Rafa y Roger
Un elogio de la competencia deportiva como est¨ªmulo para ser mejor y aprender, y sobre todo, de entender el deporte como un juego y como un instrumento para hacer del mundo un lugar mejor
Las grandes rivalidades siempre han sido un poco maniqueas. En los deportes de equipo, los seguidores de los respectivos contendientes clasifican a su rival de una manera y dan por hecho que todos sus aficionados responden a ese patr¨®n. No cabe la opci¨®n de aceptar que, entre miles y miles de personas, habr¨¢ m¨²ltiples maneras de ser y no solo una.
En los deportes individuales la norma general tiende a dividir a las personas entre el bien y el mal. Las buenas y las traviesas. Las elegantes y las macarras. Las que respetan las normas y las que hacen trampas. Las que son puro talento y las que pelean sin descanso. Y siempre hay que elegir, claro, porque en la vida todo el mundo se identifica m¨¢s con una una opci¨®n que con otra. En los duelos individuales la visi¨®n personal y los sesgos del espectador terminan inclin¨¢ndolo hacia la personalidad que mejor encaja con su forma de entender el mundo. Y siempre es bueno que haya un superh¨¦roe o un malvado al que derrotar, porque as¨ª tiene m¨¢s gracia el asunto.
Pero como en toda norma hay excepciones. La rivalidad entre Rafa Nadal y Roger Federer es una de ellas. Ambos tenistas han cimentado una rivalidad elegante, respetuosa y sublime en lo deportivo. Y esas cualidades se han trasladado a lo personal. Por eso cuando uno vence al otro en la final de alg¨²n torneo, a la alegr¨ªa por la victoria se suma la admiraci¨®n por la manera de encajar la derrota. Lo que se conoce como una rivalidad sana, tan dif¨ªcil a veces de entender.
En Rafa & Roger (C¨²pula) los periodistas Antonio Arenas y Rafael Plaza radiograf¨ªan la relaci¨®n deportiva y personal de dos de los mejores deportistas de todos los tiempos y ofrecen al lector las claves para comprender todo lo que hay entre ellos m¨¢s all¨¢ de la red y el intercambio de bolas. Un elogio de la competencia deportiva como est¨ªmulo para ser mejor, para aprender y superar al rival y, sobre todo, de entender el deporte como un juego y como un instrumento para hacer del mundo un lugar mejor.
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