Espa?a se da un gustazo contra Italia
El mágico Isco se encumbra como internacional en la goleada de la selección (3-0), que enfila su clasificación para Rusia 2018. La gente celebra por todo lo alto el regreso de Villa
Con la derecha y con la izquierda. La agudeza de Isco, con dos goles con distinto pie, enfiló a Espa?a hacia el Mundial de Rusia de 2018, que ya le queda a tres pasitos. Nadie simbolizó como el malague?o la diferencia entre la Roja e Italia: el talento, lo que Julen Lopetegui esparció por todo el frente de ataque, con Isco, Iniesta, Asensio y Silva. El técnico renunció a la ortodoxia de un ariete convencional y se entregó a las botas más sutiles. Y por esa chistera, en este caso la de Isco —que sumaba dos goles como internacional en 17 partidos—, el conjunto espa?ol se llevó el duelo y ya pide embarque para tierras rusas, salvo descalabro histórico con Liechtenstein, Albania e Israel.
La victoria de la Roja no fue consecuencia de un fútbol coral o de un sometimiento a la azzurra. El conjunto de Lopetegui pasó por diferentes fases, incluso en varios capítulos se vio gobernada, pese a su exquisita columna de centrocampistas para manejar la trama. Hasta que Isco, con dos destellos, dejó tieso a Buffon. Primero con una falta en la que la pelota no cogió toda la rosca pretendida por el andaluz, pero suficiente para batir al legendario portero italiano, al que a sus 39 a?os ya todo le cuesta mucho más. El partido no había tenido sacudidas cuando la Roja ya estaba en ventaja antes del cuarto de hora. De hecho, no hubo portero que interviniera con las manos hasta que lo hizo De Gea mediado el primer acto tras un cabezazo venenoso de Belotti.
Sin profundidad por la ausencia de un nueve para el descorche, sorprendió que Espa?a se replegara de forma intensiva en propio campo en diversos momentos. Tanto porque no alistaba futbolistas con diente para el quite como por las dificultades de los zagueros visitantes para dar carrete al juego desde la trinchera cuando la Roja optó por cegar la salida del juego de su adversario. Esa variante no tuvo frecuencia e Italia, nada encogida desde una alineación con delanteros como Immobile, Belotti, Insigne y Candreva, tuvo la vista al frente. De hecho, un choque sin goles de nada le hubiera servido a esta Italia con más oficio que finura. Lo segundo es lo que le demandaba la jornada.
A la espera de que alguno de los cometas en la ofensiva se las ingeniara, el equipo de Lopetegui también encontró el sostén de sus centrales (con Piqué silbado y coreado) y Busquets, el espinazo de la retaguardia. Los tres se mostraron tan firmes como De Gea, que resolvió con acierto en la suerte que mejor domina. Es decir, todo aquello que le suceda con el larguero en el cogote. No deja la línea de gol por ninguna causa. Es ahí, en su territorio, cobijado bajo palos donde De Gea se siente De Gea.
Tan mutante fue Espa?a que una jugada que arrancó con una contra derivó en una cadena de pases horizontales cerca del balcón del área de Bonucci y sus camaradas. La acción había perdido volumen cuando Isco dejó en la cuneta a Verratti y se apa?ó un inesperado remate con la zurda. Demasiado para Buffon, que no rectificó a tiempo cuando quizá imaginaba el tiro a su derecha. De Isco en Isco, la Roja puso el encuentro a sus pies, los más delicados y mimosos con el balón de toda la noche.
Al borde del desahucio y en vías de una farragosa repesca, Italia no logró alterar el guion. Lo pudo hacer Insigne recién madrugado el segundo tramo, pero de nuevo se interpuso De Gea. Espa?a, compacta pero sin otros alardes que los de Isco, no consintió más a su rival. Sin apremios y con inteligencia, poco a poco fijó el rumbo que le convenía. Y en caso de apagón, ahí estaba Isco, autor de un pu?ado de virguerías, como el monumental ca?o a Verratti para asistir a Carvajal y permitirle un duelo cara a cara con Buffon, esta vez ganado por el italiano.
Templado el juego, Lopetegui activó el plan b, en esta ocasión, el envite por un delantero genuino para cerrar la partida. Dicho y hecho. Irrumpió Morata por Iniesta, de nuevo algo pálido, y esta Espa?a desconcertante encontró el tercer tanto. En absoluto resultó chocante que anotara el ariete del Chelsea, pero sí que su geométrico asistente a la carrera fuera Sergio Ramos con sprint infinito por el carril diestro. Embocó Morata y la hinchada, muy nutrida de chavalería, estalló de júbilo con el regreso de Villa. Espa?a tiene memoria, por muchos jovenzuelos que hubiera en Chamartín. Un brindis final de Lopetegui a la gente, a Isco, el relevado, y al propio goleador asturiano. La mejor manera de bajar el telón a una cita cruda que la Roja despachó a gusto con ariete y sin él. Isco se bastó y los demás le dieron la cobertura necesaria. Rusia a la vista.
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