La f¨®rmula Luis Enrique
Un entrenador es alguien obligado a dar con una f¨®rmula. La ¨²ltima no funcion¨®. Necesitamos una distinta
Estamos en esa ¨¦poca del a?o, el veranito, que para un t¨¦cnico ambicioso es muy agradecida, porque no pierde nunca. Nils Liedholm, que dirigi¨® al Mil¨¢n y a la Roma, dec¨ªa que la de entrenador de f¨²tbol era la mejor profesi¨®n del mundo. ¡°Es una pena que haya partidos¡±, a?ad¨ªa. La tranquilidad de estas fechas es extensible a los seleccionadores. No hay que pensar en las grandes citas, ni siquiera en clasificarse para esas citas, o al menos no hay que agobiarse por ello. Todo queda a¨²n demasiado lejos. Un Mundial reci¨¦n acabado produce sobre las selecciones un efecto sedante. Sus componentes prefieren pensar en cualquier cosa antes que en otra convocatoria. Como digo, es verano. Necesitan distancia. Tal vez su actitud pudiese resumirse en una frase: ¡°No me pasen llamadas¡±.
En el caso de Luis Enrique, la semana pasada, y las cuatro siguientes, quiz¨¢ sean los momentos m¨¢s llevaderos de toda su etapa al frente de Espa?a. Son d¨ªas de gloria, aunque planos, y muy aburridos, pero ?qui¨¦n no necesita jornadas as¨ª de vez en cuando? Ni siquiera ha tenido que anunciar su primera lista de seleccionados. Y su primera comparecencia ante los medios, para presentarse en el cargo, se sald¨® sin frases ¨¢ridas o desairadas. D¨ªas as¨ª hay pocos. Estar¨¢ en la gloria. Pero cinco semanas pasan r¨¢pido, y entonces, con sus primeros veinte jugadores convocados, empezar¨¢ la diversi¨®n. Y a¨²n as¨ª solo ser¨¢ el comienzo del comienzo. El instante efervescente llegar¨¢ en el momento en que a lo mejor el pa¨ªs, despu¨¦s de varios partidos, se divida entre quienes creen que ¡°no es esto¡± a lo que tiene que jugar Espa?a, y quienes consideran que ¡°s¨ª es esto¡±. El debate sobre el juego que tendr¨ªa que desarrollar la selecci¨®n para regresar a la c¨²spide es una mezcla de asunto serio, divertido, ocioso, grave, superficial, etc¨¦tera. Nos quedamos demasiado colgados de la felicidad que nos produjo la selecci¨®n que logr¨® dos eurocopas y un mundial, y ahora eso nos lastra. Vivimos durante un tiempo la gran belleza, y eso produce demasiada nostalgia.
Todav¨ªa recuerdo el d¨ªa que Guardiola fij¨® el canon anunciando que ¡°no me gusta ganar porque s¨ª¡±. La frase ten¨ªa que ver con el hecho de que la victoria se registraba en los libros, y la forma de alcanzarla se grababa en la cabeza de la gente. Pero, ?y si las cosas m¨¢s maravillosas pasan solo una vez? Pudiera ser que, sin aquellos jugadores, y sin aquellos rivales, no podamos jugar ni alcanzar los ¨¦xitos de entonces. Todo cambia. Eso no significa que ahora haya que jugar a lo opuesto, sino a su evoluci¨®n. Un entrenador es alguien obligado a dar con una f¨®rmula. La ¨²ltima no funcion¨®. Necesitamos una distinta. Quiz¨¢s solo se requiera un ajuste, un peque?o cambio, pero qui¨¦n sabe si un peque?o cambio no es un cambio gigante. En un cap¨ªtulo de Los Simpson, el se?or Burns despotric¨® contra la pauta del vals. ¡°Siempre es un dos tres, un dos tres... ?D¨®nde est¨¢ el cuatro?¡±. Solo era un paso m¨¢s, pero al incluirlo, el vals dejaba de ser vals.
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