El Real Madrid amansa al Atl¨¦tico y jugar¨¢ la final de la Champions
El cuadro de Zidane se sobrepone al vendaval del rival en el inicio y luchar¨¢ por la duod¨¦cima frente a la Juventus. Los rojiblancos, que llegaron a tener un 2-0, se despiden a hombros de su afici¨®n
Por orgullo que no quede: lo tuvo el Real Madrid y lo tuvo el Atl¨¦tico. Con los madridistas colmados rumbo a la final, los rojiblancos se despidieron a hombros de una afici¨®n a la que dieron motivos para ello. Donde otros hubieran sacado bandera blanca, el equipo de Simeone se conjur¨® para acentuar el credo de los suyos y lo logr¨® con una puesta en escena volc¨¢nica que aliment¨® la quimera local. Luego, cuando el juego prevaleci¨® sobre el ¨¢nimo, se encumbr¨® el Real Madrid. Por m¨¢s que fallara en la ida, poco debe reprocharse este Atl¨¦tico de Madrid que con Simeone al frente nunca se fren¨® ante los imposibles. Como imposible le ha resultado en Europa este Madrid de tantos vuelos, ya en su tercera final en cuatro a?os.
Con el c¨¦sped del Manzanares convertido en un campo de minas y las gradas en combusti¨®n, el Atl¨¦tico arranc¨® como un equipo de corsarios. Con el coraz¨®n en la boca y desde el primer parpadeo, el pelot¨®n de Simeone acogot¨® al Real Madrid, que no ten¨ªa tiempo ni para respirar. No hab¨ªa nanas a la pelota. Era lo de menos. De entrada, el Atl¨¦tico logr¨® lo que quer¨ªa, que el duelo fuera arrebatador, m¨¢s esgrimista que futbolero. Sobre cada madridista hab¨ªa decreto de prisi¨®n, una emboscada a la vista. Los tambores locales hicieron dudar a los de Zidane, vacilantes al decidir sobre el juego con luces largas o cortas. Y aparatosos con ambos manuales.
El f¨²tbol machote y fren¨¦tico de los rojiblancos hizo so?ar al Atl¨¦tico de Madrid antes incluso de lo que hubiera fantaseado el m¨¢s optimista de los suyos. Con Carrasco de agitador, casi caza el gol Koke a los cinco minutos, pero respondi¨® bien Keylor. No se aplacaron los truenos y al cuarto de hora la parroquia colchonera vio la luz del para¨ªso. En un c¨®rner, Sa¨²l se anticip¨® a Cristiano ¡ªobligado al repliegue ante el colonizador asalto del adversario¡ª y bati¨® al meta costarricense con un cabezazo demoledor. Oblak, poco antes, hab¨ªa frustrado un frentazo de Casemiro en la primera apertura del Real Madrid.
El atronador tanto de Sa¨²l amplific¨® el acoso rojiblanco. Del momento febril sac¨® mayor tajada. Varane atropell¨® a Fernando Torres, asistido por Carrasco, y al ¨¢rbitro no se le escap¨® el claro penalti. Griezmann, con un tiro titubeante, super¨® por un dedo a Keylor, que lleg¨® a tocar el bal¨®n con la mano derecha. La tremenda descarga inicial del Atl¨¦tico?le dej¨® a un paso del milagro, con el Calder¨®n tan embelesado como pasmado, y supuso un volantazo para el partido. Ah¨ª, en ese instante, comenz¨® otro encuentro. Ese lo gan¨® el Real Madrid.
Tan cerca del prodigio y sabedor del gancho de hierro de su rival, el Atl¨¦tico procur¨® que el tiempo menguara a su favor. Con m¨¢s de 75 minutos por delante para sellar al menos la igualada, el conjunto del Cholo recul¨® para blindar a Oblak. Interpret¨® que ya no tocaba la caballer¨ªa, era el momento de jugar a que no marcara el Madrid, de cerrarle los espacios con hormig¨®n. Adem¨¢s, ni siquiera un Atl¨¦tico sobrenatural hubiera resistido prolongar el desfogue del comienzo. Hab¨ªa que regular el dep¨®sito f¨ªsico.
Con los de Simeone m¨¢s enclaustrados, Isco cogi¨® el m¨¢stil. El Real Madrid, que no dio la sensaci¨®n de tiritar por el impacto del 2-0, por fin encontr¨® el bal¨®n, una muleta para sostenerse. Con Isco el juego gravit¨® como le conven¨ªa al Real Madrid, m¨¢xime cuando Modric toc¨® las mismas teclas que el malague?o. Uno y otro marchitaron poco a poco a su rival y el Real cogi¨® aire. No logr¨® invadir el ¨¢rea de Oblak, pero cuando un equipo como el Real?Madrid se subordina al bal¨®n es dif¨ªcil que no encuentre la red. Sus n¨²meros lo certifican: al llegar al Calder¨®n llevaba 60 retos con al menos un tanto a su favor. La casa vecinal no fue una excepci¨®n.
A un soplo del descanso lleg¨® una jugada casi ins¨®lita. En medio campo, Cristiano se anim¨® con el primer saque de banda que se le recuerda. Y todo por enfilar a Benzema, enchironado en un rinc¨®n por God¨ªn, Savic y Gim¨¦nez. Mucha fe le debe tener el portugu¨¦s al galo, porque de aquel safari poco o ning¨²n provecho pod¨ªa obtener. Pero Benzema es Benzema, lo mismo est¨¢ cuando no se le espera que se le espera y no aparece. Es tan singular como su trapecista maniobra sobre la misma raya. El franc¨¦s se puso el frac y con un baile de sal¨®n despach¨® a sus tres alguaciles y sirvi¨® el bal¨®n para el remate de Kroos entre un bosque de piernas. Oblak, con rayos x en los ojos, adivin¨® el tiro, pero su rechace lo caz¨® Isco. Una bocanada para el Madrid, un azote may¨²sculo hasta para este conmovedor Atl¨¦tico. Un Atl¨¦tico que hab¨ªa conseguido que hubiera partido, que su gente no se desconectara. Un Atl¨¦tico efervescente que hab¨ªa logrado lo que planific¨®: que nadie dejara de creer. Lo hizo con un choque noble, pero tan selv¨¢tico para unos y otros que al intermedio se fueron cinco futbolistas amonestados (Danilo, Savic, God¨ªn, Ramos y Gabi).
De vuelta del descanso el volumen ya fue otro. En la pradera, no en las tribunas, donde ni lo imposible rebaj¨® el entusiasmo. El Atl¨¦tico de Madrid retras¨® la presi¨®n, las piernas ya pesaban y el Madrid, bien articulado, no tuvo excesivos sofocos. Y cuando Keylor fue amenazado, como en un doble remate de Carrasco y Gameiro, la r¨¦plica del guardameta fue sobresaliente. Al Atl¨¦tico ya no le dio para m¨¢s y el Madrid bien pudo evitar la derrota con un gol anulado a CR por un fuera de juego muy justo.
Bajo un chaparr¨®n de a¨²pa, el Real Madrid alcanz¨® su 15? final mientras la hinchada rojiblanca, calada hasta los huesos, se mancomun¨® por todo lo alto con sus muchachos. M¨¢s no les puede pedir. Lo que s¨ª har¨¢n los madridistas el pr¨®ximo 3 de junio en Cardiff. De la duod¨¦cima solo le separa la Juve. Curioso: el club que m¨¢s finales ha ganado frente al que m¨¢s ha perdido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.