Ellas rompen el techo de cristal con f¨²tbol y estudios universitarios
Las mexicanas Desir¨¦e Monsiv¨¢is, Cristina Ferral y Rebeca Bernal destacan su doble rol como jugadoras y universitarias para enfrentar la desigualdad de g¨¦nero
La ciudad de Monterrey, al norte de M¨¦xico, quiere asumirse como la capital del f¨²tbol femenino. Sus equipos, las Rayadas y Tigres, contendieron en la pasada final de la Liga y aportaron siete futbolistas a la selecci¨®n absoluta de su pa¨ªs que gan¨® la medalla de oro en los Juegos Centroamericanos. Las jugadoras han despegado bajo un principio distinto, poco com¨²n, en la categor¨ªa masculina: la universidad, un medio para romper con la brecha salarial.
Antes sin Liga, las futbolistas mexicanas buscaban cualquier tipo de competencia semiprofesional para intentar ganarse un sitio en el combinado nacional. As¨ª que voltearon hacia el espejo del f¨²tbol estadounidense, tricampeonas del mundo. Una de sus claves era el deporte colegial que serv¨ªa de trampol¨ªn para clubes profesionales no solo en f¨²tbol, tambi¨¦n para la NFL y la NBA. El Tecnol¨®gico de Monterrey adopt¨® un modelo similar, en el que ofreci¨® becas a sus deportistas las cuales, en alg¨²n punto, pod¨ªan mantener cierta esperanza de vivir del f¨²tbol.
Muy pocos hombres han cursado una carrera universitaria a la par de su trayectoria como futbolista en M¨¦xico. El caso m¨¢s medi¨¢tico ha sido el de Hugo S¨¢nchez. Antes de marcharse a Espa?a con el Atl¨¦tico concluy¨® la licenciatura en Odontolog¨ªa en la UNAM. Otros antiguos jugadores del Tri fueron los porteros F¨¦lix Fern¨¢ndez y Luis Michel, quienes tienen un t¨ªtulo en pedagog¨ªa y en ingenier¨ªa industrial, respectivamente. Del conjunto mexicano que compiti¨® en el Mundial de Rusia 2018 ninguno se matricul¨® en alguna carrera.? En el plano internacional, Giorgio Chiellini, defensor de la Juventus y de Italia, tiene un doctorado en Econom¨ªa.
Tres mexicanas, al saber que a¨²n no hay un negocio redituable en la Liga de su pa¨ªs, han blindado su curr¨ªculo. Rebeca Bernal estudia para ser psic¨®loga organizacional; Desir¨¦e Monsiv¨¢is es arquitecta y tiene un posgrado en ingenier¨ªa y administraci¨®n de la construcci¨®n, y Cristina Ferral completa su maestr¨ªa en finanzas.
Desir¨¦e Monsiv¨¢is: una arquitecta en medio de Kazajist¨¢n
El primer recuerdo que Desir¨¦e Monsiv¨¢is (G¨®mez Palacio, 1988) tiene del f¨²tbol es un bal¨®n blanco del Necaxa. Le ten¨ªa aprecio porque dejaba ver la rec¨¢mara rosa de la pelota. Empez¨® a jugar por los barrios calurosos del Estado de Durango hasta que alguien le dijo ¡°te pueden becar por jugar al f¨²tbol¡±. As¨ª que se propuso viajar al centro del pa¨ªs para estudiar en las Universidad de las Am¨¦ricas en Puebla. All¨¢ termin¨® sus estudios en Arquitectura. ¡°Me fui sin ning¨²n peso, vendiendo hamburguesas, boteando (pidiendo dinero) en las esquinas¡±, recuerda la atacante que hac¨ªa los deberes de sus compa?eros para ganar un poco de dinero extra.
En Monterrey jug¨® con el equipo representativo del Tecnol¨®gico y, paralelamente, estudi¨® la maestr¨ªa en ingenier¨ªa y administraci¨®n de la construcci¨®n. ¡°Cuando anunciaron la Liga femenina no ten¨ªa un equipo donde entrenar, hasta que un entrenador me dijo ¡®vente para Rayadas¡±, explica. Mientras hac¨ªa su tesis de maestr¨ªa, jug¨® unos meses en Canad¨¢ a finales de 2014. Con el t¨ªtulo reci¨¦n impreso, fue reclutada por un equipo de Kazajist¨¢n, el Biik Zazygurt para jugar un a?o. Ah¨ª nadie hablaba espa?ol, solo algunas ingl¨¦s. ¡°Quise a meterme a aprender ruso, pero era un pueblito donde no hab¨ªa escuelas¡±, comenta.
M¨¦xico ha recibido con optimismo el f¨²tbol de femenino. La final entre Tigres y Monterrey fue vista en el estadio por 51.211 aficionados. Este mismo enfrentamiento se repiti¨® la semana pasada, en temporada regular, con m¨¢s de 37.601 asistentes. ¡°?Qu¨¦ padre, la gente nos apoya! Y est¨¢ creyendo. De repente uno piensa que es moda y que se va a acabar, ojal¨¢ que no se acabe¡±, explica Monsiv¨¢is, ¡°en el lado realista: los accesos son muy baratos, ?cu¨¢ntos boletos no se han regalado? No es un negocio redondo como tal, falta todav¨ªa que las marcan crean en el proyecto femenino para que en consecuencia suban el sueldo, hagan mejores motivaciones econ¨®micas para que una como futbolista te dediques plenamente a tu profesi¨®n¡±.
?En qu¨¦ se fallan los medios de comunicaci¨®n al cubrir el f¨²tbol de las mujeres?, se le pregunta. Monsiv¨¢is pasa sus dedos por encima de la medalla y critica: ¡°se equivocan en la seriedad que le dan a la hora de actualizarse en la informaci¨®n. En los partidos a veces no se saben el nombre de la jugadora. No investigan el curr¨ªculum¡±.
Cristina Ferral: el f¨²tbol como su medio y no como un fin
Cristina Ferral (Ciudad Madero, 1993) hab¨ªa llegado a Francia para jugar con el Olympique de Marsella el a?o pasado. Era su oportunidad para resplandecer como mediocampista. Pero le inquietaba, algo que hab¨ªa dejado inconcluso. Era su maestr¨ªa en Finanzas. Y, a la distancia, curs¨® tres materias. Ella no pod¨ªa entender el f¨²tbol sin despu¨¦s ir a la escuela, sin el cansancio entre las rutinas en el gimnasio y los pupitres.
¡°Tenemos que ser realistas, la vida deportiva es corta. Te das cuenta cuando hablas con una futbolista que est¨¢ estudiando por la inteligencia emocional. Todo consta en la organizaci¨®n. Cuando se quiere, se puede¡±, comenta Ferral, quien completa su posgrado. ¡°Aprovechamos el f¨²tbol como un medio para poder estudiar en una buena instituci¨®n. Por recursos econ¨®micos mis pap¨¢s no hubieran podido pagar el Tec. Supe aprovechar el deporte como un medio, no como un fin¡±, agrega mientras se guarda en el bolsillo la medalla.
Ferral regres¨® a M¨¦xico para jugar con Tigres, el campe¨®n de la Liga femenina, luego de meses de turbulencia emocional por el fallecimiento de su madre. La futbolista se repuso hasta convertirse en la clave del centro de la m¨¦dula del campo de su pa¨ªs. En la primaria era la favorita de los entrenamientos aunque, a la hora de los partidos, no jugaba por el hecho de ser mujer. Por machismo ¡°la gente entiende que con los hombres, s¨ª; con las mujeres, no con respecto a f¨²tbol. Halagar al hombre y, fr¨ªamente, menospreciar a la mujer¡±, considera.
¡°Muchas de nosotras no queremos salirnos de estudiar por ser futbolistas. El ejemplo mundial es el estadounidense. Por eso muchas jugadoras de M¨¦xico pisamos Estados Unidos, porque era lo m¨¢s parecido a una Liga profesional. All¨¢, el hecho de estudiar y jugar era ?wow!¡±, opina.
Rebeca Bernal: la defensa del hoy, la psic¨®loga del ma?ana
A sus 20 a?os, Rebeca Bernal (Tampico, 1997) ha competido en tres Mundiales y es la capitana de las Rayadas. Cuando habla, parece que vive en otro tiempo, en el futuro. ¡°Al f¨²tbol femenino puede que le pegues, y a lo mejor puedes vivir en eso, pero es m¨¢s dif¨ªcil que un hombre. Un hombre puede llegar a vivir y hacer su vida como futbolista profesional. Hasta el momento una mujer, no¡±, opina mientras flexiona su pierna derecha.
Por las ma?anas estudia psicolog¨ªa organizacional en la universidad privada m¨¢s grande de M¨¦xico; por las tardes, bajo el perpetuo sol de Monterrey, lidera la defensa. ¡°Puedes vivir, pero no te va a ser vasto. En un futuro tener una carrera, un t¨ªtulo, te ayuda mucho m¨¢s como mujer. Estudiar te hace mejor persona, te hace ver de un modo diferente las cosas. Ser m¨¢s madura¡±, dice quien ten¨ªa a una sola referente, Maribel Dom¨ªnguez, la gran futbolista mexicana que pidi¨® poder jugar en un club masculino en Segunda Divisi¨®n y su intenci¨®n rechazada por la FIFA a causa de su g¨¦nero.
Bernal se enter¨® de la fundaci¨®n de la Liga cuando jugaba, en su primer a?o, en la universidad. Para ella el f¨²tbol de hombres y mujeres es distinto en la cancha y en la perspectiva. ¡°?l puede vivir del f¨²tbol. La mentalidad de la mujer es mucho de esfuerzo: estudiar y jugar. A lo mejor el hombre no le inculcaron que la escuela es primordial¡±, considera.
Las tres futbolistas pasean por el campus universitario con las remeras de sus clubes y con las medallas colgando de sus cuellos. Imposible no notarlas. Caminan sin el temor de que las aborden para pedirles una selfie o un aut¨®grafo. Algunos les reconocen, les piden una fotograf¨ªa y ellas sonr¨ªen. Esto apenas comienza para ellas.
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