Tu hijo no va a llegar a Primera, d¨¦jalo en paz
Psic¨®logos y entrenadores explican que la insana competitividad fomentada por algunos padres provoca violencia en el f¨²tbol infantil
Marco Gonz¨¢lez tiene 20 a?os y desde hace tres meses es ¨¢rbitro de categor¨ªas inferiores de f¨²tbol en Madrid. Lo primero que le llam¨® la atenci¨®n en su proceso de aprendizaje fue el mensaje que muchos compa?eros, ya ¨¢rbitros, le trasladaron cuando ¨¦l estaba preparando el examen. ¡°Prep¨¢rate para los insultos. Va en el sueldo¡±. Marco se form¨® como colegiado con este mantra de fondo.
¡°Me advirtieron de que ten¨ªa que estar preparado, pero en los primeros meses te toca arbitrar a ni?os de 6, 7 u 8 a?os. Y ah¨ª, pensaba yo, no me van a insultar¡±. Se equivocaba Marco. Y de su error cay¨® la semana pasada arbitrando un Canillas contra Fundaci¨®n Rayo Vallecano de categor¨ªa prebenjam¨ªn madrile?a. Es decir, los jugadores ten¨ªan seis y siete a?os. ¡°B¨¢sicamente son ni?os que corren detr¨¢s de la pelota para aprender coordinaci¨®n y divertirse¡±, explica Marco.
Cuando faltaban unos 10 minutos para el final del partido, Marco pit¨® un penalti en contra del equipo local, el Canillas. ¡°Hab¨ªa un grupo de padres detr¨¢s de la porter¨ªa y, tras pitar el penalti, me empezaron a insultar¡±. Era los padres de los ni?os de seis y siete a?os que estaban en el campo. ¡°?Qu¨¦ haces, ¨¢rbitro? ?Hijo de puta! ?Eres un mongolo! ?Te mereces un bofet¨®n!¡±. Las lindezas las recogi¨® Marco en el acta tras el partido. ¡°Los ¨²ltimos 10 minutos de partido, cada vez que me acercaba a esa porter¨ªa, me insultaban. Al escuchar los gritos, los ni?os del equipo local empezaron tambi¨¦n a protestar; levantaban los brazos y se quejaban de todo. Hasta ese momento se hab¨ªan dedicado s¨®lo a jugar¡±. ?A qu¨¦, si no, se puede dedicar un ni?o de seis a?os?
Paco Paz es el presidente del Uni¨®n 2000 de Parla, un club con m¨¢s de 300 ni?os repartidos en distintas categor¨ªas y equipos. Nos recibe en las instalaciones Alfredo Di St¨¦fano de su ciudad, al sur de Madrid. De fondo, el equipo de categor¨ªa infantil (12 a?os) juega un partido. Es domingo por la ma?ana. Un grupo de padres, apoyado en la valla del campo, le grita al ¨¢rbitro: ¡°?Hay que moverse ¨¢rbitro! ?Hay que correr!¡±. Paco tuerce el gesto. Despu¨¦s comenta: ¡°Raro es el fin de semana que no tienes un incidente. Y eso que nosotros lo controlamos. Estamos cuatro o cinco en la directiva y nos repartimos en los partidos para vigilar¡±, dice Paco. ¡°Lo m¨¢s normal es que haya insultos, discusiones, amenazas, insultos al ¨¢rbitro... Yo es algo que no puedo comprender. Creo que hay mucho padre frustrado¡±.
A Marco, ¨¢rbitro madrile?o, unos padres le insultaron y le amenazaron la semana pasada por pitar un penalti en un partido de ni?os de seis a?os
El hijo de Roberto Trujillo juega en un equipo de infantiles. Hoy, Roberto, ha venido a verlo. En el descanso del partido, nos atiende. ¡°Hay padres que vienen con mucha tensi¨®n. Son pocos, pero los hay¡±, explica desde la grada. ¡°Hay padres que se toman en serio esto. Muy en serio. Y no ven esto como un hobby de su hijo, como una forma de divertirse, sino como si fueran profesionales. Y de ah¨ª vienen muchos problemas¡±. Despu¨¦s a?ade, con rostro de asombro: ¡°El otro d¨ªa dos padres casi se pegan en un partido de prebenjamines¡±.
Lo que Marco, Paco y Roberto describen es el clima que, demasiadas veces, se vive en los partidos de futbol base en Espa?a. Salta de vez en cuando la noticia cuando ese clima deviene en tornado, casi siempre en forma de v¨ªdeo viral. Ocurri¨® hace dos semanas en Mallorca en una pelea entre padres de equipos de categor¨ªa infantil que acab¨® en el cuartelillo de la Guardia Civil. Pero el problema tiene mucho m¨¢s fondo. Un fondo que tiene que ver con ausencia de valores, clima de insana competitividad y proyecci¨®n de problemas adultos sobre ni?os que solo pretenden divertirse.
Jugarse el Pichichi con seis a?os
Jos¨¦ es un padre gallego que prefiere no decir en qu¨¦ equipo juega su hijo. ¡°No quiero l¨ªos con los otros padres¡±, dice. Cuenta que se sorprendi¨® el d¨ªa en el que su hijo, de siete a?os, le dijo que iba segundo en el Pichichi del campeonato, esto es, en la clasificaci¨®n de m¨¢ximos goleadores. ¡°Tienen siete a?os y les cuentan los goles y minutos que llevan. Puedes entrar en Internet y encontrar estos datos. Ahora, expl¨ªcale t¨² a m¨ª hijo de siete a?os que, en el pr¨®ximo partido que tenga que elegir entre marcar o pasar a un compa?ero mejor situado, debe pasarla¡±.
?Tiene sentido esta forma de competir en ni?os tan peque?os? ¡°Obviamente", prosigue Jos¨¦, "yo quiero que mis hijos deseen ganar, que jueguen y se entreguen para ganar. Pero no que entiendan que eso es lo m¨¢s importante. Y mucho menos que su ¨¦xito personal es el objetivo¡±.
No solo son los goles. Jos¨¦ Juan Carro, responsable del ?rea T¨¦cnica de Deportes del Ayuntamiento de Parla, explica que todav¨ªa quedan no pocos clubes que, en categor¨ªas de ni?os peque?os, no reparten minutos equitativamente, entregan el brazalete de capit¨¢n a uno de los ni?os en lugar de rotarlo, fijan posiciones, contabilizan minutos y goles o publican clasificaciones y estad¨ªsticas en prensa o internet. ¡°Es una aberraci¨®n¡±, comenta Jos¨¦ Juan. ¡°Es lo contrario que se debe hacer para el desarrollo y la formaci¨®n de un ni?o peque?o. Por un lado, en la escuela, les est¨¢n explicando unos valores y por otro, en el campo, les transmiten los opuestos¡±.
Paco Paz, presidente del Uni¨®n 2000, cuenta que, hace unas pocas semanas, descubri¨® algo muy significativo en la categor¨ªa chupetes. ¡°Es la anterior a prebenjamines, la m¨¢s peque?a, ni?os de 5 y 6 a?os. En esta categor¨ªa no hay clasificaci¨®n, solo juegan partidos sin sumar puntos. Pero descubr¨ª que un grupo de padres llevaba por su cuenta una clasificaci¨®n, con puntos y goles. De ni?os de 6 a?os¡±.
Guillermo Calvo forma parte de la Escuela Deporte y Crecimiento Personal (Escuela DCP) y es coautor, junto a David Garc¨ªa, del libro Deporte y Valores, editado por la Fundaci¨®n Mutua Madrile?a. ¡°Hay clubes y padres que demuestran una total falta de empat¨ªa con los ni?os. Proyectan valores adultos a un juego llevado a cabo por ni?os. Trasladan cosas propias de Primera Divisi¨®n a un torneo de ni?os de ocho a?os. En definitiva: le dan importancia a cosas que los propios ni?os no le dan¡±.
Una de las consecuencias de este comportamiento es un clima de tensi¨®n, en ocasiones de violencia, en los partidos. Muy visible en las ¨²ltimas semanas, pero que lleva existiendo desde el origen de los torneos de f¨²tbol base en Espa?a. El foco, sobre todo, se ha puesto en los padres, responsables ¨²ltimos y ejemplos vitales para los cr¨ªos.
¡°Los padres no pueden ser instigadores de esta competitividad, de esta presi¨®n. No pueden alimentar este clima violento¡±. Lo dice Quique Hermo, psic¨®logo deportivo.
¡°Esta competitividad mal entendida en ni?os es uno de los factores que explican la violencia. Tambi¨¦n la f¨ªsica¡±. Toma la palabra David Garc¨ªa, coautor del libro ¡®Deporte y Valores¡¯. ¡°El f¨²tbol en s¨ª no es bueno ni malo, son los padres y entrenadores los que pueden convertirlo en una cosa o la otra¡±.
No quiero ser como Beckham
Cuenta Jos¨¦, el padre gallego, que el otro d¨ªa estaba en un partido de su hijo de siete a?os cuando, al poco de comenzar el encuentro, el entrenador local insult¨® al ¨¢rbitro. ¡°Delante de los ni?os, claro. De sus propios jugadores¡±, recalca. El colegiado lo expuls¨® con tarjeta roja. ¡°Ah¨ª se quedaron los ni?os, en el banquillo, solos. Tuvo que ir un padre a sentarse con ellos el resto del partido¡±. A Jos¨¦ le entra la risa, una risa que condensa el absurdo de la escena.
¡°Ni entrenadores ni padres pueden proyectar su competitividad -muchas veces frustrada- en partidos de ni?os peque?os. Porque los perjudicados son los ni?os¡±, retoma Jos¨¦ Juan Carro, del Ayuntamiento de Parla. Y toca un punto clave de este asunto: la actitud de los adultos no les perjudica a s¨ª mismos, perjudica a los ni?os.
¡°Los chavales son los afectados, sin ninguna duda¡±, dice Paco Paz, presidente del Uni¨®n 2000. ¡°Vemos no pocas veces a ni?os de 10 a?os salir llorando del partido por los gritos del padre o por insultos. ?Ver as¨ª a su hijo no es frustrante para ese padre? ?De verdad le frustra m¨¢s que pierda un partido?¡±, se pregunta Paco.
"Hay clubes y padres que demuestran una total falta de empat¨ªa con los ni?os. Proyectan valores adultos a un juego llevado a cabo por ni?os. Trasladan cosas propias de Primera Divisi¨®n a un torneo de ni?os de ocho a?os"
El sufrimiento de los m¨¢s peque?os suele desembocar, en el mejor de los casos, en el abandono del f¨²tbol. Se llama?s¨ªndrome de estar quemado?y lo explica David Garc¨ªa. ¡°Los chavales se cansan de competir. Han ido en busca de diversi¨®n y se han encontrado presi¨®n. Y muchas veces no pueden dejarlo porque tienen miedo a decepcionar al padre o al entrenador¡±.
Tal vez estar¨ªa bien que los padres tuvieran en mente ciertas estad¨ªsticas. Una de ellas se?ala que, en Espa?a, cada a?o, compiten aproximadamente 100.000 futbolistas juveniles federados. Si tenemos en cuenta que en nuestro pa¨ªs existen unos 2.500 futbolistas profesionales y que la vida media de un futbolista profesional es de cinco a?os, la probabilidades de que un juvenil llegue a profesional se reducen a un 1%. Si partimos desde infantiles, cadetes o alevines, las probabilidades decrecen.
Llegar a ser futbolista profesional no significa, necesariamente, llegar a Primera o Segunda Divisi¨®n. En estas dos categor¨ªas de ¨¦lite juegan, aproximadamente, unos mil futbolistas espa?oles. Tomando de nuevo cinco a?os como carrera futbol¨ªstica media, las probabilidades de que nuestro hijo debute en Segunda o en Primera se reducen a un 0,4%.
A ver si as¨ª, dice Jos¨¦, el padre gallego, el mensaje queda claro: ¡°Gana el que mejor se lo pasa¡±.
Lidiar con la violencia
La consecuencia m¨¢s absurda de este clima adopta forma de pelea y, cuando estalla, tiene dif¨ªcil soluci¨®n. Ni federaciones ni clubes tienen potestad para clausurar campos ni para sancionar a padres sin perjudicar al ni?o.
Manuel Bosch es el secretario general de la Federaci¨®n de F¨²tbol de Baleares, lugar donde se produjo una de las ¨²ltimas y m¨¢s graves peleas entre padres en un partido de infantiles. ¡°Tanto federaciones como clubes tenemos las manos un poco atadas¡±, explica. ¡°Los campos son municipales, por lo que no se pueden cerrar. Tampoco podemos castigar a un padre sin ir a partidos o entrenamientos porque su hijo es menor, y no podemos prohibir acceder al padre a un lugar en el que est¨¢ el chico¡±.
De modo que, en la mayor¨ªa de los casos, lo que hacen clubes y federaciones es denunciar a la justicia ordinaria, que impone multas y s¨ª puede prohibir el acceso a recintos deportivos. La otra opci¨®n es expulsar a los ni?os del equipo, para librarse de paso de los padres violentos.
¡°En todos los casos -retoma Bosch- el chaval es el perjudicado¡±. Paco Paz a?ade: ¡°Hay clubes, como el nuestro, que tienen reglamentos internos. Nosotros castigamos a los padres que se comportan mal sin acceder al campo, pero tienen que aceptarlo ellos. No podemos obligarles¡±.
As¨ª pues, la prevenci¨®n se dibuja como la ¨²nica soluci¨®n. Y la prevenci¨®n pasa por formaci¨®n y comunicaci¨®n entre entidades y padres.
¡°Se deber¨ªa implementar en todos los clubs una cultura educativa y deportiva que englobe a todos los participantes en el desarrollo de la competici¨®n club, jugadores, entrenadores, ¨¢rbitros y padres¡±, explica Quique Hermo. Traducido a cosas tangibles, lo que psic¨®logos y formadores deportivos llevan a?os pidiendo es que los clubes organicen charlas y formaci¨®n entre padres y el resto de actores involucrados.
Muchos clubes -sobre todo los clubs grandes, con canteras muy poderosas- ya llevan a cabo este tipo de charlas. La AD Alcorc¨®n, por ejemplo (cuyo equipo profesional milita en Segunda Divisi¨®n), re¨²ne cada pocos meses a padres, entrenadores y ¨¢rbitros para hablar, coordinados por psic¨®logos deportivos, sobre conducta, relaci¨®n con los ni?os, valores a transmitir, etc¨¦tera. Es raro que se den cap¨ªtulos de violencia con equipos de renombre involucrados.
Otra historia son los clubes humildes. Los hay que viven de espaldas a los padres y los hay que lo intentan y no lo logran. "No todos los padres est¨¢n por la labor¡±, se?ala Paco Paz. Y explica que, cada temporada, ¨¦l organiza un encuentro con los padres al que, muchos de ellos, no asiste. El propio Ayuntamiento de Parla prepar¨® la semana pasada un encuentro con clubes de f¨²tbol y padres y s¨®lo asisti¨® al mismo el 30% de las entidades.
¡°La formaci¨®n y comunicaci¨®n son fundamentales¡±, a?ade Guillermo Calvo. ¡°Se necesitan reglamentos internos en los clubes, deberes para los padres, hacerlos part¨ªcipes de los valores del club, dec¨¢logos¡ Los padres no pueden quedarse a parte y comportarse como si el f¨²tbol no fuera una parte de la vida real. Como si en el partido de su hijo todo valiese y fuera l¨ªcito desfogarse. Eso no es deporte¡±.
¡°Yo, a los padres, se lo digo muchas veces¡±, concluye Paco apurando un caf¨¦ en las instalaciones de su club. ¡°Que estos momentos no los van a volver a vivir con el cr¨ªo. Que los disfruten, que se relajen. Y me suelen dar la raz¨®n¡±
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