Isco, el purgatorio blanco
El jugador se va sobreponiendo al debate con partidos como el del Alav¨¦s, donde a falta de poder jugar de 10 consigui¨® ser mediapunta dividi¨¦ndose entre centrocampista y rematador
Hubo un momento de su vida, que sigue latiendo debajo de las cosas que le ocurren, en que Isco se quedaba solo delante del portero, se daba la vuelta para buscar al ¨²ltimo defensa y una vez all¨ª, con el p¨²blico a medio levantar, le romp¨ªa la cintura, se sacaba la camiseta y corr¨ªa hac¨ªa la grada en estado de ¨¦xtasis sin pensar que all¨ª le aguardaba la muerte.
En el partido de este domingo, sin embargo, le lleg¨® un bal¨®n al ¨¢rea que clamaba por un recorte, uno de esos golpes de culo que son como romper la caja de cambio de un cami¨®n, e Isco (¡°Isco, Isco¡± para todos en el Bernab¨¦u, pues su nombre es una canci¨®n, como Salom¨¦) le peg¨® un trallazo a la red: un gol como una catedral por lo que ten¨ªa de nueve excesivo, de m¨¦rito impresionante para un jugador que, atropellado en medio de la carretera, es capaz de amagarle al m¨¦dico.
A Isco se le hab¨ªa concedido el papel de revulsivo en el Madrid (?¡°Revulsisco¡± no ha salido a¨²n en ninguna portada?: hay que fichar al titulador de Ol¨¦), rol que desempe?aba con la fuerza gravitacional en el centro del campo. Una presencia menor en un equipo cuyo debate existencial desde hace siglos es saber si tiene sitio un makelele en la direcci¨®n a falta de un Redondo. Un debate que Luxemburgo hizo saltar por los aires una tarde imborrable en el Bernab¨¦u sacando en su cuadrado m¨¢gico a Guti de stopper centroafricano acompa?ado en la destrucci¨®n por Figo, Beckham y Zidane; en el mercado de invierno tiraron a Gravesen de un helic¨®ptero.
En aquella ¨¦poca llena de simbolismo, cuando aprendimos que al f¨²tbol no se gana con los once mejores sino con seis o siete, se labr¨® la leyenda Makelele, expulsado del para¨ªso como el ¨¢ngel malo y cobrando deudas por delegaci¨®n, como Pablo Garc¨ªa. Tambi¨¦n se le cerr¨® la llave a jugadores como Isco, v¨ªctimas de un sistema que encerraba a los mediapuntas en una banda o en un interior, m¨¢s pendientes del desmarque de los puntas contrarios que de los suyos. Isco se va sobreponiendo al debate con partidos como el de este domingo, donde a falta de poder jugar de 10 jug¨® de 5 y de 9, o sea consigui¨® ser mediapunta dividi¨¦ndose entre centrocampista y rematador.
Hizo, y no es la primera vez, el milagro de cambiar la t¨¢ctica del Madrid para darse ox¨ªgeno, y aunque el Madrid jug¨® a nada muy bien, lo poco que hizo lo hicieron ¨¦l y Benzema, otro que a falta del cielo que le privan los extremos tiene que fabricarse su propio purgatorio.
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