Dibaba, Lasitskene y Lysenko: la Bestia del Este sopla tambi¨¦n bajo techo
La et¨ªope y los rusos se imponen en 3.000m y salto de altura, las pruebas que abrieron los Mundiales de Birmingham
No es un tigre de papel como el imperialismo la Bestia del Este, la as¨ª bautizada ventisca heladora que cruza las islas brit¨¢nicas y congela los canales de Birmingham, hielo bajo una capa de nieve, y en el interior del sofocante pabell¨®n que acoge los Mundiales en pista cubierta la replicaron con fuerza dos atletas rusos que compiten sin bandera (a diferencia del COI, el atletismo no levanta el castigo a su pa¨ªs dopador de ni?os), ni himno (son¨® dos veces el de la IAAF, un coro soso cerrado con una fanfarria) ni uniforme. El viento del Este, helador y deslumbrante, lo soplaron fuerte dos saltadores de altura que ganaron las dos primeras medallas del Mundial, la ya campeona mundial al aire libre en Londres, Mariya Lasitskene (antes, de soltera, Kuchina), y el jovencito (20 a?os) Danil Lysenko.
El viento del Este, m¨¢s c¨¢lido, lo sopl¨® desde Etiop¨ªa Genzebe Dibaba, la gran favorita de los 3.000m, a quien le bast¨® para arrasar un ¨²ltimo 1.000m devastador en 2m 37s y terminar en 8m 45,05s. Antes observ¨® y marc¨® a las europeas Laura Muir, la estrella local, y Konstanze Klosterhalfen, la alemana tan longil¨ªnea que corre con los codos abiertos y siempre delante, front runner, que llevaron el ritmo, como es su estilo. Al ataque de Dibaba solo respoindi¨® con posibilidades la holandesa Sifan Hassan, quien se llev¨® la plata en un final en el que a punto estuvo de sucumbir ante la tenac¨ªsima Muir, bronce.
Las Bestias atl¨¦ticas del Este, sus soplos, dieron cierto sentido a una tarde que se inici¨® con una desangelada final paralela de altura que ocup¨® el centro del pabell¨®n en un intento desafortunado de los organizadores de convertir el atletismo en un show. El escenario, la pantalla gigant¨ªsima que ocupa todo el fondo del pabell¨®n y el deseo del p¨²blico no fallaron m¨¢s que el concepto. Fallaron m¨¢s bien los atletas, confundidos por el juego de m¨²sica y silencios, y tanta atenci¨®n en sus movimientos, desacostumbrada.
Que ganara Lasitskene, la ¨²nica saltadora que en estos a?os de penuria para la especialidad supera regularmente los dos metros, no sorprendi¨® a nadie. Que no ganara, en hombres, el qatar¨ª Mutaz Barshim, el ¨²nico del elenco que ha saltado m¨¢s de 2,40m, dej¨® mudos a unos cuantos. A Lasitskene le bast¨® saltar 1,96 para ganar a una competencia un tanto limitada (con 1,93m se llevaron la plata y el bronce Vashti Cunningham y Alessia Trost, respectivamente). Despu¨¦s, de propina, para dar nivel a la final, la rusa salt¨® 2,01m e intent¨® tres veces 2,07m, sin ¨¦xito.
Barshim, tan a¨¦reo, ingr¨¢vido y ligero, llevaba el camino impoluto paralelo a la rusa hasta que tropez¨® tres veces en 2,36m. En un ambiente de silencio religioso, en el que sonaron decididas sus pisadas sobre la hueca superficie, Lysenko, puro producto de la escuela rusa, ya plata tras Barsim en Londres, pudo a la tercera con los 2m36. Barshim se qued¨® en 2,33m y para el bronce le bastaron 2,29m al alem¨¢n Mateusz Przybylko.
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