Nadal es descomunal
El espa?ol oprime al austriaco Thiem en la final de Par¨ªs (6-4, 6-3 y 6-2, en 2h 42m) y con 11 t¨ªtulos en Roland Garros, su 17? de un Grand Slam, iguala el registro hist¨®rico de Margaret Court en Melbourne
Cuando los cazas de La Patrouille de France sobrevuelan la pista Philippe Chatrier y dejan una estela bleu-blanc-rouge, a las tres de la tarde, Rafael Nadal se engancha a la humareda tricolor y vence en direcci¨®n a su und¨¦cimo trofeo de Roland Garros. Cae Dominic Thiem por 6-4, 6-3 y 6-2 (en 2h 42m) y se corrobora un monopolio casi il¨®gico: con 11 t¨ªtulos en Par¨ªs, iguala los 11 de la australiana Margaret Court en Melbourne y afloran los n¨²meros de oro: 17 grandes, 57 premios sobre tierra, 79 en total. Cuarto ¨¦xito esta temporada y el n¨²mero uno en sus manos, 100 puntos por encima del suizo Roger Federer. Nadal, a lomos de esos cazas, atrapando un nuevo ¨¦xito en Par¨ªs
De inicio, un golpe de efecto porque a su t¨ªo Toni se le vuelve a ver en su banquillo. Los fot¨®grafos, mientras, se sit¨²an a refugio en las gateras de los fondos, bien escondidos porque Thiem golpea a la pelota como si no hubiera un ma?ana. El austriaco rompe cada bola y el sonido de su derecha invad¨ªa todos los rincones de la central, donde se pod¨ªa escuchar el zumbido de cada martillazo. La grada parisina quer¨ªa marcha, quer¨ªa partido y quer¨ªa final, as¨ª que en ocasiones le demandaba un punto m¨¢s de mesura porque cada pelotazo se traduc¨ªa en un ejercicio de m¨¢ximo riesgo. Y, ya se sabe, con Nadal al otro lado la historia puede terminarse mucho antes de lo deseado.
Thiem descarga como una tormenta el¨¦ctrica; ni contempla ni rumia. Directamente responde. Tenista de inercias, si encuentra la inspiraci¨®n es un tornado, pero si no llegan las musas suele dejarse llevar. Y al comienzo hizo un amago. Sali¨® tembloroso, excesivamente agarrotado, y Nadal cerr¨® el primer juego blanco y a continuaci¨®n la arrebat¨® su primer servicio. Su plan, la estrategia que anticipaba dos d¨ªas antes, pod¨ªa saltar por los aires demasiado r¨¢pido. Pero no. La grada francesa percibe en ¨¦l al heredero y le reanim¨®. Le empuj¨® y el austriaco respondi¨® con una r¨¦plica que igual¨® el 2-0 de entrada y condujo el primer parcial a un equilibrio sumamente tenso.
Nadal, el tenista con la mente m¨¢s privilegiada de la historia, lo someti¨® todo el rato a un maquiav¨¦lico pulso emocional. Obliga en cada pelota a un esfuerzo extraordinario para ir consumiendo lentamente la esperanza de su rival. Desde un punto de vista competitivo, Nadal es un deportista cruel. Tensa y tensa la cuerda, metiendo el miedo en el cuerpo hasta que este, temeroso ante la posibilidad de dar el mal paso, termina vini¨¦ndose abajo. A Thiem le ocurri¨® cuando hab¨ªa conseguido lo m¨¢s dif¨ªcil, no desengancharse en esos primeros juegos. Cuerpe¨® hasta que Nadal as¨ª lo quiso. El balear lo acorral¨® psicol¨®gicamente hasta que consum¨®, a los 57 minutos, el segundo break: juego, 6-4 y por lo tanto el punto de no retorno. Con otro tal vez; con Nadal, no.
Suspense final: calambres en el brazo izquierdo
Lo anticipaba G¨¹nter Bresnik: el primer set escond¨ªa la verdad del partido. Para Thiem, dec¨ªa el t¨¦cnico, solo hab¨ªa alguna opci¨®n si se adjudicaba la primera manga y no miraba atr¨¢s. No lo hizo. Dud¨®, patin¨® y los fantasmas fueron filtr¨¢ndose en su interior, confundi¨¦ndole y agit¨¢ndole como la peor de las pesadillas. Nadal abrazaba ese escenario ideal e impon¨ªa un raqueteo maratoniano. Fue mell¨¢ndole la moral con su arrebatadora cadencia de juego, en todo momento al m¨¢ximo, sin escatimar un gramo de tenis ni desperdiciar un solo segundo, aunque la demora con el saque volviera a costarle otra penalizaci¨®n. Parte del entramado porque Nadal, defiende siempre, necesita pensar; necesita y, sobre todo, hace pensar; obliga a darle tant¨ªsimo al coco que el de enfrente termina descomponi¨¦ndose.
Wilander, ha explicado en alguna ocasi¨®n el sueco, interpreta el tenis sobre tierra batida como una partida de ajedrez. Y, en ese caso, Nadal maneja la estrategia como Kasparov. En la Chatrier, el cerebro del mallorqu¨ªn procesa un segundo antes que el resto. Lee el punto antes que nadie y si el golpe del contario exige un plus tira de su portentoso tren inferior. Thiem lo intent¨®, vaya que si lo intent¨®; tremenda derecha la del austriaco, pero el de Manacor, todo piernas y todo motor, lo pesca absolutamente todo y dirigi¨® magistralmente con el rev¨¦s, por encima incluso de su derecha. Vaya que si lo intent¨® el advenedizo, el pr¨ªncipe, revolvi¨¦ndose con el orgullo del p¨²gil al que le han encontrado la mand¨ªbula, pero que en realidad ya se sabe derrotado.
Nadal, tan exigente que hasta su propio antebrazo le ped¨ªa una tregua ¨Cfue atendido del izquierdo en la recta final, por calambres¨C, le impidi¨® entrar en la pista e insisti¨® sobre su reverso, y le descosi¨® en los dos siguientes parciales: un primer demarraje (rotura para 2-0 en el segundo) y el toque terminal (otras dos en el tercero) para la resoluci¨®n de una tarde en sentido ¨²nico. Thiem cabeceando, negando y abriendo los brazos. Abatido en su primera gran final. Habr¨¢ tiempo para ¨¦l en el Bois de Boulogne, pero todav¨ªa debe esperar. Nadal, en direcci¨®n al infinito, a la velocidad de la luz, no admite contestaci¨®n en Par¨ªs.
A¨²n no.
LAS OTRAS FINALES EN PAR?S
2005. Mariano Puerta (ARG): 6-7, 6-3, 6-1, 7-5.
2006. Roger Federer (SUI): 1-6, 6-1, 6-4, 7-6.
2007. Roger Federer (SUI): 6-3, 4-6, 6-3, 6-4.
2008. Roger Federer (SUI): 6-1, 6-3, 6-0.
2010. Robin Soderling (SUE): 6-4, 6-2, 6-4.
2011. Roger Federer (SUI): 7-5, 7-6, 5-7, 6-1.
2012. Novak Djokovic (SUER: 6-4, 6-3, 2-6, 7-5.
2013. David Ferrer (ESP): 6-3, 6-2, 6-3.
2014. Novak Djokovic (SER): 3-6, 7-5, 6-2, 6-4.
2017. Stan Wawrinka (SUI): 6-2, 6-3, 6-1.
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