El Atl¨¦tico rescata un punto en Girona con diez
El equipo de Simeone, que empez¨® perdiendo 2-0, se sobrepone a la expulsi¨®n de Griezmann, pero fue inferior al equipo local durante m¨¢s de una hora
En Montilivi, durante m¨¢s de una hora, el novato fue el Atl¨¦tico, destrozado y apabullado en por un equipo sobrio, con el libreto de su entrenador atornillado en la cabeza de cada uno de sus jugadores. Siete de ellos, titulares el curso pasado en Segunda Divisi¨®n. El rol de equipo debutante solo lo asumi¨® el Girona en el ¨²ltimo tramo, cuando no supo defender el 2-0 ante un rival que jugaba con diez por la expulsi¨®n de Griezmann. Se comi¨® un golazo de Correa y un remate de Gim¨¦nez a falta de cinco minutos. Con todo, pudo ganar, de no ser porque Oblak meti¨® una mano prodigiosa a remate en sus narices de Kayode. Al Atl¨¦tico le queda agarrarse a la reacci¨®n con la que pudo ara?ar un punto cuando apuntaba a topetazo, pero dej¨® muchas dudas de por medio. La primera, la falta de pedigr¨ª y de ambici¨®n para imponer galones en el inicio del juego.
Solo el rugido entusiasta de la grada en cada ataque de los suyos, propio de la reacci¨®n que causa ver c¨®mo el peque?o le hace pupa al grande, delat¨® que el Girona estrenaba categor¨ªa. Se expres¨® el equipo de Mach¨ªn esplendoroso, desmintiendo que jugar con tres centrales es sin¨®nimo de cerrojazo. Lo suyo es una cuesti¨®n de buscar superioridades en el medio, con dos pu?ales abiertos como Maffeo y Aday para apoyar a Pere Pons, Granell y Borja Garc¨ªa. Este ¨²ltimo bail¨® a todo el centro del campo del Atl¨¦tico movi¨¦ndose a los espacios libres. Con la pelota, a veces, los humill¨®. Arriba, entre la movilidad chisposa de Portu y el oficio de goleador resabiado de Stuani, incomodaron a un rival irreconocible.
Sali¨® el Atl¨¦tico al partido con esa fe ciega que gasta en que la espera atr¨¢s tarde o temprano le acabar¨ªa por dar r¨¦ditos. El plan de siempre para un resultado que pudo ser catastr¨®fico como pocas veces. Esa puesta en escena no fue ni es digna de un aspirante. Con menos ritmo que el rival, con una preocupante distancia entre l¨ªneas que dibujaba a un equipo destartalado y sin una sola se?a de identidad que le caracteriza, el Atl¨¦tico deambul¨® sonado por Montilivi durante mucho tiempo. Demasiado. La f¨®rmula de encajonarse en campo propio y esperar una contra o un error del contrario puede funcionar solo desde la solidez defensiva y de eso tampoco tuvo el Atl¨¦tico un gramo en muchas ocasiones. Irreconocible, encaj¨® dos goles en tres minutos con dos cabezazos en el coraz¨®n del ¨¢rea. En el primero, Stuani castig¨® esa falta de contundencia que a veces tiene Savic para ir a los despejes a¨¦reos. El uruguayo le gan¨® el vuelo y despu¨¦s gir¨® el cuello para estampar la pelota junto al palo de Oblak. Tres minutos despu¨¦s, Gim¨¦nez despej¨® al medio una falta al segundo palo. Por all¨ª estaba Stuani, libre para volver a meter la testa. En 25 minutos el Girona ya hab¨ªa pasado por encima al Atl¨¦tico en el juego y en el marcador.
La fe de Correa
Los dos tantos envalentonaron a¨²n m¨¢s al Girona, que sigui¨® con su zarandeo particular. Portu pudo hacer el tercero, evitado por Oblak bajo la l¨ªnea de gol. Simeone, en la banda, asist¨ªa a uno de los peores partidos que se le recuerdan al Atl¨¦tico desde su llegada. Vio durante muchos minutos a un equipo que defend¨ªa mal y atacaba peor. De esto ¨²ltimo ya ha dado s¨ªntomas durante la pretemporada.
La vuelta del descanso trajo la l¨®gica arrancada honrosa del Atl¨¦tico tras el esperpento de la primera mitad. Griezmann conect¨® una chilena antes de dejar a su equipo con diez por protestar una acci¨®n en la que fue derribado por Iraizoz dentro del ¨¢rea. Antes, Simeone ya hab¨ªa intentado igualar esa inferioridad en el medio del campo sacrificando a Juanfran, metiendo a Correa y apostando por una defensa de tres centrales.
Fue Correa el que lider¨® la resurrecci¨®n de su equipo. A su f¨²tbol le van ese papel y esos paisajes de partidos que requieren individualismo atrevido. Correa juega a lo que ¨¦l solo cree, a intentar hacer siempre una de m¨¢s, a desbordar, a pasar o a chutar casi siempre en situaciones imposibles. Cuando le sale, le sale y sus acciones o sus goles son homenajes al f¨²tbol callejero. Su gol lo fue. Un eslalon para zafarse de tres defensas y derechazo inesperado a la carrera que se fue a la escuadra. Al poco, Gim¨¦nez culminaba la reacci¨®n poniendo el empate en una jugada en la que Iraizoz tuvo su contribuci¨®n. El punto para el Atl¨¦tico tuvo el m¨¦rito de la fe, pero antes fue un equipo tan novato como irreconocible. Anoche se salv¨®, pero ese desplome del primer tiempo es preocupante porque no compiti¨®. Algo muy grave para un equipo cuyo entrenador basa gran parte de su ideario y de sus discursos en esa palabra.
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