La Bombonera, el ¨²ltimo recurso de una Argentina desesperada
La selecci¨®n cambia el estadio de River por el de Boca, m¨¢s peque?o y con el p¨²blico casi cayendo sobre los jugadores. Pero la historia no ayuda a ser optimistas
As¨ª como Conversaci¨®n en La Catedral?comienza pregunt¨¢ndose en qu¨¦ momento se jodi¨® el Per¨², cualquier cr¨®nica de f¨²tbol que se escriba en Buenos Aires por estas horas podr¨ªa parafrasear al inicio de una de las obras cumbres de Mario Vargas Llosa: ?En qu¨¦ momento se jodi¨® la selecci¨®n argentina? Precisamente ante Per¨², este jueves, el equipo que comanda Lionel Messi se jugar¨¢ gran parte de la clasificaci¨®n al Mundial Rusia 2018. Lo har¨¢ con el estado emocional tan alterado que decidi¨® cambiar de estadio como quien visita a un cham¨¢n para sacudirse la energ¨ªa negativa. Argentina abandon¨® su hist¨®rica casa desde el Mundial 78, el Monumental, el estadio de River Plate, y pasar¨¢ a ser local en la Bombonera, la cancha de Boca Juniors, de cuyas tribunas m¨¢s verticales y cercanas del campo de juego se espera que act¨²en como una escenograf¨ªa intimidante para Per¨². A falta de un cuadro confiable, Argentina apunta al marco. Si Messi es el director de una sinf¨®nica en el Barcelona, su selecci¨®n apela a la ac¨²stica de los estadios.
La albiceleste pretende que la Bombonera sea un Coliseo romano. Su reputaci¨®n va en ese camino: como muy pocos en el mundo, el estadio de Boca desprende una aureola atemorizante para los rivales. Futbolistas que jugaron all¨ª dijeron haberse sentido amedrentados por c¨®mo se mov¨ªan las tribunas. Pero a veces el mito choca con la realidad y ¨¦ste es un caso: las estad¨ªsticas no demuestran a la Bombonera como m¨¢s infranqueable que el Monumental, la cancha que la selecci¨®n acaba de dejar inculp¨¢ndola de no acobardar a los rivales porque los hinchas alientan m¨¢s lejos del campo de juego. Incluso la ¨²nica vez que Argentina no pas¨® las Eliminatorias fue en la casa de Boca, en 1969, justamente ante Per¨², cuando empat¨® 2 a 2 y se qued¨® afuera de M¨¦xico 70.
El Monumental y la Bombonera fueron estrenados con pocos a?os de diferencia, el de River en 1938 y el de Boca en 1940, pero sus dise?os y contextos son casi opuestos. El Monumental fue levantado lejos del centro de Buenos Aires, en terrenos ganados al R¨ªo de la Plata, por lo que el club dispon¨ªa de espacio suficiente. Como adem¨¢s los Juegos Ol¨ªmpicos ten¨ªan m¨¢s importancia que los Mundiales de f¨²tbol, y Buenos Aires pretend¨ªa ser sede ol¨ªmpica, River le agreg¨® una pista de atletismo. En cambio el nuevo estadio de Boca fue levantado en el mismo lugar en el que se encontraba la antigua cancha de madera del club, en La Boca, uno de los barrios con mayor densidad demogr¨¢fica. En esa falta de espacio, el arquitecto debi¨® construir las tribunas lo m¨¢s vertical posible y prescindir de una grada lateral (donde hoy est¨¢n los palcos).
Argentina recibi¨® en el Monumental a las potencias europeas que visitaron el pa¨ªs en la d¨¦cada del 50 pero la casa de la selecci¨®n en cuatro de las primeras cinco Eliminatorias, entre 1957 y 1973, fue la Bombonera. La cancha de Boca entrar¨ªa en desuso cuando el gobierno de Juan Domingo Per¨®n, en 1974, decidi¨® que el Monumental ser¨ªa la sede principal del Mundial 78.
Con las reformas efectivizadas (durante el gobierno militar), la cancha de River qued¨® como la m¨¢s grande del pa¨ªs. Como adem¨¢s la selecci¨®n se consagr¨® campeona del mundo, el Monumental pas¨® a ser la residencia oficial sin que nadie lo cuestione. Desde entonces, 1978, hasta este jueves, la desproporci¨®n de las presentaciones de la "albiceleste" en los estadios de los dos clubes m¨¢s populares del pa¨ªs es enorme: 79 veces en el Monumental, incluidos los compromisos m¨¢s importantes, contra s¨®lo tres en la Bombonera, que encima fueron partidos sin urgencias, un amistoso ante Hungr¨ªa en 1992, la ¨²ltima fecha de las Eliminatorias de 1998 contra Colombia (con ambas selecciones clasificadas) y un amistoso sin historia frente a Brasil en 2012.
Sumados los partidos previos a 1978, Argentina jug¨® 28 veces en cancha de Boca: gan¨® 18 (el 64%), empat¨® 8 (19%) y perdi¨® 2 (7%), una efectividad que parece garant¨ªa de ¨¦xito para este jueves, por m¨¢s que la herida de 1969 contra Per¨² no haya cicatrizado. Lo parad¨®jico es que, aunque tambi¨¦n con fracasos hist¨®ricos a cuestas (como el 0-5 ante Colombia de 1993), los n¨²meros tambi¨¦n avalan al Monumental como un escenario casi imbatible: entre 1995 y 2015, Argentina estuvo invicta en la cancha de River durante 20 a?os y 40 partidos. Incluso las estad¨ªsticas de los dos clubes que act¨²an en estos estadios obligan a replantear la leyenda que la Bombonera supone una dificultad extra. Si se cuentan todas sus presentaciones como local, por campeonatos locales e internacionales, River tiene un 62% de triunfos, 23% de empates y 15% de derrotas en su casa, contra el 61%, 24% y 15% de los "xeneizes" como anfitri¨®n.
Lo que no es mito es que la arquitectura de la Bombonera parece hacer jugar a los hinchas. Pista de atletismo mediante, 32 metros separan a los arcos del Monumental de sus tribunas cabeceras, mientras que en la cancha de Boca hay s¨®lo 7 metros de distancia. Respecto al bander¨ªn del c¨®rner, lo m¨¢s cercano que un hincha puede estar en el estadio de River son 19 metros, contra apenas 4 de la de Boca. Y en mitad de cancha, un plateista del Monumental se ubica a 30 metros del campo de juego, mientras que en la Bombonera puede estar a 4 (en el lado de los palcos) u 11 (en la platea). Tambi¨¦n la verticalidad de las tribunas favorece a la imagen intimidatoria de la Bombonera: su primera bandeja tiene 22 grados de inclinaci¨®n contra los 15 de la platea baja del Monumental, la segunda est¨¢ a 38 grados contra los 22 del sector medio de River, y la tercera se inclina a 44 grados contra los 36 de la parte alta del Monumental.
"El p¨²blico ha contribuido a decidir resultados pero sigue sin patear al arco", escribi¨® Juan Villoro, aunque el f¨²tbol argentino s¨®lo parece aceptar la primera parte. Tanto revuelo alrededor de un estadio se entiende desde esa l¨®gica. Y desde una selecci¨®n desesperada.
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