El oficio de Ba?eres
El periodista de Lleida fallecido ayer a los 72 a?os fue un referente. Cuando se jubil¨®, elpais.cat public¨® el art¨ªculo de Ramon Besa que se reproduce
Enric Ba?eres ha dejado de escribir, as¨ª de golpe, como quien deja de fumar. El jueves firm¨® su ¨²ltimo art¨ªculo en Mundo Deportivo, Permitan que les diga, ya hace tiempo que no publica en La Vanguardia y el lunes se despidi¨® tambi¨¦n de la tertulia del Bast¨¦ en RAC-1. Lo hizo con discreci¨®n, mucha dignidad y al mismo tiempo con una grandeza que ya no recordaba en nuestro oficio: ¡°Ya llevo m¨¢s de 40 a?os en el trabajo y cuando llegas a los 70, como es mi caso, s¨®lo puede haber un punto final¡±. Y a?adi¨®: ¡°No tengo contactos, no estoy implicado con la actualidad, mis opiniones son las que puede tener cualquier persona que se toma un caf¨¦ en la barra de un bar y cada vez me cuesta m¨¢s escribir los art¨ªculos¡±.
Una declaraci¨®n para quitarse el sombrero, porque huye de cualquier concesi¨®n, y m¨¢s del populismo, y nos reconcilia con el trabajo y la vocaci¨®n de servicio, algo que olvidamos desde que los periodistas aspiramos a ser m¨¢s importantes que las noticias con la excusa de que hoy ya se sabe todo y ya no hay exclusivas sino filtraciones. Nos enga?amos para justificarnos y damos la culpa a los dem¨¢s. Ba?eres da a entender que aspira a recuperar el anonimato para hacer lo que le d¨¦ la gana, sin estar pendiente de lo que dicen los otros, ahora que seguramente ya no tiene tanta ilusi¨®n por el oficio, y recuerda por otra parte cu¨¢les son las funciones del periodista: estar informado para informar a los que quieren ser informados.
Sus textos eran referentes, de lectura obligada, porque daba noticias y te obligaba a espabilarte y a profundizar en tus convicciones para dudar, reafirmarte o desdecirte
Ya quedan pocos periodistas como Ba?eres. Ya s¨¦ que habr¨¢ quien celebre su jubilaci¨®n. No ha sido nunca un hombre f¨¢cil: hab¨ªa quien lo ten¨ªa por un sectario y un pedante, otros lo consideraban un c¨ªnico, y tambi¨¦n habr¨¢ quienes, tras analizar su gran trayectoria, lo acusar¨¢n de haber cambiado de bando en un momento de su vida, como si se pudiera pasar del Tele/eXpres al Grupo God¨® como si nada. Las redes sociales tampoco le hicieron ning¨²n bien cuando se le quiso identificar como nu?ista anticruyffista y antiguardiolista y no tuvieron en cuenta sus libros y obras enciclop¨¦dicas, ni su docencia como profesor de periodismo en la UIC.
Todav¨ªa recuerdo un art¨ªculo suyo, ?Qui¨¦n le niega una asistencia a Michael Jordan?, que me sac¨® de quicio por su mala leche, escrito para hacerse notar. A menudo hemos sostenido opiniones opuestas porque miramos el f¨²tbol de manera diferente y no puedo decir que soy amigo suyo, pero me costar¨¢ acostumbrarme a su ausencia porque nos hac¨ªa mejores a todos. Sus textos eran referentes, de lectura obligada, en Barcelona y en Madrid, y en los peri¨®dicos europeos, porque daba noticias y te obligaba a espabilarte y a profundizar en tus convicciones para dudar, reafirmarte o desdecirte. A m¨ª me hizo ver lo bueno que era Xavi despu¨¦s de que yo lo negara por comparaci¨®n con Guardiola; suerte tuve de ¨¦l.
Nunca agradecer¨¦ bastante a Ba?eres c¨®mo me ense?¨® a partir de la exigencia, de la responsabilidad, del ejercicio del periodismo
Inteligente, escrib¨ªa mucho y muy bien, ten¨ªa una iron¨ªa fina y era un gran polemista. Puedo dar fe porque durante un tiempo protagonizamos un intenso mano a mano en La Grader¨ªa, de Radio Barcelona. Aquel programa, dirigido por Sergi L¨®pez, en 1996, fue pionero en el g¨¦nero de las tertulias deportivas cuando a¨²n se debat¨ªa y se discrepaba. Discutimos mucho sobre N¨²?ez y Cruyff, la controversia era permanente cada lunes, y la gente, aficionados radicales hoy a?orados como Mart¨ªn Mart¨ªnez, llamaban a la emisora para dar su opini¨®n. Aprend¨ª mucho, m¨¢s que nunca en la vida, porque si no estabas algo preparado, si no te hab¨ªas documentado e informado, Ba?eres te ridiculizaba hasta hacerte llorar; le maldije mil veces.
Nunca agradecer¨¦ bastante a Ba?eres c¨®mo me ense?¨® a partir de la exigencia, de la responsabilidad, del ejercicio del periodismo. Aprend¨ª a ir a las tertulias con una libreta por miedo de quedarme en blanco, a pensar y apuntar mis reflexiones, a argumentar para no sufrir, a escuchar antes de hablar, a diferenciar entre discrepar y odiar. Tengo un recuerdo inolvidable de aquellas jornadas agotadoras, y m¨¢s ahora, cuando muchas veces vamos a la radio o en la televisi¨®n a darle al pico, darnos importancia y perdonar la vida a los dem¨¢s, por no hablar de los que se tiran los trastos a la cabeza, como si fuera una comedia, un espect¨¢culo, un reality show lleno de gritos.
Lo recuerdo con nostalgia y gratitud cuando aquellas trifulcas dial¨¦cticas se han convertido en una trituradora de carne, como dijo Segurola: ¡°Ahora no son debates, son otra cosa, nada que ver con la argumentaci¨®n de Enric¡±
Me estremece tanto el periodismo de tesis, aquel que hace ver que lo sabe todo y resulta que nada se cumple, como el de la mentira, el que difama y acusa sin pruebas, s¨®lo por joder, y en cambio me interesa el que propone opiniones diferentes, incluso antag¨®nicas, sin faltar al respeto. A los periodistas de prensa escrita nos fueron muy bien las tertulias porque hasta entonces nos enfrent¨¢bamos a un folio en blanco y dec¨ªamos lo que nos daba la gana. El micr¨®fono, en cambio, nos oblig¨® a contrastar las opiniones antes de publicarlas, a ser m¨¢s cuidadosos, a argumentar de manera s¨®lida, y tambi¨¦n a sabernos comportar sin perder los nervios, lo que no quiere decir que desde entonces hayamos aprendido.
Lo recuerdo con nostalgia y gratitud cuando aquellas trifulcas dial¨¦cticas se han convertido en una trituradora de carne, como dijo Santiago Segurola: ¡°Ahora no son debates, son otra cosa, nada que ver con la argumentaci¨®n de Enric¡±. Ba?eres se las ha tenido con mucha gente, ¨²ltimamente con Joan Maria Pou, otro periodista al que le gusta contrastar, preguntar, discutir, polemizar, un buen representante de una escuela que evoluciona sin olvidar las ra¨ªces de este oficio que ha defendido Ba?eres con un humor tan fino que el lunes le permiti¨® decir en Can Bast¨¦: ¡°Me hab¨¦is hecho una peque?a degustaci¨®n de mi obituario¡±. Muchos nos hemos mayores con el gusanillo period¨ªstico de Ba?eres. Lo deja porque dice que no tiene contactos y no est¨¢ implicado con la actualidad. Y yo me pregunto: ?Cu¨¢ntos periodistas no deber¨ªamos dejarlo si fu¨¦ramos consecuentes con el esp¨ªritu de trabajo como ha hecho ¨¦l? Muchas gracias, admirado maestro Enrique.
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