El Real Madrid arruina al PSG
El equipo espa?ol gobierna y despacha con mucha solvencia a un rival que no dej¨® otra huella que la de sus malditos ultras
El Madrid celebr¨® por todo lo alto su 116 cumplea?os. Lo festej¨® en Par¨ªs, donde arruin¨® al Paris Saint Germain. Una ruina no material, imposible con el sost¨¦n catar¨ª, sino referida a la otra acepci¨®n acad¨¦mica. Arruinar: ocasionar grave da?o. Y as¨ª fue para este PSG con aire de parque tem¨¢tico al que le han entrado unas urgencias desmesuradas por alcanzar el ed¨¦n. Como lo ha disfrutado el Madrid tantas veces a lo largo de su m¨¢s que centenaria historia. La que tir¨® a la cara a este advenedizo PSG, que, incluso, estuvo m¨¢s cerca de los cuartos de final en la ida del Bernab¨¦u que en la vuelta en su cuarto de estar. Una sala, por cierto, insufrible por el insoportable tufo delincuente de un sector cavernario de su hinchada, o lo que sea esa manada ultra. Tanto perdi¨® el PSG en las gradas como en el campo, donde el Madrid primero le retrat¨®, luego le golpe¨® con Cristiano y m¨¢s tarde le arras¨® en el tramo final. En Par¨ªs, el ¨²nico iluminado fue el Real. Europa, el patio trasero de los madridistas, a¨²n es una aventura quim¨¦rica para el PSG, todav¨ªa un equipo para andar por casa. El f¨²tbol no siempre tiene precio. Y esta derrota traer¨¢ consecuencias en Par¨ªs, con Emery al borde del abismo y Neymar en Brasil con la mente en Rusia.
Sensato, Zidane no quiso arriesgar con Modric y Kroos. Lucas y Asensio no son unos ¡°piernas¡±. Tampoco Kovacic, firme como escolta de Casemiro en la zona de refriega. Y el devenir del Madrid mucho tuvo que ver con el perfil de la alineaci¨®n. Sin Modric y Kroos, menos posesi¨®n. Con Lucas y Kovacic, equilibrio y auxilios, lo que casi nunca garantiza Bale, m¨¢s proclive a ganar partidos que a evitar perderlos. Sobre el Parque de los Pr¨ªncipes el Madrid gestion¨® bien el choque. Se impuso en casi todos los asaltos defensivos y tan solo le falt¨® mayor gobierno de la pelota en el madrugar del reto. M¨¢s que controlar el bal¨®n, el Real se emple¨® en subyugar a su adversario.
M¨¢s p¨¢lido que en Chamart¨ªn, el PSG result¨® un equipo sin chispa, incre¨ªblemente chato, sin nervio, almibarado. No obstante, mucho mayor reproche mereci¨® el club. Solo a sus rectores cabe atribuirles el bochornoso espect¨¢culo de sus hordas, tan campantes en la grada con todo tipo de artilugios, petardos, bengalas¡ El ¨¢rbitro, el alem¨¢n Felix Brych, tuvo que interrumpir el encuentro en un par de ocasiones hasta que se cegaron las hogueras de esos tipos que tienen al f¨²tbol por coartada para su matonismo en reba?o. No es un fen¨®meno exclusivo del PSG, pero ha sido erradicado en la inmensa mayor¨ªa de otras entidades. Ser un gran club no es solo fichar en la pasarela a golpe de Monopoly.
De vuelta al f¨²tbol, sobre la espesa humeante cortina que ceg¨® por momentos el recinto parisino, el Madrid mostr¨® en todo momento el cuerpo que no tuvo su adversario. Result¨® inconcebible la incapacidad del rutilante PSG para eludir el puro fogueo. Mientras dur¨® el ¡°cerocerismo¡± nadie supo peritar a Mbapp¨¦ hasta el ¨²ltimo minuto del primer acto, cuando Keylor se le cruz¨® por el camino con acierto. La trama circulaba en torno a Di Mar¨ªa, err¨¢tico a m¨¢s no poder pese a medirse con Marcelo en una versi¨®n inicial deste?ida de Marcelo. ?Y Cavani? Cuando el reto a¨²n estuvo en ascuas solo una migaja: un balonazo que le propin¨® Keylor. Cuando el uruguayo se familiariz¨® con su sombra ya no hab¨ªa remedio para los suyos, ni siquiera con su gol de rebote. Solo Verratti ejerc¨ªa de dinamizador, con Motta y Rabiot pasito a pasito. Ni por asomo alguien quiso ser Neymar, al que le ha bastado media eliminatoria para ser el m¨¢s pujante del equipo con creces.
De entrada, el Madrid atornill¨® el partido gracias a su armadura defensiva, con ayudas constantes en un equipo con m¨¢s aire de mosquetero que de costumbre. Sometido el fl¨¢cido PSG, era cuesti¨®n de tiempo que el Madrid sacara el mazo. El primer gancho fue de Sergio Ramos tras una estupenda maniobra de Asensio. Areola reaccion¨® tan bien como poco despu¨¦s ante Benzema tras una espantada de Alves.
Pese a los gui?os inopinados del azar que abundan en el f¨²tbol, el Madrid siempre tuvo cara de ganador. Lo mismo que el PSG jam¨¢s tuvo la mirada del tigre. Ni siquiera cuando ya solo le quedaba medio tiempo. Fue entonces cuando se llev¨® el primer guantazo. Lucas y Asensio, muy bien enchufados toda la noche, tanto en direcci¨®n a Areola como a Keylor, hilaron fino por la banda izquierda y el centro del gallego lo cabece¨® Cristiano a lo Cristiano, con contundencia y direcci¨®n cl¨ªnica. Desde esta cita, solo Iker Casillas y Xavi han disputado m¨¢s partidos de Champions, pero el portugu¨¦s sigue dale que dale. En Europa sus dotes de chacal se acent¨²an de forma extraordinaria.
El gol de CR mand¨® al garete al PSG, tan penalizado por un Madrid ya expansivo como por el cortocircuito de Verratti, expulsado a la hora. El conjunto franc¨¦s se sinti¨® a¨²n m¨¢s desamparado, a la intemperie, en riesgo evidente de llevarse una goleada. Ni siquiera le disimul¨® el gol de Cavani. Cada paso adelante del Madrid le resultaba un suplicio. Entre un remate de Asensio al poste y otro de Lucas con igual fortuna, hasta emergi¨® Casemiro para sellar la victoria con el tanto m¨¢s com¨²n de la eliminatoria, el de rebote, como fueron el segundo de CR en la ida y el de Cavani de la vuelta.
El triunfal paso por la capital gala nada resuelve a¨²n para este Madrid de un solo ¨®rdago: la Copa de Europa. El camino a Kiev a¨²n ser¨¢ tortuoso. Fuera de ruta ya est¨¢ este PSG que acab¨® hecho cascotes. Un equipo vapuleado hace un a?o en el Camp Nou y ahora arruinado en su Parque, un parque poco principesco. La ¨²nica ¡ªy maldita¡ª huella que ha dejado en esta Champions es la de unos cuantos maleantes. Otra ruina que debe solventar sin titubeos.
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