Omar Fraile contin¨²a la tradici¨®n espa?ola en el aer¨®dromo de Mende
Victoria de etapa del vizca¨ªno en un final en el que la pareja Thomas-Froome y Roglic y Dumoulin muestran su supremac¨ªa
Una pareja en t¨¢ndem domina al pelot¨®n del?Tour, que en su d¨ªa 14 abri¨® una sucursal en el camino al aer¨®dromo de Mende, donde gan¨® un espa?ol de Santurtzi, Omar Fraile, piernas de dinamita en la ¨²ltima ascensi¨®n, e instinto de cazador.
Gan¨® en un sitio con aire novelesco, de esos que permiten imaginar operaciones de contrabando nocturnas con aviones aterrizando en la hierba a la luz de cuatro antorchas, y muchos esp¨ªas alrededor, y con muy malas intenciones. Un lugar con pedigr¨ª cicl¨ªstico tambi¨¦n. Es la etapa que invent¨® Manolo Saiz en 1995 para que Jalabert y Z¨¹lle emboscaran a Indurain, y donde despu¨¦s ganaron Serrano y Purito, que le dio celos a Contador en 2010, y donde dos franceses j¨®venes y muy prometedores hace tres a?os, Pinot y Bardet, se olvidaron de que un ingl¨¦s iba cerca y se dejaron robar la merienda. Al menos no se la comi¨® el otro franc¨¦s, dijeron ambos, y a¨²n siguen. Ning¨²n espa?ol ganaba una etapa del Tour desde la pen¨²ltima de 206, la Joux Plane de Ion Izagirre.
Thomas sigue l¨ªder, y segundo es Froome, sombras rec¨ªprocas en las etapas unidas por una fuerza magn¨¦tica que ya le gustar¨ªa poseer a un curandero posador de manos. Los rivales les quieren hacer cosquillas para lograr no solo separarlos, sino enfrentarlos, y sobreviven.
Hay dos ciclismos, dicen los nost¨¢lgicos, y ambos se asomaron al escaparate en las carreteras estrechas de Ard¨¨che, el asfalto ¨¢spero de la Francia tan dura en invierno y salvaje casi en verano, de pueblos medio abandonados y terneras mugiendo en los prados a orillas de r¨ªos que excavan profundo y vertical en la tierra seca,? El ej¨¦rcito regular de normas estrictas y filas ordenadas a rueda de los gastadores de blanco que abren camino, detr¨¢s; la guerrilla, o la banda del Cid o del Empecinado, de amantes de la emboscada y de la lucha en cada metro, y la sangre y el instinto gui¨¢ndolos, delante.
En esta sucursal de tradici¨®n, un minipelot¨®n de 30 autogestionario, sin patr¨®n ni m¨¢s fuerza dominante que la voluntad de llegar m¨¢s lejos que el que pedalea al lado, estaba Fraile, de 28 a?os, remero de traineras antes que ciclista y campe¨®n que sabe c¨®mo se hacen las cosas. En su carrera ha sido dos veces rey de la monta?a en la Vuelta y ha ganado etapas en el Giro, el los 4 D¨ªas de Dunkerque, en el Tour de Romand¨ªa y en la Vuelta al Pa¨ªs Vasco. Para conseguirlo, primero ha aprendido a elegir la etapa en la que la fuga tiene posibilidades de llegar, y despu¨¦s a moverse como nadie en las especiales relaciones que se establece entre fuguistas, donde la desconfianza es soberana. Se trata de cansarse lo menos posible en un ambiente de constantes ataques y defensas, arrancadas y paradas, c¨¢lculos mentales y decisiones equivocadas. Amador, que intent¨® disfrutar, sufri¨® como ning¨²n d¨ªa y acab¨® deprimido, pregunt¨¢ndose; Fraile, que habl¨® de su ¡°experiencia¡±, acab¨® respondiendo. Calcul¨® el momento de arrancar, abajo, y c¨®mo conservar fuerzas para un ¨²ltimo cambio de ritmo que conden¨® a Stuyven, el primero que atac¨®, y descorazon¨® a Alaphilippe, el animoso que le quer¨ªa sorprender. Lleg¨® a meta y bes¨® la pulsera de su novia, Eva, a quien dedic¨® la victoria, como se ha hecho de toda la vida.
El pelot¨®n organizado al trantr¨¢n del Sky abucheado y recibido en los pueblos con caligulescos pulgares hacia abajo lleg¨® disciplinado al pie de la ascensi¨®n a la Causse de Mende, la meseta abrupta y seca que se eleva sobre el pueblo. No se jugaban la victoria, ya disputada por la sucursal m¨¢s de un cuarto de hora antes, pero, como ciclistas de competici¨®n que son, son incapaces de llegar a una cuesta y no buscar c¨®mo hacerse da?o. Primero actuaron los secundarios, como corresponde, como Mikel Landa, que a¨²n est¨¢ en tierra perdida, ni muy cerca ni muy lejos del podio, donde unos cuantos m¨¢s. ¡°Ataqu¨¦ no tanto para ver mis fuerzas sino para ver las de los dem¨¢s, ver qui¨¦n estaba bien y qui¨¦n estaba mal, y quien estaba mal era yo¡±, dice Landa, a¨²n doliente, con triste sonrisa de resignaci¨®n. Quien tampoco estaba muy bien era Alejandro Valverde, que sali¨® triste de los Alpes, sin brillo en sus intenciones y solo se mueve sentimentalmente para ayudar a Landa, ni tampoco Bardet, quien al menos pele¨® hasta vaciarse y conseguir nada; Nairo estaba mejor que otros d¨ªas, pero tampoco tan bien como quiere y cree que puede estar; y quienes estaban muy bien eran los del t¨¢ndem simb¨®lico, tan juntos les gusta acercarse a meta, y tambi¨¦n, sobre todo, Roglic, el esloveno demoledor como una carga de trinitroglicerina, y Dumoulin, el holand¨¦s inteligente. Son los cuatro primeros de la general, por supuesto. Y est¨¢n un pelda?o por encima de los dem¨¢s. Lo estuvieron en los Alpes y lo siguen estando en la transici¨®n no tan calurosa hacia los Pirineos. ¡°Pero yo veo que estoy m¨¢s cerca que antes¡±, dice Nairo, el optimista que le queda al Movistar, a quien le gust¨® tener que dormir arropado porque ya no hace tanto calor como odia, y as¨ª tuvo ¨¢nimo para decir: ¡°No renuncio a nada¡±.
Pero tambi¨¦n cedi¨® ante el cuarteto en el que Dumoulin est¨¢ aprendiendo a jugar con los sentimientos de la pareja inseparable con declaraciones que abren rendijas entre tanto pegamento. ¡°Qu¨¦ bien que me ayudara Thomas¡±, dijo en el aeropuerto rural. ¡°Arranc¨® Froome a 200m de la cima y yo me qued¨¦ a rueda del l¨ªder, que no tard¨® en ir a buscar a su compa?ero, y me llev¨® con ¨¦l, porque, en el fondo, tiene a¨²n esp¨ªritu y h¨¢bitos de gregario¡¡± El holand¨¦s ha perdido kilo y medio respecto al Giro en el que le castig¨® Froome, y quiere superar tambi¨¦n la tercera semana.
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