El gol en propia de Andr¨¦s Escobar
'En Autogol' (La navaja suiza), el colombiano Ricardo Silva levanta la historia de Pepe Calder¨®n Tovar, un comentarista deportivo
El Mundial de 1994, celebrado en Estados Unidos, lo gan¨® Brasil en la tanda de penaltis. Roberto Baggio fall¨® el lanzamiento decisivo y el equipo de Romario y Bebeto se alz¨® con el t¨ªtulo. Fue el torneo del b¨²lgaro Stoichkov, del rumano Hagi, del ruso Salenko o del sueco Brolin; de la derrota definitiva de Maradona, que dej¨® para la historia aquella celebraci¨®n ante la c¨¢mara antes de dar positivo en un control antidopaje; de los botellines de agua en los laterales del campo, para paliar el calor; del Questra como bal¨®n oficial; de la aparici¨®n del ¨¢rea t¨¦cnica para los entrenadores.
Tambi¨¦n fue, desgraciadamente, una cita que se qued¨® en la memoria por la muerte del jugador colombiano Andr¨¦s Escobar, que fue asesinado d¨ªas despu¨¦s de que su selecci¨®n quedara eliminada tras un partido ante EE?UU en el que marc¨® un gol en su propia porter¨ªa. Escobar fue acribillado a balazos en el aparcamiento de un restaurante por el ch¨®fer de dos hermanos vinculados al narcotr¨¢fico, tras mantener una discusi¨®n con ellos. Hay quien dice que tuvo que ver con aquel gol en propia, y con las grandes sumas de dinero que se hab¨ªan ido en las apuestas. Otros, que Escobar estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado.
En Autogol (La navaja suiza), el colombiano Ricardo Silva levanta la historia de Pepe Calder¨®n Tovar, un comentarista deportivo que, en el momento en el que tiene lugar el gol en propia, se queda sin voz. No ser¨¢ la ¨²nica desgracia que le caiga encima. Abandonado por su mujer, olvidado por sus hijos y con su medio de vida ¡ªla voz¡ª ausente, decide acabar con la vida del futbolista. Una cr¨®nica de una existencia desesperada que se entrelaza con el momento hist¨®rico que viv¨ªa un pa¨ªs atenazado por la droga y la violencia.
Y, tambi¨¦n, una muestra de la fuerza del f¨²tbol. Como resume el propio protagonista: ¡°He visto al hombre m¨¢s fuerte del cartel de Cali doblegado por el dolor que produce perder un partido de f¨²tbol. Consol¨¦, como a tres huerfanitos, a un implacable hombre de negocios, a un capo del cartel antioque?o y a un senador con modales de ganadero que acababan de ver goleado a su Independiente Medell¨ªn. Fui testigo de la muerte lenta de un seguidor que se neg¨® a probar alimentos hasta que su equipo fuera campe¨®n de la liga nacional. Presenci¨¦ el infarto de un hincha de Santa Fe, un chincha enfermo que mand¨® a hacer papel higi¨¦nico con el escudo de Millonarios, en una definici¨®n desde el punto de penal¡±.
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