Figo, Jos¨¦ Andr¨¦s y una paella imposible en la fiesta de Sergio Garc¨ªa

En la celebraci¨®n de Sergio Garc¨ªa, Luis Figo cumpli¨® su sue?o de hacerse una foto con una chaqueta verde, el chef Jos¨¦ Andr¨¦s se rindi¨® ante una bombona de butano recalcitrante apenas 72 horas despu¨¦s de haber derrotado a Donald Trump en los despachos de sus abogados y Marty Akins, futuro suegro del campe¨®n, hablaba de las bondades de su futuro yerno y de la gran boda que prepara en su rancho de Texas. Hubo champagne y Rioja, jam¨®n ib¨¦rico bien cortado y chulet¨®n de buey australiano con pimientos del piquillo y conservas de marca, pero no hubo la paella: el butano se rebel¨®.

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¡°No importa¡±, dice Jos¨¦ Andr¨¦s pese a la frustraci¨®n, pues las jud¨ªas verdes y el pollo ya se hab¨ªan rehogado justo cuando empez¨® a fallar el gas en el jard¨ªn. El cocinero asturiano es el chef m¨¢s reconocido de Estados Unidos y buen amigo de Sergio Garc¨ªa, como Figo, el exfutbolista del Madrid, con quien ha pasado toda la semana en Augusta compartiendo alojamiento en la casa del golfista. ¡°El a?o que viene la haremos para la cena de campeones del Masters. Ya estamos preparando el men¨² y hasta he hablado con el jefe de cocina del Augusta National, que, f¨ªjate, se apellida Garc¨ªa, y hasta me dejar¨¢ sus fogones para preparar la cena¡±.

En el televisor del sal¨®n, en bucle perpetuo, el Golf Channel repite los mejores momentos de la conferencia de prensa del espa?ol, que llena la pantalla permanentemente.

De madrugada la casa que el ganador del Masters hab¨ªa alquilado para la semana del torneo bull¨ªa de periodistas espa?oles, de amigos, de familia, de jolgorio. El m¨¢s tranquilo de todos era el campe¨®n, a¨²n vestido con los mismos pantalones blancos y el mismo niki de dos tonos de verde con que hab¨ªa derrotado a Justin Rose despu¨¦s de 19 hoyos cuerpo a cuerpo al atardecer del domingo. Desde entonces, no hab¨ªa tenido un momento de respiro: entrega de trofeos, entrevistas, cena de campe¨®n en el Augusta National Golf Club, y, a tono con el polo, una chaqueta verde que por fin pod¨ªa llevar, que por fin le sentaba bien, y que no se quer¨ªa quitar. ¡°Me he tenido que probar tres tallas hasta encontrar una que me quedara bien, la 40, la 39 y al final la 38¡±, dice Garc¨ªa, que prefiere guardarse para s¨ª la emoci¨®n de verse por fin con esa chaqueta, se mueve tranquilo, habla bajo y se fotograf¨ªa enamorado con su prometida, Angela, la persona que, dicen sus cercanos y tambi¨¦n el jugador, m¨¢s ha influido en el cambio de personalidad del campe¨®n. ¡°No, no siento nada especial al mirarme en el espejo y verme con ella, de verdad¡±, dice, y solo se la quita un minuto para hacerse una foto con su amigo Figo.

La emoci¨®n no disimulada la es cosa de V¨ªctor Garc¨ªa, quiz¨¢s a persona para quien m¨¢s significa la victoria en el Masters. El padre del jugador, el t¨¦cnico de golf que le gu¨ªa como entrenador desde que le ense?¨® a jugar bien ni?o en el Club de golf Mediterr¨¢neo de Borriol (Castell¨®n), entra en la casa proclamando su alegr¨ªa a grandes voces. ¡°Por fin, por fin, y el d¨ªa de Seve¡±, grita, y le brillan los ojos a V¨ªctor. ¡°No pensaba que llegar¨ªa este d¨ªa. Me he quitado una mochila que cargaba mucho tiempo en la espalda, y Sergio tambi¨¦n¡±. El padre del campe¨®n, su maestro, recuerda que quiz¨¢s el Masters no deber¨ªa haber sido su primer grande. ¡°S¨¦ que vendr¨¢n m¨¢s¡±, dice. ¡°Pero ya deber¨ªa haber tenido un par de ellos m¨¢s, por lo menos, el Open de Carnoustie de 2007, y el PGA de 2008, los dos que gan¨® Harrington¡­¡±

Martyn Akins, que fue gran quarterback universitario, hijo de gran entrenador de f¨²tbol americano y t¨ªo de un quarterback de la NFL, solo piensa en la boda de su hija, en sus partidas de caza con Garc¨ªa y en el partido de tenis a que le ha desafiado su futuro yerno. Todo a lo grande, como gran texano que es. ¡°La chaqueta verde es un gran presagio¡±, dice. ¡°La boda ser¨¢ espectacular. Aunque har¨¢ calor en el rancho la ¨²ltima semana de julio, la haremos al aire libre y hasta habr¨¢ un rodeo¡­¡±