El K2 en invierno: mal tiempo, fr¨ªo feroz, vientos imposibles¡ y la voluntad polaca a 8.000 metros
Krzysztof Wielicki, el primer hombre que coron¨® el Everest en invierno, lidera la expedici¨®n que pretende la primera invernal al ¨²ltimo ochomil virgen en esta ¨¦poca del a?o
?La historia de la conquista invernal de los 14 ochomiles arranc¨® como un asunto polaco hace casi cuatro d¨¦cadas, cay¨® en el olvido, fue recuperada por el italiano Simone Moro y, si todo sale bien, culminar¨¢ a lo grande y de nuevo en polaco en el K 2 (8.611 m). Como hilo conductor quedar¨¢ Krzysztof Wielicki, el primer alpinista que conquist¨® un ochomil en invierno: fue el Everest, en 1980, de la mano de Leszek Cichy. Ahora, a sus 67 a?os, Wielicki es el l¨ªder y organizador de la expedici¨®n que pretende tumbar el K 2, la ¨²nica monta?a de m¨¢s de 8.000 metros que no ha sido conquistada en invierno. La tarea pone los pelos de punta incluso a los alpinistas seleccionados para la empresa: mal tiempo, fr¨ªo feroz, vientos imposibles, y el deseo de no emplear ox¨ªgeno artificial ni siquiera para escalar las rampas verticales del cuello de botella, a m¨¢s de 8.400 metros.
Adam Bielecki surgi¨® de la nada para retomar el idilio polaco con el himalayismo invernal. Joven y tremendamente fuerte se apunt¨® la primera ascensi¨®n en invierno del Gasherbrum I en 2011, con 27 a?os, y en 2013 hizo lo propio con el Broad Peak. Lo hizo, como si fuese un juego, pero en el que perecieron dos de sus compa?eros: la leyenda Maciej Berbeka y el joven Tomasz Kowalski. ¡°El problema en el K 2 es que hace falta escalar de verdad por encima de los 8.400 metros. Y no veo c¨®mo voy a poder usar un guante fino para agarrar los piolets, colocar tornillos de hielo, pasar la cuerda por los mosquetones o fijarla. Por m¨¢s vueltas que le doy, con casi 50 bajo cero creo que perder¨ªa todos los dedos¡¡±, se preocupa Bielecki, que formar¨¢ equipo con los compatriotas Janusz Golab, Artur Malek o Dariusz Zaluski. Y tambi¨¦n estar¨¢ el kazajo Denis Urubko, otra estrella del himalayismo con dos primeras a ochomiles en invierno: el Makalu, en 2009, junto a Simone Moro, y el Gasherbrum II, en 2011, con Cory Richards y Moro.
El idilio de los alpinistas polacos con el Himalaya invernal se explica, seg¨²n Wielicki, por el Tel¨®n de Acero: ¡°al acabar la Segunda Guerra Mundial, Polonia se encontraba bajo el r¨¦gimen comunista y con las fronteras bloqueadas, lo que priv¨® al pa¨ªs de muchas cosas y a los alpinistas de descubrir otras monta?as entre los a?os 50 y 80¡±. Un polaco no pod¨ªa viajar al extranjero, porque no ten¨ªamos pasaportes ni medios. Pero ¨¦ramos inquietos y curiosos. Por eso a Andrzej Zawada (l¨ªder de las tres primeras expediciones invernales) se le ocurri¨® escalar los ochomiles en invierno. ¡°As¨ª conquistamos el Everest en 1980, lo que nos dio mucha fuerza mental y confianza en nuestras posibilidades. Entonces pensamos: si hemos escalado el pico m¨¢s alto, tal vez deber¨ªamos intentar los ochomiles m¨¢s bajos. Nos sentimos libres en la monta?a. Libres y fuertes. Por eso en una d¨¦cada escalamos 9 de los 14 ochomiles en invierno y nos convertimos en los guerreros del hielo, como nos describ¨ªan nuestros amigos extranjeros¡±, dice. ¡°Nuestro desaf¨ªo era hacer historia y todos quer¨ªamos formar parte de la Historia. Con may¨²scula. La p¨¢gina de la historia del Himalaya en invierno estaba vac¨ªa, nadie la hab¨ªa escrito antes y nosotros lo hicimos, y ahora la sigue escribiendo otra gente¡±.
La vestimenta, los tejidos que a¨ªslan del fr¨ªo, del viento, que retienen el calor son un privilegio que Wielicki no conoci¨® en los 80, pero lo que m¨¢s aprecia del presente es la ayuda tecnol¨®gica: ¡°tener una conexi¨®n f¨¢cil con el campo base, con el mundo, entre los escaladores, es fundamental. Tener partes meteorol¨®gicos y poder planificar el ataque, saber que llega la ventana de buen tiempo¡ (suspira)¡±. En invierno las ventanas de buen tiempo son caprichosas y apenas duran horas, dos d¨ªas como mucho: ¡°Por lo tanto, necesitas unas previsiones muy estrictas. Las nuevas tecnolog¨ªas hacen que las ascensiones sean m¨¢s seguras. En el Everest subimos con un radiotel¨¦fono que pesaba tres kilos, y ten¨ªa ganas de desprenderme de ¨¦l, porque ah¨ª arriba parece que todo pesa m¨¢s. Pero ahora, viendo las im¨¢genes y escuchando las palabras que pronunciamos en la cumbre me alegro de no haberlo tirado por el camino. Es muy emocionante para m¨ª poder ver y escuchar la reacci¨®n de los compa?eros que estaban en el campo base cuando les preguntamos ¡®?sab¨¦is d¨®nde estamos?¡¯ Esa alegr¨ªa y el compa?erismo que sentimos me emociona siempre¡±, recuerda.
La comunidad alpin¨ªstica internacional est¨¢ de acuerdo: son los polacos quienes deben tener el privilegio de cerrar el c¨ªrculo que empezaron a dibujar hace casi cuatro d¨¦cadas, detalle que Wielicki agradece, se?alando su gran motivaci¨®n: ¡°demostrar a los j¨®venes que trabajando en equipo se puede conseguir sue?os al principio inalcanzables¡±.
Al pie del K 2, Wielicki no estar¨¢ quieto. ¡°No voy a ir a la cima, ni har¨¦ cumbre, pero pienso que puedo ayudar a la expedici¨®n ofreciendo mi experiencia, ya que contando mis expediciones he pasado casi un a?o en el K2. Voy a hacer todo lo posible para que mis compa?eros logren la cima y vuelvan sanos a casa. Tampoco quiero generar expectativas, ya que soy consciente de que en una expedici¨®n como esta puede pasar de todo. Sabemos que va a ser muy duro subir sin ox¨ªgeno sobre todo porque la subida ser¨¢ m¨¢s lenta y por lo tanto habr¨¢ m¨¢s riesgo de congelaciones, m¨¢s riesgos de edemas y eso significa no tener la garant¨ªa de hacer cumbre. Adem¨¢s, la corriente de aire del Jet Stream, complica mucho la ascensi¨®n. Para los que no lo saben se dan vientos de m¨¢s de 150 kil¨®metros por hora¡¡±, explica.
El ¨¦xito de la expedici¨®n supondr¨ªa, en su caso, dar la espalda de forma definitiva a una forma de vivir: ¡°el proyecto que ide¨® Zawada nos dio la oportunidad de hacer algo especial, dio sentido a nuestras existencias y si esto acaba bien quiz¨¢ inspiremos a alg¨²n joven que crea que la pasi¨®n por la monta?a puede ser una forma de vida¡±.
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