Athletic y Real Madrid confrontan sus depresiones en San Mam¨¦s
Los blancos empatan rechazando la oferta del Barcelona tras su pinchazo ante el Celta y el p¨²blico rojiblanco amnist¨ªa a los suyos pese al resultado
Los partidos son como justas modernas y colectivas entre rivales, a veces enemigos, pero a veces se definen mejor como un tema de asuntos internos. El Athletic hab¨ªa fallado estrepitosamente en la Copa ante el Formentera y el cielo le escupi¨® una tormenta mitad b¨ªblica, mitad sapos y culebras. La depresi¨®n en el club era descomunal, as¨ª que el Madrid pasaba a un segundo plano con los ojos del p¨²blico bilba¨ªno fijos en la actitud de los suyos buscando la gen¨¦tica, el compromiso, la rabia, m¨¢s lisa y llanamente la mala leche por encima de las estrategias deportivas. La depresi¨®n del Madrid es m¨¢s ligera y el empate del Barcelona le hab¨ªa sentado como un carajillo caliente antes del partido. Pero a su f¨²tbol aseado, ordenado, a modo de vals, afront¨® el encuentro, le falta el estoque y la puntilla. La sequ¨ªa de Cristiano es un problema y un s¨ªntoma. En casos as¨ª, los ojos miran a Isco, a su cambio de ritmo, su tobillo, sus neuronas, y entonces el Madrid juega por donde el malague?o.
Como el Madrid sali¨® a ritmo de vals vien¨¦s, el p¨²blico se temi¨® que al Athletic le diese un vah¨ªdo, fruto de su propio v¨¦rtigo. Le dio unos minutos de gracia, mientras los blancos bailaban de lado a lado y cuando al fin le vio el filo de las u?as aplaz¨® el rencor previo, cerr¨® el expediente de asuntos internos y decidi¨® que hab¨ªa llegado la hora de animar la justa entre rivales. Y el partido se comenz¨® a igualar. El Madrid navegaba con estilo, a impulsos de Isco, arrancadas de Marcelo y disparos de Kroos y fue Benzema el que remat¨® al poste una combinaci¨®n entre Isco y Cristiano. El pinchazo irrit¨® al Athletic, que decidi¨® responder a gritos. Su discurso no era fluido, pero el altavoz de su f¨²tbol ensordec¨ªa a veces a la defensa del Madrid. Era el orden demasiado establecido frente al alboroto imprevisible. Al Madrid le penaliza su flaqueza en el ¨¢rea. Al Athletic su absoluta incapacidad para coser tres pases sin romper la aguja. La ¨²nica vez que lo consigui¨® hilvan¨® una jugada que acab¨® con un disparo cruzado de Williams exigiendo la estirada de Navas. Fue su ¨²nica jugada digna de llevar tal nombre. As¨ª se asomaba al Athletic a la pantalla de Navas, visto y de pronto ni visto.
El Madrid quer¨ªa bailar al son de Isco, pero su f¨²tbol fue perdiendo decibelios hasta acabar refugiado en el banquillo de los suplentes, agotado y frustrado. Creci¨® Modric pero le faltaba luz a su ingenio. Benzema y Cristiano lo mismo eran dos cometas que dos agujeros negros jugando a ratos.
Pero el partido, a¨²n as¨ª, era del Madrid. Al Athletic se le hizo un nudo en el est¨®mago cuando Iturraspe se ech¨® al suelo y pidi¨® el cambio con poco m¨¢s de media hora de juego. Su sustituto, San Jos¨¦, no pasa por sus mejores d¨ªas y el paup¨¦rrimo acierto en el pase y la inexistente salida del bal¨®n anunciaban otra tormenta de sufrimiento. Y se produjo.
Lleg¨® el asedio
El Madrid no necesit¨® quitarle la pelota al Athletic. Se la dio ¨¦l con una absoluta impericia en sacar el bal¨®n como si en su seno prevaleciera el esp¨ªritu del mejor mayordomo. Ni acertaban con el bal¨®n ni con el destinatario. Puestos a despejar en largo, parece apropiado elegir a tu jugador m¨¢s veloz (Williams) antes que a cualquier otro. Jam¨¢s le buscaron. Tantos a?os sin jugadores veloces en la plantilla desacostumbran a cualquiera. Y el asedio lleg¨®. La porter¨ªa de Kepa parec¨ªa el asedio de C¨¢diz. Se jugaba en un cuarto de campo. Lo intentaba Isco por un lado y por el otro, Modric. Pero el Madrid, tan ilustrativo otrora de su pegada, tan orgulloso de convertir cada ocasi¨®n en gol, las fue dilapidando una tras otra, por acierto de Kepa, por desacierto propio, por arrestos de la defensa rojiblanca...
Resistir parec¨ªa imposible. Sobrevivir a un ej¨¦rcito de francotiradores solo puede ser gracias a un milagro o a uno de esos trucos cinematogr¨¢ficos que se ajustan con efectos especiales. Pero el Athletic resisti¨®. Le ayud¨® en una jugada Mateu Lahoz al anular la ley de la ventaja tras una dura entrada de Etxeita a Modric, cuando Cristiano junto a Benzema encaraban a Kepa. Fue un lunar. Pudo tener otro en un derribo de Ramos a Ra¨²l Garc¨ªa (saltaron pavesas entre ambos). Fueron acciones ajustadas que igualaron el partido.
Lo desigual¨® Ramos con su expulsi¨®n al final del partido, que devolvi¨® el asedio a la otra porter¨ªa en los minutos finales. Pudo ganar cualquiera aunque a nadie se le viera ganador. Quiz¨¢s pudo m¨¢s la necesidad del Athletic para superar su depresi¨®n de caballo que la oportunidad que le brindaba el Bar?a al Madrid para que le echase el aliento en el cogote. Al Athletic el p¨²blico le perdon¨®, aunque no le sonri¨®. Al Madrid el suyo quiz¨¢s no tanto. Los asuntos internos cambiaron de despacho.
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