Bruno Hortelano se queda a un suspiro del podio en los 200 metros
El velocista espa?ol (20,05s) termina cuarto por una cent¨¦sima en una final de 200m en la que el campe¨®n mundial, el turco Ramil Guliyev (19,76s), bati¨® su r¨¦cord personal
Fue un rayo, un suspiro. Todo en poco m¨¢s de 20s, los que devolvieron a Bruno Hortelano, embarcado en un viaje por los lugares en los que todos los anhelos se convierten en reales, a la dura tierra real. Pag¨® el precio de su ilusi¨®n desbordada.
Sale como un rayo de los tacos. En 147 mil¨¦simas, casi simult¨¢neo al disparo, sale despedido como por un muelle sin l¨ªmites y se pone a pleno r¨¦gimen. Sale magn¨ªfico de la curva, del arco de ballesta tan amplio y azul en el Estadio Ol¨ªmpico de Usain Bolt, un homenaje al mito, y en la recta ya no puede m¨¢s. Mantiene el duelo con Ramil Guliyev, el rival, unos metros, y sucumbe. El tractor azerbaiyano ajustado en Turqu¨ªa corre demoledor. No conoce los l¨ªmites. Los obst¨¢culos. Todo lo arrasa. Corre m¨¢s r¨¢pido que en la final del Mundial en la que pudo con los mejores, con el fenomenal Van Niekerk, con el espl¨¦ndido Makwala. Pero Hortelano, que conoce, que cree en ¨¦l, en el poder ilimitado de la voluntad, le mantiene el pulso. Y el cuerpo dice basta.
Y el agotamiento, el ir m¨¢s all¨¢ de lo que su coraz¨®n puede, de la velocidad con la que su sistema nervioso puede contraer sus m¨²sculos, le deja a merced del ingl¨¦s Nethaneel Mitchell-Blake y del suizo Alex Wilson, que le alcanzan y tambi¨¦n le devoran. Sin remordimientos. Son 10 metros en los que Hortelano, a¨²n movido por un deseo no correspondido, es superado por ambos. Y aun as¨ª, se niega a rendirse. Su pecho cruza la l¨ªnea una cent¨¦sima m¨¢s tarde que ambos, a los que solo seis mil¨¦simas separan a favor del brit¨¢nico, pero es tal la fuerza descontrolada que mueve a Hortelano, tal su impulso, el ¨¦lan vital que busca en la victoria, que se tropieza y cae, y da una voltereta dolorosa. Su aterrizaje.
Con un viento a favor de 0,9 m/s, Hortelano ha corrido los 200m en 20,05s, la mejor marca de su vida exceptuando los 20,04s de los campeonatos nacionales en Getafe que figuran como r¨¦cord nacional. Ha corrido como nunca, como no pens¨® que volver¨ªa a correr despu¨¦s del accidente en el que por poco pierde una mano. El guante negro, su metr¨®nomo, se dej¨® llevar, se aceler¨® en exceso, y le hizo perder el ritmo de la partitura que tan bien interpret¨® en las semifinales. Las grandes ligas est¨¢n a¨²n lejos de Hortelano, la barrera de los 20s que se niega a caer. Su entrenador, su gente, recuerda que en los Juegos de R¨ªo, cuando corri¨® en 20,12s en series, no pudo repetir cron¨®metro en semifinales porque su cuerpo a¨²n no estaba acostumbrado a tal velocidad. Su cuerpo deb¨ªa asimilar y repetir varias veces antes de volver a doblarse m¨¢s r¨¢pido. El siguiente escal¨® que descendi¨®, una d¨¦cima, que en velocidad es un mundo, debe asimilarlo tambi¨¦n. Para ello necesitar¨¢ volver a ser un atleta que pueda despreciar la carga emocional que comporta cada zancada tan cerca de su retorno, hace solo tres meses. Y correr libre, sin anhelos m¨¢s all¨¢ de las leyes f¨ªsicas de la velocidad. Y poder participar en carreras en las que se pueda bajar con regularidad de los 20s.
Cuando se le pregunta, Hortelano repite, y no se cansa de hacerlo, que la carrera m¨¢s importante de su vida fueron los 400m de mediados de mayo de 2018, 45,93s, en una pista de Tenerife llena de chavales que sue?an con ser atletas. Dos a?os despu¨¦s de pensar que su carrera se acababa.
¡°Estoy content¨ªsimo, aunque me he quedado a las puertas de las medallas¡±, dice nada m¨¢s terminar, a¨²n sudado el calor de Berl¨ªn, Hortelano, ¡°Quer¨ªa la medalla porque soy competitivo, pero yo no sal¨ª del hospital para ganar una medalla sino para estar aqu¨ª. Para m¨ª es una gran victoria¡±.
El verdadero regreso de Hortelano, el atleta que logra emocionar simplemente vi¨¦ndolo correr, fue entonces, en Tenerife, cuando dijo, ¡°he vuelto para quedarme¡±. Y volvi¨® a disputar una final. Su victoria verdadera.
La sonrisa de Bruno ilumin¨® el Estadio Ol¨ªmpico de Berl¨ªn
A Guliyev se le hab¨ªa perdido de vista, se ve¨ªan las banderas de los turcos que se hab¨ªan levantado de los asientos a celebrar la haza?a de su h¨¦roe, el campe¨®n de Europa. Entre ese mar rojiblanco, sobresal¨ªa la sonrisa de Bruno Hortelano asom¨¢ndose por la escalera que lo conduc¨ªa a una mesa llena de televisiones que lo estaban esperando. Alzaba los brazos, sereno, feliz. Aquel gesto lo dec¨ªa todo: ¡°Me he notado en el mejor estado de forma del a?o y de mi vida. Me he quedado a una cent¨¦sima de mi marca personal, el r¨¦cord de Espa?a. He notado muy buenas sensaciones en la carrera. La salida la he hecho fuerte, me he colocado en una buena posici¨®n en la curva, me he notado muy competitivo. Luego se me han ido aproximando los dos atletas que ten¨ªa a mi derecha y yo me he lanzado con todo lo que ten¨ªa, incluso me he ca¨ªdo, me he raspado la espalda pero no llegaba. Esos tres han corrido m¨¢s que yo el d¨ªa de hoy¡±.
Bruno lo repiti¨® una vez m¨¢s: ¡°Este a?o, esta era la gran cita¡±, el campeonato de Europa, dos a?os despu¨¦s de un proceso de recuperaci¨®n que lo ha llevado al extremo. ¡°Hoy, yo no he perdido la medalla, sino que ellos han corrido m¨¢s y se lo han ganado¡±.
¡°Para m¨ª, como si fuera oro¡±.
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