Razones y sinrazones de un penalti o lo que fuera
La Juve sinti¨® que fue condenada al pat¨ªbulo sin pruebas contundentes. Lucas fue tocado, pero a¨²n no hay ¡®intens¨®metros¡¯ que midan el choque
Nada ser¨ªa m¨¢s descabellado y pretencioso que intentar retorcer la raz¨®n o sinraz¨®n de los propenalti y antipenalti del Madrid-Juventus. No ser¨¢ este el caso. El f¨²tbol puede ser tan salom¨®nico que esta vez, todos, los de aqu¨ª, los de all¨¢ y los del medio, tienen su juiciosa carga argumental. O m¨¢s bien, sobrecarga pasional.
?Sostendr¨¢n los pros que hubo un contacto de Benatia sobre Lucas que desequilibr¨® al gallego. La oposici¨®n apelar¨¢ a que el roce no fue suficiente. Ocurre que, por m¨¢s que estemos en la era del preponderante silicio, los futbolistas a¨²n no llevan en su organismo un intens¨®metro que, en funci¨®n de su masa corporal, mida la fuerza del choque. Desde luego, ser¨ªa mucho m¨¢s ¨²til que el VAR y otras zarandajas. Tambi¨¦n cabe subrayar que Lucas estaba ante el gol de su eternidad y, por tanto, no iba a simular una muerte transitoria. S¨®lo ¨¦l sabr¨¢ si vio m¨¢s clara la opci¨®n del desplome que el exponerse ante Buffon o una pifia de ¨®rdago.
Desde la bancada de los anti se esgrimir¨¢, como hizo impl¨ªcitamente Buffon, que el f¨²tbol tiene sus c¨®digos, que hay jugadas y jugadas que los ¨¢rbitros juzgan con sentido com¨²n antes que la puritana aplicaci¨®n del reglamento. Acciones que no se litigan igual seg¨²n el minuto en el que se produzcan o su trascendencia para el desenlace del encuentro. Digamos que la Juve siente que fue condenada al pat¨ªbulo sin pruebas suficientes y contundentes. Que ante un presunto penalti, la Juve se hab¨ªa ganado con su gesta que ambos contendientes prorrogaran su duelo esgrimista otra media hora. O hasta la ruleta final de las penas m¨¢ximas. Entonces, recurrir¨¢n sus contrarios a que la ley es la ley sin importar el instante del supuesto penalti, los m¨¦ritos o las justicias po¨¦ticas. Y punto final. Tanto unos como otros encontrar¨¢n abundante jurisprudencia arbitral para su defensa.
La Juve sinti¨® que fue condenada al pat¨ªbulo sin pruebas contundentes
Mientras se agita el gallinero en los dos bandos intervendr¨¢n los bisagras en ac¨¦rrima defensa del sistema de v¨ªdeoarbitraje. Olvidan que quiz¨¢ m¨¢s que ayudar al ¨¢rbitro y sus camaradas les hubiera metido en un oc¨¦ano de dudas. Una cosa es juzgar a conciencia y de forma instant¨¢nea lo que uno ve en tiempo real, y otra abrir un debate ¨ªntimo frente a unas im¨¢genes tan extremadamente interpretables. Con o sin v¨ªdeo mediante, la sentencia estar¨ªa siempre a criterio de un sanedr¨ªn de ¨¢rbitros, no sometida a un apartado concreto y clarificador del articulado de las ordenanzas.
Rotas las lanzas a favor y en contra, conviene detenerse en el distinto peritaje de los colegiados. Los hay quienes, digamos, juegan el mismo partido, lo metabolizan, y act¨²an con perspicacia de acuerdo con su discurrir. Son aquellos conscientes de la relevancia del duelo, del pulso cardiaco de unos y otros. Estos abren m¨¢s o menos la mano y solo intervienen con el mazo cuando sienten que no queda m¨¢s remedio o que la jugada terminal ha sido de lo m¨¢s elocuente a sus ojos. Luego est¨¢n los que se limitan a decretar lo que hay, o creen que hay, o les hacen creer que hay. Y caiga quien caiga.
Lucas fue desequilibrado, pero a¨²n no hay intens¨®metros que midan la fuerza del choque
A este ¨²ltimo sector pertenece el joven ingl¨¦s Michael Oliver, quien, probablemente chivado por un asistente, se ceg¨® con el blanco o el negro sin atender a los grises. Como tampoco supo enjugar el cabreo comprensible de Buffon con una simple amarilla. De paso, ya que no pensaba indultar el penalti, que al menos una eliminatoria tan extraordinaria se hubiese cerrado con un reto en OK Corral entre CR y Buffon. Asustado, Oliver, en su primera gran faena con solo 33 a?os, lo impidi¨®.
L¨¢stima que de una ida con el p¨®ster de una chilena majestuosa se haya pasado a una vuelta cerrada con la imagen cism¨¢tica de un penalti, penaltito o penalnada. Lo mismo da c¨®mo lo llamen. No se empe?en: todos llevan tanta raz¨®n como sinraz¨®n.
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