Joan Mir, nuevo campe¨®n de Moto3 al ganar en Australia
El mallorqu¨ªn se impone en Phillip Island en una carrera interrumpida por un chaparr¨®n
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Joan Mir es maravilloso. Listo y atrevido. Una mu?eca privilegiada. Con la cabecita ordenada. En su box, el del azul color celeste del que ya ha salido alg¨²n campe¨®n del mundo como Danny Kent, le obligan a ver repetidos los entrenamientos y las carreras, para advertir fallos o movimientos que sus rivales, a veces, hacen mejor que ¨¦l. Y el chico lo retiene todo. Aunque no siempre le gusta revisar los grandes premios en los que ha perdido y, sin embargo, es capaz de ver hasta cuatro veces esos en los que ha ganado, que han sido muchos. Hasta nueve, un r¨¦cord absoluto en la categor¨ªa, y m¨¢s con este ¨²ltimo, interrumpido antes de tiempo, a orillas del Pac¨ªfico.
Mir gan¨® el t¨ªtulo de Moto3 un domingo de tormentas dispersas en la coqueta isla de Phillip Island, al sur de Melbourne. Y lo hizo con una victoria, como se esperaba de ¨¦l, que ha dominado el campeonato como nadie en los ¨²ltimos a?os. La carrera no se diferenci¨® demasiado de las que se han visto durante el curso: una decena de pilotos pelea por subirse al podio. Y a lo m¨¢s alto casi siempre acaba subiendo el mismo. El chico de la sonrisa inocente y la maniobra letal siempre a punto. Y, como casi siempre, tambi¨¦n, hubo todos los riesgos propios de una carrera de Moto3: m¨²ltiples adelantamientos al l¨ªmite, toques, y m¨¢s de una decena de ca¨ªdas, muchas de ellas de quienes se mov¨ªan entre el grupo en cabeza, formado por una decena de pilotos.
Despu¨¦s de la espantada de Jap¨®n, donde los nervios y la presi¨®n pesaron como una losa sobre sus espaldas, el chico logr¨® olvidarse de para qu¨¦ compet¨ªa y decidi¨® centrarse en por qu¨¦. Corre en moto porque es lo que le gusta, porque lo pasa tan bien d¨¢ndole al gas y dando vueltas, en circuitos de asfalto o de tierra, que no hace otra cosa. Cada d¨ªa. Haya cron¨®metro o sea un simple d¨ªa de entreno. Y en Australia, una pista dif¨ªcil, donde tambi¨¦n llovi¨® durante el fin de semana, como hab¨ªa pasado d¨ªas antes en Motegi, logr¨® salir al circuito simplemente a pas¨¢rselo bien. Y a hacer lo que mejor sabe. Nada de pensar en el t¨ªtulo. Que para eso ya hab¨ªa sido su temporada maravillosa y contaba con 55 puntos de margen al frente de la clasificaci¨®n. Y lo fue tambi¨¦n la carrera en la que logr¨® ganar el campeonato del mundo de la categor¨ªa peque?a.
Estuvo siempre integrado en el grupo que peleaba por ganar. Y al inicio del sexto giro tom¨® el mando. Se puso en cabeza y prob¨® a llevar la batuta. Pero este trazado es tan corto y r¨¢pido que no se lo permitieron, sobre todo despu¨¦s de que asomaran las primeras gotas de lluvia. Y perdi¨® la poca ventaja que hab¨ªa sacado. A los dos giros cay¨® a la quinta posici¨®n. Pero en ning¨²n momento perdi¨® el temple. Y, adem¨¢s, escap¨® de todos los rifirrafes. Al superar el ecuador de la prueba, volvi¨® a intentarlo. Y le fue mejor. Fue listo. No era una mala estrategia tratar de llevar la iniciativa en esta carrera en lugar de esperar a los ¨²ltimos giros. Porque estar metido en el grupo era correr muchos riesgos. Y porque visto lo visto el d¨ªa anterior pod¨ªa ponerse a llover en cualquier momento. Y as¨ª ocurri¨®. Despu¨¦s de cuatro vueltas, cuando, por fortuna, se acaban de cumplir los tres tercios de la carrera, se arranc¨® a llover. La visibilidad era nula y era peligroso seguir rodando con las gomas de seco. Todos levantaron la mano. Incluido Mir. Su ¨²ltimo paso por meta lo hab¨ªa hecho primero. Ya hab¨ªa ganado. La carrera y el Mundial.
No importaba ya lo que hiciera Fenati, su rival en el campeonato, pues depend¨ªa de s¨ª mismo si ganaba o quedaba segundo. En cualquier caso, el italiano, que tambi¨¦n anduvo por all¨ª, termin¨® sexto, insuficiente. Mir subi¨® al podio junto a su compa?ero de equipo, Loi, y al espa?ol Mart¨ªn, que sumaba el s¨¢bado su octava pole, compuesto y sin victoria, todav¨ªa. Con un rival como Mir todo resulta m¨¢s complejo.
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