El Real Madrid rompe el embrujo del Athletic en San Mam¨¦s
Casemiro da el triunfo al equipo de Zidane, muy lac¨®nico en su juego (1-2)
Al Real Madrid no le hizo falta esta vez el salvavidas de Sergio Ramos. Ten¨ªa descanso, o m¨¢s concretamente, trabajo extra con Aduriz, Ra¨´l Garc¨ªa y las incursiones de Williams. Le relev¨® al mando un lugarteniente m¨¢s silencioso dando ¨®rdenes en el ¨¢rea contraria que lleg¨® en el momento justo. El Madrid funciona de atr¨¢s hacia adelante, todo lo contrario de lo que sugiere su agenda deportiva. El Athletic resisti¨® e insisti¨®. Fue el Athletic, con sus carencias y su Williams, el artilugio que salta las vallas del contrario con piernas de gacela. Y gan¨® el Madrid, que pudo perder y empatar. Pero gan¨® con calma, quiz¨¢s con demasiada calma. La que le produce un centro del campo gastado y una BBC lac¨®nica.
El Real Madrid visita San Mam¨¦s una o dos veces al a?o, como mandan los c¨¢nones. Pero solo este a?o San Mam¨¦s se visti¨® de gala como hace tantos a?os para recibir un cl¨¢sico de la Liga. Charangas en el metro, ruidosas como un carnaval anocheciendo, y en los aleda?os que quemaban la extra?a primavera de la Catedral. Tan desangelado viv¨ªa San Mam¨¦s que escap¨® del aburrimiento en cuanto el f¨²tbol le propuso un asunto visceral de aquellos que se lidiaban, s¨ª, con charangas, llenazos y c¨¢nticos. De aquellos que se libran con m¨¢s car¨¢cter que f¨²tbol, con m¨¢s pintura que est¨¦tica, con m¨¢s pa?o que trazo. Partidos gruesos, incluso viscosos, en busca de un autor que los perfile. Y hubo varios que decidieron usar el tapiz de San Mam¨¦s para encontrar un paisaje, una firma. El Madrid entendi¨® que el partido ten¨ªa mucha miga y mucha corteza y permiti¨® que el Athletic sacara el cuchillo acostumbrado para las grandes celebraciones. Se lo permiti¨® quince minutos en los que sinti¨® el temblor de la Catedral. El Madrid parec¨ªa un tendido el¨¦ctrico derruido: Modric alejado de la corriente, Kroos enganchado a un clavo ardiendo, Bale colgado de una nube y Cristiano amenazando lluvia, no tormenta.
Y sin embargo, el partido se enred¨® en una noria de dif¨ªcil destino. Idas y vueltas de arriba abajo, oportunidades varias, amenazas como escarpias, de Ra¨²l Garc¨ªa, que se la quit¨® a Lekue; de Cristiano, en fuera de juego; de Yeray, de Cristiano, otra vez, con respuesta de Kepa. Y el Athletic empuja que te empuja, proponiendo el f¨²tbol de doble sentido como mejor estrategia para adelantar camino, es decir tropezando sin caer. Y tropez¨® en una jugada en la que todos los defensas midieron mal la jugada. Cristiano se col¨® entre la espalda de Yeray y la mirada de De Marcos, y Benzema busc¨® cobijo en el hueco de la escalera que no supo bajar Laporte. En esas circunstancias, el gol del Madrid no es una profec¨ªa, sino una realidad. Y fue gol. De Benzema, porque el franc¨¦s, a la baja o al alza, hay situaciones que no perdona. Era esa y como quiz¨¢s no hubiera otra, la emboc¨® con esa certeza que le acompa?a incluso en los malos momentos. Y el de Bilbao no era ni mejor ni peor.
Al Athletic le fallaban los costados. Y ya se sabe que al Athletic le gusta atacar de lado. Williams no encontraba su velocidad de crucero (lo hizo tras el descanso) y De Marcos era un ayudante demasiado l¨¢nguido para acelerarle las piernas y el coraz¨®n. Por la izquierda, Lekue ten¨ªa el atrevimiento que a Balenziaga le faltaba para atravesar las l¨ªneas enemigas. Y en ese ir y venir del partido el Madrid fue juntando efectivos, adelantando a Modric (que no se acerca a lo que es), afinando Kroos que ejerce de futbolista silencioso y ampar¨¢ndose en Casemiro, guerrero e ingeniero al mismo tiempo, dispuesto a todas las batallas, cayendo en algunos cebos, esquivando otros, jugando al l¨ªmite del reglamento, como acostumbra. A¨²n no se sab¨ªa que el partido estaba en sus pies. Que esta vez ser¨ªa ¨¦l y no Ramos quien resolviera el crucigrama de una forma demasiado sencilla.
Porque antes el Athletic empat¨® el partido, en la segunda mitad. No fue un asunto casual. Williams crece a la misma medida que los minutos. El cansancio de los dem¨¢s es su alimento. Y de pronto emergi¨® como acostumbra en las segundas partes, convirtiendo el partido en un infierno para Marcelo y compa?¨ªa, para todo aquel que utilizase su banda para defender o atacar. Cuando la velocidad le funciona, hasta el regate le anima. Y fue una, y otra, y otra vez las que desbord¨® por su costado hasta que lleg¨® el centro que cabece¨® Ra¨²l Garc¨ªa para que Aduriz lo cabecease a su vez a la red a 10 cent¨ªmetros de la l¨ªnea de gol.
La BBC hab¨ªa funcionado con un informativo m¨ªnimo, el del gol de Benzema, apenas un flash de su actualidad tan intermitente. Y a cambio el Athletic hab¨ªa encontrado al mejor Williams, el mejor pie de Be?at (oscurecido en la primera mitad), el Aduriz m¨¢s activo. Pero hay cosas que por m¨¢s que se ensayen no funcionan. En toda la primera mitad el Athletic, bajo el s¨ªndrome de Ramos, solo concedi¨® un c¨®rner. Y lo remat¨® Sergio Ramos, solo, con dificultad, pero solo. Quiz¨¢s pens¨® el Athletic que era demasiado pronto para el que el talism¨¢n del Madrid ense?ase su anillo de oro. En la segunda mutad, tras el gol, abund¨® m¨¢s esa jugada. Y resulta que en un saque de esquina, Cristiano pein¨® hacia atr¨¢s y Casemiro remat¨®, solo, s¨ª, solo, a placer ante el desesperado Kepa. Quiz¨¢s todo sea previsible, pero nada es evitable. Todo eran circunstancias, acciones aisladas en un partido tenso, como correspond¨ªa a su historia y a su trascendencia. Partido de corriente alterna, con algunos chisporroteos, cortocircuitos y energ¨ªas que trasladaban el calor y el fr¨ªo de un lado a otro bajo el sol liviano de Bilbao.
San Mam¨¦s fue el talism¨¢n, pero del ambiente, el talism¨¢n social de las grandes tardes, lleno hasta donde es posible, musical, abanderado en ambos fondos. Pero no pudo ser el talism¨¢n que ha protegido al Athletic hasta el momento. Concedi¨® su segunda derrota aunque nunca la sinti¨® inevitable. Tampoco el Madrid se sinti¨® ganador hasta que pit¨® el ¨¢rbitro. Fue un cl¨¢sico y lo gan¨® un futbolista poco cl¨¢sico, Casemiro. El gol adelant¨® una posici¨®n en el organigrama del Madrid: del central (Ramos) al medio centro. La BBC sigue con la carta de ajuste.
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