Alav¨¦s - Athletic: Theo reluce, Aduriz se oscurece
Un gol bell¨ªsimo del lateral franc¨¦s da la victoria al conjunto de Pellegrino ante unos rojiblancos perdonavidas
Quien no vio el encuentro entre el Alav¨¦s y el Athletic no se perdi¨® el partido del a?o, tampoco un gran partido, ni siquiera un buen partido. S¨ª un partido tenso, ¨¢spero, con m¨¢s conversaciones que argumentos. Pero se perdi¨® algo que se produce muy raramente: un eclipse de gol de Aritz Aduriz es como advertir un agujero negro o una supernova en la Gran V¨ªa. Una, dos, tres oportunidades malgast¨® el delantero rojiblanco, especialmente una a un metro de Pacheco que remat¨® con la suela de la bota, la peor de las diez maneras que ten¨ªa para hacer gol. Quien no vio el partido se perdi¨®, a cambio, un gol como un sol de Th¨¦o Hern¨¢ndez, un zurdazo de otra ¨¦poca, de aquella de Rivelinho, de Eder y quiz¨¢s de ca?oncito Puskas, seg¨²n cuentan. Un zurdazo violento y limpio, como un sol alargado que al ser cruzado le dio mayor belleza al acontecimiento, mayor vuelo y al golpear en el poste trasero que sostiene la red, volvi¨® al campo como celebrando el viaje de da y vuelta.
El gol le dio la victoria al Alav¨¦s , pero se llev¨® a casi todo el Athletic al agujero negro en el que viv¨ªa Aduriz con todo el derecho de mundo a tener un mal d¨ªa. Hasta que Th¨¦o rompi¨® la red, el Athletic hab¨ªa concedido una amnist¨ªa general al Alav¨¦s a pesar de la insistencia de Aduriz, la agilidad y habilidad de Williams, la inquietud que provoca en los rivales Ra¨²l Garc¨ªa y un disparo al poste de Be?at. Demasiado perd¨®n para tener futuro. Porque del Alav¨¦s solo hab¨ªa noticias de Edgar en su pelea constante con Balenziaga y en un disparo de Ibai G¨®mez que tambi¨¦n ten¨ªa su eclipse de gol en acciones que no suele fallar. Solo Manu Garc¨ªa se hab¨ªa convertido en un muro en un homenaje a los Pink Floyd, pero no abarcaba todo el campo.
Quien no vio el partido se perdi¨® tambi¨¦n la pasi¨®n teatral de Deyverson, que lo mismo ara?a que besa, anima que desanima. Y, sobre todo, la mejor versi¨®n del Alav¨¦s en la segunda mitad con un contragolpe feroz, casi siempre liderado por Sobrino, que entr¨® al partido como si llevara ya cien vueltas por el c¨¦sped, supers¨®nico. Todo lo que creci¨® el Alav¨¦s, mengu¨® el Athletic, confuso, atolondrado y cansado, incapaz de entender porque se le escapaba la quinta victoria consecutiva. Solo Muniain entendi¨® lo que ocurr¨ªa y solo Williams, agotado, entendi¨® por d¨®nde ir hacia Pacheco. El resto desapareci¨®, perdido en su agujero negro mientras el Alav¨¦s descansaba en el sol que hab¨ªa encendido Th¨¦o. La superioridad conceptual y pr¨¢ctica del Alav¨¦s fue total en el segundo periodo. Y el Athletic, fiel a su esp¨ªritu hist¨®rico, perdi¨® por la primera raz¨®n que se pierde en el f¨²tbol: perdonar no est¨¢ bien visto. Al contrario, tiene condena
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