Paulinho, futbolista a la fuerza
El medio brasile?o, pretendido por el Bar?a, no colg¨® las botas en dos ocasiones gracias a la persistencia de su madre y su mujer
Si no se perd¨ªan ninguna pelada [pachanga] de su padrastro Marcos Ant?nio do Nascimento no era por el placer de verle jugar, sino porque cuando hab¨ªa descansos entre los partidos se pon¨ªan a chutar y a pasarse el bal¨®n como si no hubiera ma?ana. Era la pasi¨®n de Jos¨¦ Paulo Bezerra Maciel J¨²nior, Paulinho (S?o Paulo, Brasil; 29 a?os) y de su hermano mayor Erik. Aunque para fortuna del renacuajo de siete a?os, una ma?ana lo vio un ojeador y decidi¨® ficharle para el Lauzana Paulista, club de f¨²tbol sala que saciaba su hambre de bal¨®n porque bien saben en la Escuela Municipal Rom?o Gomes que era m¨¢s f¨¢cil verlo en las canchas que en el aula. Pero llegaron los d¨ªas en que la pelota dej¨® de ser lo m¨¢s importante y Paulinho estuvo a punto de quitarse las botas para siempre. Una desidia que recondujeron su madre, primero, y su mujer, despu¨¦s; virajes que ahora, jugador del Guangzhou pretendido por el Bar?a, quedan lejos.
Criado en el barrio de Vila Maria, distrito norte?o y obrero de S?o Paulo, a Paulinho le entr¨® el gusanillo de la competici¨®n y decidi¨® dar el paso al f¨²tbol grande, pero fue rechazado por el S?o Paulo, el Corinthians ¡ªel club de sus amores¡ª y el Gremio Barueri. As¨ª que con 14 a?os acept¨® la oferta del modesto Audax¡ Y pronto se arrepinti¨®. Resulta que sin ayudas econ¨®micas deb¨ªa despertarse cada ma?ana un cuarto de hora antes de las seis para coger tren, metro y autob¨²s, ir a clase, luego al f¨²tbol y de vuelta a casa m¨¢s tarde de las 19. ¡°No quer¨ªa ir a entrenar y dijo basta¡±, cuenta su madre Erika; ¡°no le gustaba y no quer¨ªa seguir. Pero le obligamos aunque no fuera su sue?o¡±. As¨ª que sigui¨® d¨¢ndole patadas al bal¨®n hasta los 17, cuando le lleg¨® una oferta del Vilnius de Lituania, afiliado al Audax. All¨ª coincidi¨® con otros nueve brasile?os, lo que le ayud¨® a la adaptaci¨®n hasta cierto punto porque sufri¨® repetidos episodios de racismo. ¡°Paseaba con mi mujer por el centro y algunas personas nos provocaban. En los partidos, imitaban a monos y arrojaban monedas¡±, explica Paulinho. Tambi¨¦n entendi¨® r¨¢pido que los aficionados, en lo que era una tradici¨®n del club, no les dar¨ªan la mano tras acabar el partido.
Hastiado del ambiente, Paulinho emigr¨® a Polonia, al Lodz, club que pertenec¨ªa al mismo due?o del Vilnius. Pero se repitieron los menosprecios y los actos racistas, al tiempo que all¨ª ten¨ªan muchas dificultades para cobrar y el entrenador decidi¨® que su sitio estaba en el banquillo. Por lo que regres¨® a Brasil y quiso dejar el f¨²tbol por segunda vez. Entonces B¨¢rbara, su mujer, le solt¨®: ¡°?C¨®mo vas a mantener a tu familia?¡±. El centrocampista reflexiona ahora: ¡°En 2008 ya no aguantaba jugar a f¨²tbol. Si no fuera por mi esposa¡ As¨ª que empec¨¦ desde cero porque no ten¨ªa ad¨®nde ir, no sab¨ªa trabajar, no sab¨ªa hacer otra cosa que jugar al f¨²tbol¡±. Y tard¨® poco en aceptar una nueva oferta del Audax, de la Cuarta Divisi¨®n del campeonato paulista. Categor¨ªa que en un a?o se le qued¨® chica, tal y como apreci¨® el t¨¦cnico del Bragantino, de Segunda. Y una temporada m¨¢s tarde ya ten¨ªa su sitio en el eje del Corinthians bajo el mando de Tite ¡ªseleccionador de Brasil¡ª, donde venci¨® la Serie A (2011), la Libertadores (2012) y el Mundial de Clubes (2013).
De la mano de Tite
Su eclosi¨®n ya era una realidad y alcanz¨® la selecci¨®n brasile?a y la Copa Confederaciones de 2013, donde se subray¨® en may¨²sculas hasta el punto de que d¨ªas despu¨¦s de que acabar el torneo estamp¨® su firma con el Tottenham. All¨ª empez¨® bien con Andr¨¦ Villas-Boas, pero perdi¨® peso cuando Tim Sherwood le sucedi¨® y acab¨® en el anonimato cuando Pochettino le relev¨®. ¡°Me afectaron los cambios de t¨¦cnicos y al final jugu¨¦ poco y casi nunca en mi posici¨®n¡±, se lamenta Paulinho, que acept¨® la oferta desde China, del Guangzhou Evergrande, con un salario de siete millones de euros y la seguridad de que contar¨ªa con minutos, la condici¨®n que le reclama Tite para mantenerle en la selecci¨®n.
Aunque el Guangzhou se remite a la cl¨¢usula de 40 millones, el Bar?a intenta rebajar el precio antes de ma?ana, d¨ªa de cierre del mercado chino. Pero pase lo que pase, seguro que le da las gracias a las dos mujeres de su vida, que le hicieron futbolista a la fuerza.
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