Mourinho: excusas y desencanto
No es escenario Old Trafford, la casa del club m¨¢s poderoso del mundo, para ir presumiendo de pobre
Apenas un par de jornadas, ese es el tiempo que ha necesitado Jos¨¦ Mourinho para que la c¨²pula del Manchester United sucumbiese a la tentaci¨®n de ratificarlo en el cargo, una anomal¨ªa que se explica desde la responsabilidad, pero tambi¨¦n desde una cierta acumulaci¨®n de desencantos. Ya son dos las temporadas simulando un combate dom¨¦stico poco cre¨ªble, tan alejado de los campeones respectivos que el t¨ªtulo liguero no parece tanto un reto a conquistar como un objetivo a vigilar. Cuesta creer que precisamente ¨¦l, acostumbrado a lucir rango de emperador en las tarjetas de visita y autoproclamar su naturaleza especial, se vea obligado a interpretar el papel de detective modesto en los ¨²ltimos tiempos, el viejo sabueso golpeado por la vida que se sube a un taxi y ordena al conductor que siga a ese otro coche.
En t¨¦rminos matem¨¢ticos, la derrota en Brighton no supone m¨¢s que un peque?o traspi¨¦s valorado en tres puntos, una p¨¦rdida asumible con treinta y seis jornadas por disputarse m¨¢s un buen pu?ado de balas en la rec¨¢mara, incluidas las de la Liga de Campeones. En lo sentimental, imagen y resultado se convierten en aceleradores de una desilusi¨®n arrastrada, tal vez enfermiza, de nuevo presente el equipo l¨¢nguido que saluda el paso de los trenes bala desde su ventana. La situaci¨®n, reversible por el potencial de la plantilla y la experiencia del t¨¦cnico, se recrudece ante las comparaciones con el vecino de enfrente, un equipo fam¨¦lico y exuberante que no regala un solo domingo a la incertidumbre de si volver¨¢n ¡ªo no¡ª las dichosas golondrinas. ¡°Todav¨ªa es agosto¡±, pensar¨¢n los aficionados del United para bien o para mal.
¡°Si Guardiola fuera el entrenador del Manchester, odiar¨ªa lo que se est¨¢ viendo, todo ser¨ªa diferente. Pero para Mourinho lo m¨¢s importante son los resultados¡±, se lamentaba Paul Scholes este mismo verano. La suya fue una afirmaci¨®n que se desacreditar¨ªa en nuestro pa¨ªs con dos brochazos despectivos (¡°l¨ªrico, finolis¡±) y alguna perogrullada de manual (¡°al campo se sale a ganar, no a divertirse¡±), pero en Inglaterra todav¨ªa se respeta la opini¨®n de las grandes leyendas, y Paul Scholes ha grabado su nombre en el trofeo de la joyer¨ªa Garrard & Co en once ocasiones. ¡°Si alg¨²n d¨ªa es entrenador, espero que tenga el 25% del ¨¦xito que yo he tenido. El 25% de veinticinco t¨ªtulos son seis, no estar¨ªa mal¡±, respondi¨® un Mourinho que nunca ha sentido un especial respeto por la historia viva, m¨¢s all¨¢ de la suya propia. Quiz¨¢s sea ese el motivo por el que acostumbra a proteger su presente y futuro mirando al pasado, un salvoconducto perfecto para quien necesita ganar tiempo en medio de la zozobra.
A la vuelta de la esquina espera ya el Arsenal de Unai Emery, que es equipo propicio para la resurrecci¨®n, pero tambi¨¦n para lo contrario. Ser¨¢ la primera oportunidad de enmendar un comienzo de campeonato err¨¢tico o comenzar a abonar con excusas el previsible final, la otra especialidad de un t¨¦cnico que ha ganado mucho pero que nunca pierde del todo. ¡°El crack es demasiado barato y yo tengo demasiado dinero como para consumirlo¡±, le espet¨® una vez la malograda Whitney Houston a una periodista que la interrogaba sobre una posible adicci¨®n a dicha sustancia. Es el tipo de evasiva que cabr¨ªa esperar de una diva como ella, pero en su exabrupto flota, aunque triste y macabra, una buena lecci¨®n para el t¨¦cnico portugu¨¦s: no es escenario Old Trafford, la casa del club m¨¢s poderoso del mundo, para ir presumiendo de pobre.
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