El poder de la convicci¨®n
La certeza es una ilusi¨®n escurridiza, pero su hermana la fe es un arma poderos¨ªsima
Los ni?os aceptan bastante mal la incertidumbre y el miedo que esta produce. Es por esto que reclaman respuestas que les den tranquilidad. De mis tres hijos, el peque?o es, aparte de un ni?o, uno particularmente insistente. Esto le ha llevado a formularme la misma pregunta casi todos los d¨ªas de los ¨²ltimos a?os. ¡°Pap¨¢, ?crees que Rafael volver¨¢ a ganar un Grand Slam?¡±. En los ¨²ltimos meses, se ha referido particularmente a Roland Garros.
Cada vez le he dado la misma respuesta. Por convicci¨®n y porque quiero que se eduque en el ejemplo. ¡°Yo creo que s¨ª, Joan. Porque es lo que quiero creer y porque es imposible trabajar con total entrega si t¨² no crees que vas a conseguirlo¡±. Al final, acababa dici¨¦ndole: ¡°Intenta hacer lo mismo t¨². Apl¨ªcate convencido de que vas a lograr lo que persigues¡±.
La noche previa al partido salimos a cenar a un restaurante japon¨¦s que est¨¢ al lado del hotel. ?ramos el equipo al completo y mantuvimos un ambiente muy relajado y alejado de cualquier comentario sobre la final. En esos momentos, cuando la inminencia ataca y la inquietud es inevitable, intentamos que Rafael se vaya a descansar pronto y que logre conciliar el sue?o. Complicado.
El domingo por la ma?ana, llegamos al club temprano y despu¨¦s del calentamiento en la pista 3, que nos dej¨® con buenas sensaciones, nos dirigimos al vestuario y ya no salimos de ¨¦l hasta que salimos a la pista. Ah¨ª es donde empieza la cuenta atr¨¢s. No perdonamos las partidas de parch¨ªs de rigor. Pensamos que mucho da?o no pod¨ªan hacer y, a continuaci¨®n, ya se empez¨® a hablar del partido. A medida que se iba acercando el momento, la tensi¨®n y los nervios se hac¨ªan m¨¢s patentes.
Era el momento de transmitirle seguridad, tranquilidad y tambi¨¦n de quitarle gravedad al momento. Le record¨¦ que una victoria o una derrota no iba a cambiarle la vida, que tuviera m¨¢xima confianza en ¨¦l mismo y, sobre todo, en el gran trabajo que ha hecho durante todo este a?o. Le record¨¦ que s¨®lo ten¨ªa que seguir haciendo lo que sabe hacer. Los mensajes de aliento se iban combinando con mensajes t¨¦cnicos y con los mensajes que le iban dando tambi¨¦n Francis y Carlos.
Mi sobrino llevaba desde el a?o 2014 sin levantar un trofeo de Grand Slam. Ha arrastrado problemas f¨ªsicos y psicol¨®gicos que lo han puesto al l¨ªmite de su confianza. Las dudas sobre su futuro, los vaticinios, c¨¢balas y expectativas ajenas no desmerec¨ªan las suyas propias y las de los que le rode¨¢bamos. En el mes de noviembre Rafael y yo mantuvimos una conversaci¨®n en su Academia y se la record¨¦.
Sentados en un sof¨¢ que hay en una zona apartada le ped¨ª a Rafael que recuperara su intensidad, que recuperara la posibilidad de volver a ser el n¨²mero 1 en tierra batida. Le ped¨ª que volviera a creer en su capacidad de lograr su d¨¦cimo Roland Garros, porque s¨®lo con su convencimiento pod¨ªamos hacer el trabajo que en la final se le recompens¨®. Nada m¨¢s acabar el partido llam¨¦ a mi hijo Joan y le record¨¦ lo que le hab¨ªa repetido tantas veces a lo largo del a?o: ¡°?Ves lo que te hab¨ªa dicho? Te dije que Rafael ganar¨ªa Roland Garros y lo ha hecho.
La certeza es una ilusi¨®n escurridiza, pero su hermana la convicci¨®n es un arma poderos¨ªsima que proporciona retos tan incre¨ªbles como este d¨¦cimo Roland Garros.
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