Brasil-Suiza: Mientras aguant¨® Coutinho
Penalizada por las distracciones de Neymar y la falta de fondo f¨ªsico de su jugador m¨¢s determinante en Rostov, Brasil no consigue traspasar el muro de Suiza
Los rizos amarillos de Neymar, obra fant¨¢stica de un peluquero que le acompa?a por Rusia y que forma parte integral de su estrategia mercantil planetaria, se fueron apelmazando con el vapor del Don y el marcaje abnegado de Valon Behrami, l¨ªder de la revuelta helv¨¦tica. Fue una noche de agobios inesperados para Brasil. Sufri¨® el equipo que ven¨ªa de Am¨¦rica precedido de los mejores auspicios. Lo fren¨® un pu?ado de indistintos muchachos de rojo, principalmente hijos de la inmigraci¨®n balc¨¢nica. Gente con muy mala uva que no concedi¨® ni un cent¨ªmetro hasta no lograr el empate ante una de las grandes favoritas del torneo.
A Tite, selecionador brasile?o, le precede la fama de cham¨¢n. De genio de la seducci¨®n, capaz de idear formas que explotan el talento de Brasil. Cosas como el ingenio t¨¢ctico que present¨® en Rostov. Un andamiaje de apariencia muy s¨®lida y flexible a la vez. Un ecosistema cuya raz¨®n de ser es el desarrollo m¨¢ximo del talento de Neymar y Coutinho, sus jugadores m¨¢s resolutivos, envueltos por dos l¨ªneas de apoyo. Por detr¨¢s, de derecha a izquierda, Willian, Paulinho y Casemiro; y por delante Gabriel Jesus, encargado de tirar desmarques en todas direcciones con la mayor frecuencia posible para arrastrar defensas y abrir huecos a las figuras que vienen por detr¨¢s. La cosa tiene una pinta estupenda. Sobre la pizarra parece algo muy racional y su puesta en escena da una impresi¨®n abrumadora. Los problemas se manifiestan cuando se agotan las pilas.
Brasil debe resolver una cuesti¨®n de ¨ªndole biol¨®gica y otra de car¨¢cter. Si Neymar no impide que el narcisismo le domine en cada jugada en la que interviene, su equipo necesitar¨¢ matar los partidos a la mayor brevedad para no sufrir un ataque de nervios. No dispondr¨¢ de mucho tiempo porque Coutinho, por m¨¢s protegido que est¨¦ como cuarto volante, no tiene los pulmones necesarios. No basta con un ejercicio de voluntarismo para desplazarse por el carril del ocho. Hacen falta un fondo aer¨®bico. Algo de lo que el maravilloso mediapunta no puede presumir.
Mientras resisti¨® Coutinho saliendo de una posici¨®n retrasada que le penaliza, Neymar se convirti¨® en un jugador indetectable y su equipo domin¨® con continuidad. Cuando el jugador del Bar?a se fue apagando, quedaron expuestas las deficiencias. Hasta entonces, los aficionados se deleitaron con lo m¨¢s grande del f¨²tbol: la sinton¨ªa entre personas intercambiando una pelota para enga?ar a otras personas.
Brasil fue derramando ocasiones de gol desde los primeros minutos. Coutinho se ofrec¨ªa junto a Casemiro para dar el primer pase y acud¨ªa al borde del ¨¢rea para unirse a Neymar. All¨ª comenz¨® a ofrecer su repertorio de arrancadas y frenadas en una baldosa, dribl¨® a Berhami, a Xhaka, y sirvi¨® a Neymar en el ¨¢rea para que hiciera otro truco. Neymar dej¨® sentado a Schaer y entreg¨® la pelota a Paulinho, llegador sistem¨¢tico. El remate, muy mordido por el acoso del portero y los defensas, se fue por un palmo. Suiza pareci¨® dislocada ante la afinidad de dos jugadores formidables.
El gol lleg¨® en el minuto 20. Otra vez Coutinho recorri¨® 30 metros, se asoci¨® a su amigo al borde del ¨¢rea y aprovechando que la zaga rival retroced¨ªa y se met¨ªa en la caja arm¨® la pierna y se sac¨® un derechazo. Acariciado con el interior de la bota, el bal¨®n hizo la curva y se clav¨® en la escuadra.
Muchos equipos se rinden ante esta clase de evidencias de superioridad atl¨¦tica, f¨ªsica y t¨¦cnica. La estatura de Brasil respecto a Suiza se puso tan de manifiesto en todos los ¨®rdenes que cualquiera de los presentes habr¨ªa comprendido cierta cuota de resignaci¨®n. Pero los suizos no se entregaron. Abanderados por el fiero Berhami y el bello Lichtsteiner resolvieron disputar cada bal¨®n como si les fuera la vida y, cuando lo recuperaron, lo cuidaron.
Replegados en parte por la ventaja y en parte porque las intervenciones de Coutinho comenzaban a espaciarse, los sudamericanos establecieron su centro de operaciones en el c¨ªrculo central. All¨ª se sintieron potentes, bien guardados por su escuadr¨®n de polifemos. Silva, Miranda, Casemiro y Paulinho son marcadores intimidantes. Pero, contra la apariencia, fallaron estrepitosamente en un c¨®rner. Suiza lo conquist¨® moviendo la pelota con sentido y Zuber lo cabece¨® sin alardes. Miranda se agach¨® por delante empujado por un rival. Silva se distrajo por detr¨¢s.
Cuando Brasil quiso reaccionar solo pudo hacerlo atacando a la desesperada. Tite sustiyuy¨® hombre por hombre para ventilar a Jes¨²s, Casemiro y Paulinho, y meter a Renato Augusto, Firmino y Fernndinho. Con Neymar empe?ado en litigios particulares con Behrami y Coutinho agotado, quedaron los centros, los tiros desde fuera del ¨¢rea, y las llegadas en tromba. Suiza, valiente, aguant¨® para satisfacci¨®n de los hinchas rusos.
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