Ser del Madrid es no tener nunca una respuesta
Los partidos de f¨²tbol se construyen con pases corrientes, con movimientos sencillos, con jugadas est¨²pidas, y el Madrid no fue capaz ni siquiera de jugar mal

En la segunda parte se fue Pepe del campo y el Bernab¨¦u le grit¨®: "Pepe, Pepe", que despu¨¦s de tantos a?os sigue pareciendo el homenaje a un quiosquero. Pero ah¨ª estaba el portugu¨¦s, desahuciado en 2009 por su delicada propensi¨®n a la ultraviolencia. El caso es que Pepe remont¨® su carrera y su vida, y el Madrid, arist¨®crata implacable con los errores que amenazaba su imagen, fich¨® a Mourinho para no echar a Pepe: de estar, estar todos. La f¨®rmula funcion¨® y Pepe, rehabilitado socialmente en su ¨²ltima temporada con el Madrid, marc¨® un golazo de cabeza que contribuy¨® a un espejismo: la victoria blanca. El Madrid le ganaba al Atleti como siempre, o sea sin saber c¨®mo. As¨ª se ha llenado la vitrina europea en los ¨²ltimos tres a?os: sin que nadie pudiese explicar por qu¨¦.
Ser del Real Madrid es no tener nunca una repuesta. Ser del Madrid es ganar, irse para casa y aguantar al d¨ªa siguiente comentarios en la oficina sobre una crisis muy grave que desat¨® un oyente en Radio Vigo. Eso se lleva bien cuando se gana, pues es parte del misterio. Si se pierde, o sea si se empata, hay que buscar respuestas y el madridismo no las tiene. Si no las tiene cuando le gana la Champions dos veces al Atleti en el ¨²ltimo remate qu¨¦ respuestas va a tener cuando se empata en casa.
Lo que pas¨® esta vez es, b¨¢sicamente, que no se puede ganar un partido sin dar pases en campo contrario. Es verdad que el Madrid ha llegado a ganar ligas as¨ª, pero incluso al Madrid le cuesta algunas tardes ser el Madrid. Es como Ray Loriga, que a veces no se soporta a s¨ª mismo. La vida en el minuto 93 es una vida James Dean, y la Liga es una competici¨®n que exige ser a veces Imanol Arias. Del mismo modo que no se pueden construir novelas con frases milagrosas desde la primera p¨¢gina, los partidos de f¨²tbol se construyen con pases corrientes, con movimientos sencillos, con jugadas est¨²pidas, y el Madrid no fue capaz ni siquiera de jugar mal.
Fue un equipo somnoliento que al acercarse a la porter¨ªa contraria erraba el pase, el desmarque y la moral. Prueba de ello fue la insistencia en buscar la banda donde pegaba el sol, como si estuviesen m¨¢s pendientes del moreno que del liderato. Y por ah¨ª se fue marchando el partido. El salto de Pepe lo que hizo fue asegurar un punto, porque el gol del Atleti se dio por hecho desde el primer minuto: es un equipo que avanza retrocediendo, que ha aprendido a ser grande encogi¨¦ndose, como los buenos boxeadores.
El Madrid, que con Kroos al menos fallaba los pases en campo contrario, empez¨® a fallarlos en el suyo cuando se fue el alem¨¢n. En el Bernab¨¦u se jugaba el orgullo contra el Atl¨¦tico, y al no ganarlo se jugar¨¢ el a?o entero contra el Bar?a. Siempre a una carta. Siempre con el cuello encima de la mesa. Ser¨ªa deprimente si no fuera porque casi siempre sale bien.
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