El cl¨¢sico entre el Real Madrid y el Barcelona en Miami: una Super Bowl latina
Fuegos artificiales, concierto musical y amistad en las gradas del estadio
Fue un espect¨¢culo de f¨²tbol. Pero hubiese o no habido goles, la fiesta y el show estaban garantizados. Todo estaba milimetrado al detalle en el estadio Hard Rock de Miami para el partido en el que el Barcelona venci¨® (3-2) al Real Madrid. Antes de que los jugadores saltaran al c¨¦sped, se emitieron dos v¨ªdeos de cada equipo en las pantallas. Tras las porter¨ªas se colgaron dos pancartas enormes con los escudos y un lema. Y cuando entraron al terreno de juego, el estadio estaba pr¨¢cticamente a oscuras bajo una m¨²sica de suspense, como si fueran gladiadores. Solo un foco blanco iluminaba a los futbolistas mientras caminaban lentamente. Tras colocarse ante los fot¨®grafos, se soltaron fuegos artificiales. Hubo un clamor generalizado y las luces se encendieron.
Era el primer cl¨¢sico de la historia en Estados Unidos, pero por la trascendencia del espect¨¢culo se asemejaba m¨¢s a una Super Bowl, la final de la liga de f¨²tbol americano. No pod¨ªa faltar la actuaci¨®n musical del descanso, a cargo de Marc Anthony. Pero en este caso fue una Super Bowl con enfoque latino. La inmensa mayor¨ªa de los 66.000 aficionados que llenaron el estadio de los Dolfins de f¨²tbol americano eran latinoamericanos.
Muchos viajaron desde lejos para acudir al partido, cuyas entradas en reventa llegaban a los 5.000 d¨®lares. Milton Uribe, un chileno de 43 a?os, vino desde Chicago. ¡°Ha sido mucho mejor de lo que me esperaba¡±, dec¨ªa este aficionado del Madrid. ¡°No me esperaba tantos goles¡±, a?ad¨ªa Genaro Gonz¨¢lez, un mexicano de 28 a?os que condujo seis horas desde el norte de Florida para animar al equipo catal¨¢n. El esfuerzo hab¨ªa valido la pena.
La rivalidad entre merengues y cul¨¦s se palp¨® en el c¨¦sped y en las gradas. Era un amistoso bajo un calor sofocante, pero la intensidad fue m¨¢xima. Los goles r¨¢pidos al inicio del partido desataron la euforia. Aunque los aficionados blancos eran algo m¨¢s sonoros, el estadio parec¨ªa estar pr¨¢cticamente dividido entre seguidores de los dos equipos. El hecho de ser un partido amistoso en el extranjero propici¨® im¨¢genes ins¨®litas: las gradas mezcladas con los colores de los dos equipos bajo un ambiente festivo. Hubo c¨¢nticos, tambi¨¦n gritos de ol¨¦ y reproches al ¨¢rbitro. Nada extra?o.
Lo que s¨ª fue extra?o fue el marco, si se compara con los estadios espa?oles. La idiosincrasia estadounidense y tropical era indisimulable. En algunas zonas de las gradas del Hard Rock, hab¨ªa peque?as mesas entre los asientos para poder dejar c¨®modamente una bebida y comida. En los exteriores del estadio, se levantaba una hilera de palmeras. Una avioneta con publicidad sobrevolaba los alrededores. Y dentro del campo de juego, hab¨ªa anuncios de todo tipo, por ejemplo contras las adicciones a las drogas y un servicio para denunciar una ¡°mala conducta¡± de alg¨²n aficionado. Un espect¨¢culo made in USA.
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