Reemplazar a Neymar, cueste lo que cueste
Perdido el jugador, el principal temor reside en saber c¨®mo gestionar¨¢ la junta actual tan suntuoso cheque
Una de las circunstancias que me tienen absolutamente maravillado ante la inminente marcha de Neymar es que todav¨ªa desconocemos el coste exacto de su llegada, una anomal¨ªa inconcebible en cualquier otra entidad pero perfectamente asumible en este club cuya historia m¨¢s reciente se escribe de cara a la pared, a doscientos kil¨®metros por hora y con los labios pintados de rojo: a lo loco. Contemplo la posibilidad de que esta sea una afirmaci¨®n desproporcionada y alentada por el dolor que, como aficionado, me produce la partida del garoto pero hace un tiempo que vengo barruntando lo siguiente: si el f¨²tbol fuese una pel¨ªcula de M. Night Shyamalan -incluso puede que lo sea y no me haya enterado- el resto del mundo ya debe haber comprendido que el Bar?a est¨¢ muerto pero todav¨ªa no lo sabe o, lo que es peor, s¨ª lo sabe pero vive feliz pensando que la muerte no le sienta tan mal.
Dice mi buen amigo Josep Bob¨¦, socio con solera y autor de un t¨ªtulo indispensable para comprender los or¨ªgenes del club (¡®Quan no ¨¦rem ni onze¡¯, editorial Gregal), que Qatar da y quita, como los ¨¢rbitros, y no ser¨¦ yo quien le lleve la contraria: para descifrar al Bar?a, como a la vida, conviene siempre escuchar a quien ha trasegado m¨¢s uva que t¨². La suya es una visi¨®n afilada que poco tiene que ver con la bondad propia de los seres de luz, esos millares de socios y aficionados capaces de sostener que Neymar aterriz¨® en Barcelona enamorado de aquel f¨²tbol con copyright, deslumbrado por el buen vestir de las zamarras azulgranas y con la ilusi¨®n de convertir la banda izquierda del Camp Nou en el peque?o jard¨ªn de su nueva casa. Nada tuvo que ver el dinero, aseguran, en la decisi¨®n de un padre y un hijo a quienes se les intu¨ªa modestia por los cuatro costados de Instagram hasta hace unas pocas semanas: lleg¨® por amor y se va por dinero, as¨ª reza desde ya la leyenda del forajido Neymar y el nuevo Darth Vader.
Perdido el jugador, el principal temor reside en saber c¨®mo gestionar¨¢ la junta actual tan suntuoso cheque. Ocho ceros ilusionan al m¨¢s pintado pero nadie mejor que el aficionado cul¨¦ para saber que los entierros m¨¢s austeros se fraguan entre la opulencia y los brindis de urgencia, como una mala noche en el casino: recordar c¨®mo se invirtieron los millones recibidos a cambio de Luis Figo es cuento recurrente, todav¨ªa hoy, entre los amantes de la narrativa de terror y las fogatas de acampada. Desde Coutinho a Dybala, pasando por Mbapp¨¦, todos los nombres sugeridos parecen solventes pero convendr¨ªa recordar que no todo el mundo cae de pie en el salto del papel al c¨¦sped. M¨¢s que un debate de nombres, el Bar?a deber¨ªa afrontar la disyuntiva entre retomar una idea que lo hizo eterno o persistir en el atajo forzado, en una suma pura de talentos que ya se ha mostrado defectuosa. Ninguno de los que lleguen ser¨¢ mejor futbolista que Neymar y ni su religiosa presencia bast¨® para disputar al m¨¢ximo rival la hegemon¨ªa europea en las dos ¨²ltimas temporadas. ?Soluci¨®n? Fichar a Toni Kroos y a Marco Asensio aunque nunca, jam¨¢s, nos revelen el precio de las dos operaciones: si vamos a comportarnos como millonarios caprichosos, al menos hag¨¢moslo bien, cueste lo que cueste.
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