Espa?a golea en el recreo de Liechtenstein
La Roja cumple con la faena de ali?o y abruma a la selecci¨®n 190 del mundo. Los espa?oles, salvo descalabro total, est¨¢n a un dedo de Rusia
En el vecindario de Liechtenstein, de 35.000 habitantes, hubo un simulacro de f¨²tbol, no un partido. Espa?a se tom¨® con cierto rigor el recreo y no hizo nada del otro mundo para un equipo de su rango: golear a la selecci¨®n 190 del mundo, un puesto por delante de Yibuti. Para la Roja, que a falta de medirse con Albania e Israel est¨¢ a unos cent¨ªmetros de Rusia 2018, fue un encuentro playero. Una cita ferial para alimentar el debate sobre la conveniencia de que conjuntos que ni siquiera alcanzan el grado de teloneros disputen una liguilla previa entre s¨ª y descarguen los calendarios. La FIFA aduce la universalidad de este juego y no admite la criba, aunque pa¨ªses como Liechtenstein jam¨¢s podr¨¢n consagrar el f¨²tbol por mucho ¨¢nimo que pongan en cada zurra que se llevan. Eso s¨ª, tienen voto en los congresos rectores del f¨²tbol mundial.
Mientras no se corrija la FIFA, a Espa?a, como a otros de la ¨¦lite, no les queda otra que asumir estas citas, aunque sea como un entrenamiento en Las Rozas. Para el ensayo, Lopetegui, que no se f¨ªa ni de Liechtenstein, mantuvo a siete de los titulares frente a Italia y alter¨® el sistema. Monreal hizo de tercer central junto a Ramos y Piqu¨¦, desaparecieron los laterales y Pedro y Silva ventilaron los extremos. Thiago auxili¨® a Busquets y Morata se enquist¨® como ariete. Enfrente, un pelot¨®n de chicos locales arrestados en su propia ¨¢rea. La Roja frente a un dique de plastilina.
A veces, escuadras como la de Liechtenstein resisten si acaso el primer cuarto de hora, cuando les alcanza el fresco y a¨²n no tienen el coraz¨®n en los huesos. En esta ocasi¨®n ni eso. A los dos minutos, Silva lanz¨® una falta lateral y a Sergio Ramos, como si fuera un p¨¢rvulo en el juego a¨¦reo, le consintieron un cabezazo en los morros del portero Jehla.
A los espa?oles les bastaba con tramitar el juego de costa a costa para desarbolar a su aficionado adversario. En un partido que no dio para valoraciones individuales, los goles cayeron con naturalidad. Ya fuera por el acierto visitante, como la vistosa trenza de Iniesta e Isco que deriv¨® en un remate de cabeza de Morata para el segundo tanto; o ya fuera por el desatino local. Al minuto siguiente de la diana del delantero del Chelsea, Jehla, que a sus 35 a?os a¨²n resiste como acribillado guardameta de Liechtenstein, se anud¨® los pies. El portero dio una patada al aire e Isco marc¨® con la puerta abierta de par en par. Tan poca aplicaci¨®n merec¨ªa el duelo que bostezaron los asistentes arbitrales, con la caraja en un par de fueras de juego ¡ªuno de Sergio Ramos y otro con gol anulado a Morata¡ª solo existentes en su imaginario.
En una noche de faena de ali?o, Silva, el ¨²nico titular fijo en los doce partidos dirigidos por Lopetegui, confirm¨® su pichichi con el t¨¦cnico vasco. Suyo fue el mejor emboque de la jornada, una falta lateral directa que dej¨® la pelota en la red. Al descanso, sin otra intriga que la contabilidad goleadora, el seleccionador espa?ol dio aire a Ramos y Silva en favor de Nacho y Aspas. Para el madridista, sin amenazas al frente, un d¨ªa contemplativo. Para el gallego, con su equipo de asalto en asalto, una noche para gozar. A ¨¦l le cay¨® el quinto gol tras otro cabezazo de Morata y dos rebotes, uno en el larguero y otro en el cuerpo del desdichado Jehla. Eso s¨ª, poco despu¨¦s, Iago Aspas tir¨® de escuadra y cartab¨®n para filtrar un pase arquitect¨®nico a Morata, que sell¨® el set silbando.
Espa?a no se conform¨®. En realidad, no le qued¨® otro remedio. El partido solo ten¨ªa ida y hubiera sido de mal gusto, sobre todo para el rival, anestesiar el choque, pacificarlo. As¨ª que Aspas sigui¨® a lo suyo y certific¨® el s¨¦ptimo ya con Deulofeu, relevo de Isco, en el campo. Y hasta Nacho y Piqu¨¦, sin tajo en lo suyo, pudieron marcar. Salvo De Gea, cualquier espa?ol pudo festejar alguna diana de hab¨¦rselo propuesto con mayor empe?o. Bueno, tampoco fue muy necesario. El octavo gol, tantos como logr¨® Espa?a en Le¨®n en la visita de los muchachos de Liechtenstein, lleg¨® sin querer. Un centro de Deulofeu lo desvi¨® un zaguero.
Partidos con este cartel no enga?an. En ocho pase¨ªllos con Liechtenstein, la Roja, que lleva 61 partidos de clasificaci¨®n mundialista sin perder (48 victorias y 13 empates), tiene un balance goleador de 39 a cero. Pero la FIFA no toma nota y no parece que lo vaya a hacer a medio plazo.
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