Muniain emprende su segunda resurrecci¨®n
El delantero del Athletic, de 24 a?os, es operado del ligamento cruzado, otro obst¨¢culo en una carrera precoz
Aquel 30 de julio de 2009, ante el Young Boys, suizo, nada rutilante en el firmamento del f¨²tbol, a Iker Muniain, 16 a?os y pico, se le encendieron las luces largas del f¨²tbol. No solo era un peque?ajo (uno sesenta y pico), sino un mocoso con un desparpajo insultante que lo tra¨ªa de serie desde La Txantrea en Pamplona al margen de su carnet de identidad. Igual por eso le llamaban Bart Simpson, porque era una lagartija imprevisible dentro y fuera del campo, porque le gustaba saltarse los sem¨¢foros del juego, o sea los rivales, en vez de esperar a que los sem¨¢foros se pusieran en verde para acceder al ¨¢rea entre amontonamientos de peatones. Aquel 30 de julio de 2009, ante el Young Boys, naci¨® Muniain al f¨²tbol, con la mirada torva de los aficionados que entreve¨ªan o cre¨ªan entrever un casting exagerado de Joaqu¨ªn Caparr¨®s, entrenador del Athletic entonces, por batir todos los r¨¦cords de debutantes en el primer equipo. Fueron muchos y Muniain parec¨ªa uno de ellos. Pero no lo era. Muniain, como Bart Simpson, ten¨ªa ingenio y ese punto de locura que lo mismo proviene de la adolescencia que de la madurez apresurada.
A Iker Muniain le operaron ayer de su segunda rotura de ligamento cruzado anterior, esta vez de la rodilla derecha, dos a?os m¨¢s o menos despu¨¦s de haber padecido el mismo da?o en la rodilla izquierda. Cada una le ha costado una temporada inactivo, lesiones de futbolista veterano o desafortunado en un cuerpo de ni?o (24 a?os tiene uno de los capitanes del Athletic, con 340 partidos a sus espaldas). Ambas han sido circunstanciales. La ¨²ltima, ante el Zorya, se la hizo ¨¦l solo por un mal apoyo.
La fama
Muniain adelant¨® dos d¨ªas su operaci¨®n, tras el proceso de tratamiento inmediato en Lezama, y se puso en manos del doctor S¨¢nchez, el mismo que le oper¨® hace dos a?os. Todo fue bien, seg¨²n el parte m¨¦dico, pero la expectativa de seis u ocho meses de baja no ha variado. Otra temporada perdida, cuando era el futbolista m¨¢s en forma del equipo, y la ¨²nica fuente de imaginaci¨®n de un conjunto demasiado hidr¨¢ulico (el agua cae, la energ¨ªa se crea). Y hubo tantas dudas con Muniain como las que menudean en los futbolistas emergentes. A los aspirantes a genios o magos, simplemente, siempre se les busca el truco. Muniain no lo ten¨ªa. Es de esos jugadores que sabes lo que te van a hacer y siempre te lo hacen.
La fama le lleg¨® pronto: 16 a?os son demasiado pocos para medir el mundo. Su nombre ha estado unido, acertada o equivocadamente, a algunos episodios poco edificantes. La imagen de Bart Simpson a veces asomaba su nariz y ocupaba todo el plano, en el Athletic y en la selecci¨®n. Fue comidilla en muchos lugares, su f¨²tbol ha tenido los altibajos naturales de los momentos de forma. Ha estado en muchas agendas. Nunca ha sido un goleador. Es un pasador y un desbordador nato al que le molestan los defensas que le encaran y los sortea, no los evita. Es un artista del enga?o.
Las lesiones le han puesto una muleta al viento. Es joven pero veterano, juvenil pero experto, uno de los capitanes del Athletic, encarado en cualquier discusi¨®n sobre el verde, amigo de tipos divertidos como Thiago o Deulofeu, que recientemente le visit¨® en Bilbao. Y muchos otros.
Y de momento, Muniain ha empezado con el ¨¢nimo crecido. ¡°Empezamos¡±, escrib¨ªa ayer en su cuenta de Twitter, tras ser operado, a¨²n en la cama del hospital. Antes hab¨ªa escrito: ¡°Me sobran los motivos para volver a levantarme¡±, en un arranque sabinista, pero esta vez no para decir adi¨®s, como el genio de ?beda, sino hasta dentro de seis u ocho meses.
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