En el Etna gana el esloveno Polanc
Bob Jungels, cuarto l¨ªder en cuatro d¨ªas tras una larga subida frenada por el viento que los favoritos ascienden agrupados
La victoria del esloveno Jan Polanc tuvo un aire de contracl¨ªmax en la cima del Etna, un suspiro de ?vaya...! ?pero esto era todo? intensificado por la vista de la llegada de los favoritos, juntos y abrigaditos del viento, al Refugio Sapienza. El corredor del UAE, superviviente de la fuga matinal, resisti¨® con 19s de ventaja al ruso Ilnur Zakarin, el ¨²nico de los pretendientes que logr¨® el vi¨¢tico para marchar solo en los ¨²ltimos kil¨®metros de una larga ascensi¨®n dominada por el fuerte viento de cara y a veces lateral que oblig¨® al grupo grande a asumir en ocasiones la formaci¨®n de abanico. Otra visi¨®n incongruente en pendientes del 8% a m¨¢s de 1.500 metros de altitud de un paisaje lunar y oscuro, el de las piedras negras y la arena volc¨¢nica nacidas de la erupci¨®n, a¨²n activa, del volc¨¢n de Sicilia.
Tercero, a 29s, entr¨® Geraint Thomas, que dio tiempo a todos los importantes. Entre ellos estaba el luxemburgu¨¦s Bob Jungels, que hereda la maglia rosa de su compa?ero sprinter Fernando Gaviria gracias a los 10s que ahorr¨® en la llegada a Cagliari, donde el abanico grande.
Al Etna --la monta?a que habla y que grita y ruge por las noches, y asusta a los paisanos que buscan setas en los bosques de sus laderas y plantan pistachos sabrosos desde que los ¨¢rabes les llevaran el ¨¢rbol, hace siglos--? quieren verlo los aficionados al ciclismo como la versi¨®n italiana del Mont Ventoux, rey del Tour. Recuerdan que si al gigante de Provenza lo ascendi¨® Petrarca en burro, la misma gesta repiti¨® en el volc¨¢n grande de Sicilia Goethe unos siglos despu¨¦s. Otro poeta, otro asno, la misma luz. Sin embargo, en la historia del ciclismo la ascensi¨®n Etna solo ha marcado car¨¢cter en una ocasi¨®n, cuando le dio el Giro a Alberto Contador en 2011, que atac¨® desde lejos y se fue solo, cinco kil¨®metros. Cada ascensi¨®n al Ventoux, en cambio, es un drama, una tragedia o una comedia y, siempre, un cl¨ªmax.
Al Etna y a su fama les perjudic¨® tanto el viento como el hecho de que ha llegado en la cuarta etapa, tan lejos de Mil¨¢n, cuando ninguno de los grandes quiere a¨²n descubrirse. Contra tales razones racionales solo se rebel¨® la raz¨®n sentimental de Vincenzo Nibali, que atac¨® a tres kil¨®metros, como todos esperaban. Hasta entonces, las laderas volc¨¢nicas ahumadas por la visi¨®n de las fumarolas ah¨ª arriba solo hab¨ªan servido como sal¨®n de baile para que el siciliano y Nairo, los m¨¢s grandes de entre los favoritos, se marcaran unos pasos. El colombiano marcaba a Nibali, y este se zafaba y as¨ª. Despu¨¦s, cuando atac¨®, m¨¢s guiado por la necesidad de cumplir su promesa de llegar el d¨ªa siguiente a Messina, su ciudad, liderando el Giro de rosa y comerse unos cannoli de reques¨®n y pistacho para celebrarlo, no fue Nairo el primero en perseguirle, sino que envi¨®, como quien no da importancia al asunto y al orgullo, a su fiel segundo, Andrey Amador.
A Polanc, de 25 a?os, se le puede considerar un especialista en victorias en lugares en los que xse esperaba nombres m¨¢s grandes. En 2015, cuando el ¨²ltimo Giro de Alberto Contador, el esloveno crecido en el Lampre se impuso de igual manera, como resistente de la fuga del d¨ªa, en el la cima del dur¨ªsimo Abetone, primer gran puerto de aquel Giro tal como el volc¨¢n de Sicilia lo ha sido en 2017.
El liderato de Jungels, un corredor s¨®lido (pero no favorito en los Dolomitas, donde se decidir¨¢ el Giro y donde el magn¨ªfico luxemburgu¨¦s sufrir¨¢) con buen equipo, el Quick Step, satisface a todos los que quieren ganar el Giro. Hasta la segunda llegada en alto, el domingo el Blockhaus, habr¨¢ un buen control en el pelot¨®n.
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