V¨ªspera de Champions en el Hotel Mercure
Florentino P¨¦rez recuerda un gol de Benzema, Amancio y Ra¨²l reviven la Octava y Bale saluda a sus amigos de la infancia
Julian Hodge naci¨® en 1904 y fue hijo de un soldador y una ama de casa; acab¨® fundando el Banco de Gales y despu¨¦s, buscando un objetivo m¨¢s ambicioso, levant¨® un banco llamado Julian Hodge. Tuvo tiempo, antes de morir a los 99 a?os, de dejar un edificio como legado en Cardiff, la Julian Hodge House, que fue mudando de nombre seg¨²n cambiaba de manos hasta llamarse Mercure Hotel. Esa direcci¨®n fue la elegida por la UEFA para que se hospedase el Real Madrid tras las protestas de Zinedine Zidane: al Madrid lo hab¨ªan mandado a las afueras de Cardiff, a una hora y media del estadio, y el entrenador de Madrid se neg¨® a tener a sus jugadores metidos tres horas en un autob¨²s. El franc¨¦s es un hombre tranquilo de creencias firmes: del mismo modo que le dobla la mano a la UEFA, se niega a arrodillarse ¡ªel ¨²nico en la expedici¨®n blanca de 2002¡ª ante el Papa Juan Pablo II. Ni su Champions est¨¢ fuera de Cardiff ni su Dios en el Vaticano.
La expedici¨®n blanca en el Mercure (plantilla y 15 directivos) es corta. Las plantas superiores est¨¢n reservadas a jugadores y cuerpo t¨¦cnico. Tienen una misi¨®n dif¨ªcil: no hacer nada. Escuchan m¨²sica, ven la televisi¨®n, dormitan y whatsappean antes de acudir al ¨²ltimo entrenamiento del a?o. Fuera del hotel se ha ido formando una multitud de aficionados contenida por numerosa polic¨ªa galesa; no es f¨¢cil entrar en el Mercure. Quienes lo logran se apelotonan en el vest¨ªbulo, donde hay un nuevo cord¨®n que impide subir a la primera planta. All¨ª, en el restaurante, Gareth Bale est¨¢ en una mesa atendiendo la visita de unos amigos de juventud, en otra Florentino P¨¦rez y Manuel Redondo se enfrascan en la log¨ªstica de sus invitados delante de un mapa del estadio (se prev¨¦ la llegada del Rey em¨¦rito, la alcaldesa de Madrid, la presidenta de la Comunidad y un par de ministros, entre otros) y en una mesa m¨¢s Lorenzo Sanz, Amancio y Ra¨²l rememoran la Octava.
En esa planta, con los jugadores y el t¨¦cnico aislados arriba, los directivos del Madrid especulan sobre los descartes de Zidane. Dos jugadores de los habituales se quedar¨¢n sin jugar, aunque podr¨¢n sentarse en el banquillo. El Madrid ya se ha dirigido a la Liga para tratar de que las convocatorias no contemplen descartes. Se trata de que todo el mundo piense que puede jugar cada domingo, de que nadie pase por el trance de ponerse un vaquero y sentarse en la grada; evitar de paso la desmotivaci¨®n. El presidente del Madrid recuerda el salto que peg¨® en el palco de Ly¨®n tras un gol de Benzema en unos octavos de Champions. ¡°No fue por el cari?o que le tengo o porque el gol nos asegurase los cuartos despu¨¦s de muchos a?os. En realidad el chaval hab¨ªa comprado hasta cien entradas; en el estadio estaba todo el mundo, desde su familia hasta amigos y compa?eros del colegio, y Mou lo dej¨® en el banquillo. As¨ª que cuando entr¨® y marc¨®, pens¨¦: ¡®qu¨¦ justicia, qu¨¦ alivio y qu¨¦ alegr¨ªa para ¨¦l¡±.
En casa o fuera
M¨¢s all¨¢ de la t¨¢ctica, del momento de forma, del estado del rival, est¨¢n los delicados componentes ¨ªntimos de cada uno. Bale, por ejemplo. En la puerta del estadio est¨¢ su rostro gigante apoyado por una marca dando la bienvenida a los aficionados haciendo un coraz¨®n con sus manos. El gal¨¦s recibe visitas en el hotel de lujo de una vida labrada en su barrio de la infancia; tipos de su calle saludan al viejo Gareth, hoy multimillonario y estrella del Real Madrid. Eso y un viejo instinto llevan a pensar a Bale que ser¨¢ decisivo en la final; desde el banquillo seguramente, pero cree que el partido puede ser cosa suya. Lo comenta furtivamente en el viaje. No es m¨¢s que una sensaci¨®n, que no es poco a estas alturas de semana. Tiene confianza en su reaparici¨®n en los campos, en su privilegiada velocidad a la hora en que la defensa italiana empiece a agotarse.
¡°Todo el mundo tiene un plan hasta que le meten la primera hostia¡±, dec¨ªa Mike Tyson. En el antiguo edificio de Julian Hodge el Madrid lanza un mensaje: no se pueden ganar todas las finales de Champions, pero las que no se pod¨ªan perder no se perdieron. La Liga, afirman, les ha dado cierta relajaci¨®n: la temporada no ser¨¢ un fracaso. Pero lo que asusta es el par¨®n de dos semanas: la Juve todav¨ªa compiti¨® el pasado domingo. Para todo lo dem¨¢s, miradas a Zidane y a la grada. ¡°Jugamos mejor fuera¡±, dice el presidente con una muchedumbre semibeatleman¨ªaca a las puertas del hotel. No est¨¢ claro que Cardiff sea, estos d¨ªas, el concepto de ¡°fuera¡± que se tiene en el f¨²tbol.
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