Las ¨²ltimas grandes galopadas de Torres con el Atl¨¦tico

¡°Gracias por tanto y perd¨®n por tan poco¡±, escribi¨® Fernando Torres en su despedida por carta de la afici¨®n del Atl¨¦tico. En la frase, Torres se mide ante su hinchada anteponiendo la trascendencia de lo deportivo sobre lo simb¨®lico. Delata tanto cierto desconsuelo como ambici¨®n. Hubiera preferido un palmar¨¦s m¨¢s grueso que esa ¨²nica Liga Europa, su ¨²ltima bala, con la que ha podido inmortalizar im¨¢genes que visualiz¨® desde la infancia. La gran atracci¨®n del fen¨®meno Torres en el Atl¨¦tico es la veneraci¨®n que ha alcanzado con tan pocas copas levantadas. Ah¨ª se justifica gran parte de ese De Ni?o a leyenda que luc¨ªan sus compa?eros en la camiseta. En el despacho de Jos¨¦ Antonio Mart¨ªn Pet¨®n, su representante de toda la vida, hay una fotograf¨ªa que lo explica todo. Es el ni?o, nunca mejor dicho, animando desde la grada del Calder¨®n.

Torres significa lo que significa para el Atl¨¦tico y los atl¨¦ticos porque le dijo que no al Madrid pese a la insistencia de Jorge Valdano. Porque con 17 a?os tuvo que soportar que el club le utilizara como aval de un pr¨¦stamo del Valencia, porque tambi¨¦n le dio calabazas al Inter cuando reci¨¦n entrado este siglo le puso encima de la mesa un sueldo m¨¢s de estos d¨ªas que de aquellos. En medio del desahucio y el erial de la Segunda Divisi¨®n, Torres fue la ¨²nica llama de esperanza a la que se pod¨ªa agarrar la grada, tambi¨¦n el ¨²nico futbolista del que presumir por la proyecci¨®n internacional que apuntaba y confirm¨®. Su marcha al Liverpool fue tan dram¨¢tica como apote¨®sico su regreso con 45.000 espectadores para decirle que en realidad nunca se fue.

Por todo ello, el Metropolitano se llen¨® este domingo, se construy¨® ese tifo que reproduc¨ªa el De Ni?o a leyenda, la gente admiraba entusiasmada la exposici¨®n fotogr¨¢fica de sus mejores momentos o firmaba dedicatorias en la camiseta gigante expuesta en el exterior del estadio. Incluso la ac¨²stica del Metropolitano pareci¨® tener una reverberaci¨®n a la altura de la ocasi¨®n. Torres es el sentimiento de resistencia que ejercieron varios aficionados que colgaron anudadas sus camisetas sobre los luminosos de la publicidad del esquinazo del primer anfiteatro del fondo norte. Fue bochornoso que nadie del club impidiera su retirada para que fueran expuestas en otra zona donde no ya se manchaba el negocio, pero s¨ª los sentimientos. Podr¨¢n alegar el compromiso con los patrocinadores o la normativa de LaLiga, pero, si ni unos ni otros saben cu¨¢ndo debe haber excepciones, es una torpe e insensible forma de empezar a reventar el saco del dinero que tanto dicen cuidar.

De ese incidente retumb¨® con m¨¢s fuerza el nombre de Torres, que firm¨® su pen¨²ltima gran cabalgada como jugador del Atl¨¦tico para empatar el partido. Acompa?¨® cincuenta metros una contra de Correa, que le dio su particular homenaje cedi¨¦ndole la pelota para que empujara su gol 128 en 404 partidos. Antes hab¨ªa fallado dos de esas ocasiones en las que la pregunta ?pap¨¢ por qu¨¦ somos del Atleti? Puede transformarse en ?pap¨¢ por qu¨¦ somos de Torres? La explicaci¨®n lleg¨® poco despu¨¦s con su ¨²ltima galopada. Hab¨ªa jugado como toda su carrera, entre los dos centrales, siempre buscando el desmarque a la espalda. All¨ª le puso la pelota Diego Costa y Torres exhibi¨® esa potencia alemana que encandilaba a Luis Aragon¨¦s para ganar la pelota y driblar a Dimitrovic. El f¨²tbol es perrero y caprichoso y Torres marc¨® ese segundo gol cuando la hinchada le explicaba a Griezmann a pitos la diferencia entre uno y otro. S¨®lo la intervenci¨®n de God¨ªn, que seg¨²n una periodista situada en el fondo norte dijo que se quedaba, y Simeone reclamando que corearan su nombre hizo cambiar al personal de opini¨®n.

Prim¨® entonces el agradecimiento por todo lo que le ha dado el atacante franc¨¦s al club, por encima de los jugueteos infantiles a los que ha sometido a su futuro. No se sabe si ese esfuerzo valdr¨¢ para que Griezmann se quede, pero lo que s¨ª es seguro es que le habr¨¢ servido para saber qu¨¦ es el Atleti, que no es otra cosa que lo que representa Fernando Torres.

Fidelidad, aunque el equipo no gane, como sucedi¨®. Por eso todo lo visto y sentido durante 90 minutos. Por eso ese pasillo de sus compa?eros encabezado por Simeone. ¡°Por eso ese Fernando Torres es el Atleti¡±, dec¨ªan. Por eso ese silencio sepulcral con el v¨ªdeo que repasaba ese De Ni?o a leyenda. Por eso las palabras de Gabi: ¡°Recuerdo las palabras que dijo Fernando cuando regres¨®, que dec¨ªa ¡®qu¨¦ he hecho yo para merecer esto¡¯, y yo le digo ahora ¡®qu¨¦ hemos hecho nosotros para merecer que seas el m¨¢ximo exponente del Atl¨¦tico en el mundo¡±.