problemas porque su vocaci¨®n es la de irse hacia delante y la obligaci¨®n de mirar hacia su porter¨ªa le incomoda. Empez¨® a jugar al ritmo, m¨¢s pausado, que marc¨® su oponente, pero sobre todo a perseguirlo. Marr¨® Ag¨¹ero, otra vez decepcionante, y concret¨® San¨¦ con veinte minutos por delante. Con el City de vuelta la consigna de Guardiola fue muy clara: no guardar el marcador. Ah¨ª radic¨® lo excitante de una maravillosa eliminatoria, en que la clave de su resoluci¨®n consist¨ªa en atacar m¨¢s y mejor que el contrario. Y esa es la salsa del M¨®naco, herido, pero nunca muerto. Marc¨® en una acci¨®n de estrategia, un remate del excepcional Bakayoko (si Mbapp¨¦ es Henry, ¨¦l es Vieira) y cerr¨® con Moutinho sobre el c¨¦sped en auxilio de los centrocampistas. Se hizo fuerte, no permiti¨® m¨¢s ante un City sin argumentos y festej¨® con toda la dignidad de los grandes equipos, superior a su millonario rival.
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