Valverde vuelve a su Catedral
El t¨¦cnico del Barcelona, capaz de calmar la tempestad inicial del club azulgrana, pone a prueba el sistema nervioso del Athletic de Ziganda, falto de juego y resultados
Ernesto Valverde vuelve a San Mam¨¦s, al banquillo de al lado, en un momento delicado para el Athletic y tras haber superado otro momento delicado para el Bar?a. De momentos delicados, Valverde sabe un rato. Los sentimientos los deja para despu¨¦s del partido (20.45, Movistar Partidazo). Ziganda, su sucesor y excompa?ero de vestuario, sabe que el Barcelona no es el mejor aceite para las heridas del Athletic.
Kuko Ziganda, como tantos otros, sabe de la sombra alargada de Valverde, que se fue siendo el entrenador con m¨¢s partidos dirigidos al Athletic (306), cinco clasificaciones europeas en seis temporadas, el 9? como peor puesto en la clasificaci¨®n, un t¨ªtulo de Supercopa y el reconocimiento general (no permanente) de sus conocimientos futbol¨ªsticos y psicol¨®gicos para dominar un vestuario y encaminarlo al ¨¦xito. Es decir, una hormiga con la sombra de una anaconda. Seis temporadas estuvo en dos periodos Valverde al frente del primer equipo y seis temporadas consecutivas Ziganda al frente del segundo. A los dos les fue bien. Ziganda no solo logr¨® un ascenso a Segunda sino que forj¨® a muchos de los futbolistas a los que luego Valverde abri¨® paso en el Athletic: Williams, Yeray, Lekue, Saborit, Merino, Vesga, Aketxe... Pero el Athletic no funciona, no despega, no encuentra su identidad futbol¨ªstica (la otra, la gen¨¦rica, est¨¢ fuera de duda).
Hoy estar¨¢n uno en cada banquillo. Uno ha sabido gestionar la tempestad inicial del Bar?a por la salida de Neymar, la lesi¨®n de Demb¨¦l¨¦ y el torbellino pol¨ªtico; el otro a¨²n navega bajo la tormenta del mal juego y los resultados. La diferencia es clara: Bar?a y Athletic tienen pocas cosas en com¨²n; el juicio no puede ser bajo el mismo c¨®digo deportivo.
El Athletic ha renunciado a los fichajes, a pesar de su holgada econom¨ªa, gracias a una buena gesti¨®n de los haberes y de los ingresos recibidos (a su pesar) por traspasos sonados. El ¨²ltimo fichaje importante fue el de Ra¨²l Garc¨ªa en 2015; el pen¨²ltimo, el de Be?at en 2013. Junto al primero, lleg¨® B¨®veda libre del Eibar, y junto al segundo Kike Sola (poco o nada utilizado), Mikel Rico (ahora olvidado) y Balenziaga (regresado de su cesi¨®n al Valladolid). Antes de todos ellos, en 2012 volvi¨® un muchacho prometedor llamado Aduriz. Entre todos, el Athletic gast¨® unos 30 millones. La cantera hizo el resto. Pero todos llegaron bajo las ¨®rdenes de Valverde. Ziganda gestiona casi la misma plantilla, pero todos con un a?o m¨¢s (algunos para bien, algunos para mal). Y aunque la cantera ha sido y es el objetivo prioritario, el talonario puede ser un buen remedio, aunque no infalible, para donde no alcanza el objetivo.
Valverde tambi¨¦n supo lo que era la sombra alargada de sus predecesores. En su primera etapa sucedi¨® a Jupp Heynckes, todo un s¨ªmbolo de prestigio y autoridad; en la segunda a Marcelo Bielsa, otro s¨ªmbolo futbol¨ªstico, que llev¨® al Athletic a dos finales (de Copa y de UEFA) en su primera temporada y fracas¨® en la segunda.
Una victoria de 11
En algo m¨¢s coinciden Valverde y Ziganda. Ambos comenzaban mal las temporadas (no Valverde este curso), pero adem¨¢s en el curso anterior el Athletic pareci¨® un alma en pena como visitante. Entonces, San Mam¨¦s curaba las heridas, convertido en basti¨®n como en los viejos tiempos; ahora, las heridas sangran de continuo. La ¨²ltima en Formentera, donde el Athletic fue incapaz de ganar (1-1) a un equipo de Segunda B en la Copa. Pero Valverde tambi¨¦n sufri¨® los rigores de la cr¨ªtica en t¨¦rminos parecidos a los que ahora soporta Ziganda. Ni uno ni otro perdieron los nervios, pero s¨ª perdieron demasiados partidos.
El Athletic ha ganado solo uno de los 11 ¨²ltimos encuentros y el aura de San Mam¨¦s se ha difuminado. La lesi¨®n de Munian le ha restado creatividad. La baja forma de algunos (Be?at, Ra¨²l Garc¨ªa, Laporte, San Jos¨¦) es notable y el Athletic avasallador de Valverde, a veces con perfume suicida en La Catedral, se ha convertido en un equipo rutinario que produce poqu¨ªsimas ocasiones de gol y concede demasiados errores defensivos. El medio campo se ha convertido en un lugar solariego y poco frecuentado. Solo la porter¨ªa, con Kepa (y Herrer¨ªn, en la Liga Europa), resiste.
Ziganda mantiene la calma, pero el equipo no cambia. Y ser¨¢ el Bar?a de Valverde el que medir¨¢ la irritabilidad o la generosidad del p¨²blico. No es el Athletic amigo de impaciencias y no es Ziganda el ¨²nico entrenador rojiblanco que ha empezado mal. Pero, seguramente, la visita de Valverde no puede ser m¨¢s inoportuna. Valverde en su momento ¨¢lgido; Ziganda en el s¨®tano de la popularidad, el mismo en el que habit¨® Ernesto en 2015 aunque el trabajo y el tes¨®n acabaron por llevarle a lugares m¨¢s nobles. Ziganda sigue tocando el timbre del ascensor.
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