Dzeko niega al Shakhtar Donetsk y mete a la Roma en cuartos tras diez a?os ausente
El delantero bosnio rompe un duelo bien ejecutado por los italianos ante un rival inofensivo
Diez a?os hac¨ªa que la Roma no alcanzaba los cuartos de final de la Champions, y si bien se lo gan¨® en el campo, arriba, en el cielo de una de las ciudades m¨¢s bonitas de Italia, algo ayud¨®. Un algo superior al que se agarraron los hinchas romanos, pues el f¨²tbol es sufrir aunque no deber¨ªa, y en momentos de necesidad nada mejor que alzar la vista hacia el techo.
Lo m¨¢s parecido a una intervenci¨®n divina vestida de futbolista la realiz¨® Dzeko con un remate que se col¨® entre las piernas de Pyatov. El bosnio lo hizo todo en ataque para una Roma que sufri¨® ante el juego armonioso de un Shakhtar sin colmillo. Una pena que todo lo que tiene de elegante jugando lo tirase por la borda cuando Ferreyra, en una acci¨®n absolutamente lamentable, lanz¨® al suelo a un recogepelotas que le escondi¨® el bal¨®n en la banda. Ah¨ª se enfang¨® lo que estaba siendo un partido bien ejecutado por momentos, que solo se rompi¨® con la expulsi¨®n de Ordets tras un agarr¨®n a Dzeko.
Y eso que las pulsaciones de ambos equipos comenzaron sincronizadas. Como el 1-2 a igualar solo exig¨ªa un gol, la Roma decidi¨® parcelar el partido y asignarle a cada porci¨®n un n¨²mero exacto de revoluciones. Al Shakhtar le ocurr¨ªa lo mismo, pero al rev¨¦s, pues con el marcador a su favor no requer¨ªa de ning¨²n atrevimiento innecesario. Esa mezcla deriv¨® en que por momentos el ritmo de juego entrase en parada card¨ªaca.
La Roma observaba la cadencia de pases de su rival, con el ojo puesto en el tanque de gasolina, con Strootman y De Rossi ejerciendo de guardias de tr¨¢fico. Solo Nainggolan, un alma libre, parec¨ªa ajeno a ese pacto con el tiempo. Hasta que todo se aceler¨® en la segunda parte con el gol de Dzeko, y la posterior expulsi¨®n de su marcador y todo el orden y concierto reinantes salt¨® por los aires. El partido entr¨® en erupci¨®n, pero la Roma logr¨® contener la calma y no permiti¨® ning¨²n arrebato. Diez a?os de sequ¨ªa bien lo val¨ªan.
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