Hay que ser del Castell¨®n
Un compendio de lo que todos somos y de lo que proyectamos en los equipos a los que apoyamos
Hay momentos en la vida en los que uno empatiza con equipos que no son el suyo. No significa eso una traici¨®n. Existen casos en los que es casi obligatorio. Cuando un equipo modesto consigue disputarle un t¨ªtulo a uno poderoso, por ejemplo. O cuando una entidad con cierta tradici¨®n se enroca en un bucle de desgracias y pena por categor¨ªas que est¨¢n m¨¢s cerca del olvido que del f¨²tbol.
Despu¨¦s de leer Infraf¨²tbol (Libros del K.O), de Enrique Ballester, hay que ser del Castell¨®n. Un poco, al menos. Un libro en el que una generaci¨®n entera de aficionados al balompi¨¦ se ver¨¢ reflejada. A Ballester, casualmente, tambi¨¦n le coincidi¨® un encuentro de su equipo en el destino de una escapada rom¨¢ntica, y algunos partidos de la Tercera Divisi¨®n inglesa durante su luna de miel. Cosas de la pasi¨®n.
Un compendio de lo que todos somos y de lo que proyectamos en los equipos a los que apoyamos: cuando se invierte en fichajes, perdimos cantera. Y viceversa. Cuando se juega al toque, pedimos patadones y lucha. De abuelas que jugaban a las consolas y te ganaban. Y de la maravillosa sensaci¨®n de despertarte y recordar que tu club logr¨® el ascenso la noche anterior. Los que han catado el infraf¨²tbol saben que no hay sue?o m¨¢s cruel que aquel en el que tu equipo logra un ascenso. No le deseas ese despertar ni a tu peor enemigo.
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