El Celta desnuda al Atl¨¦tico
Un resbal¨®n de God¨ªn al inicio de la segunda parte anticip¨® el derrumbe del conjunto rojiblanco, incacapaz de rematar entre palos y err¨¢tico en el campo y en la banda
Poco de lo que se anuncia en el f¨²tbol acaba en la cartelera. Y si lo hace no siempre muestra la pel¨ªcula que se aguardaba. Se aguarda a un Atl¨¦tico mand¨®n, pleno de recursos, aspirante y ganador, pero en los tres primeros partidos del campeonato ya ha conocido los tres signos de la quiniela y se ha dejado cinco puntos en tan corta ruta. Tres se los qued¨® el Celta, que tambi¨¦n tiene sus ambiciones y expuso valiosos argumentos que desnudaron a un rival al que se le pronostica un espacio entre la nobleza del f¨²tbol europeo.
En Vigo quieren evolucionar el equipo y buscan la manera de que la manta corta del f¨²tbol no destape sus defectos. En los ¨²ltimos a?os conformaron un colectivo vistoso e intr¨¦pido, por momentos incluso gr¨¢cil, un regalo para los ojos de quienes entienden este deporte como un proceso recreativo. Hasta ahora fue divertido ver al Celta, pero quiz¨¢s no tanto sentirlo cuando se expone al error y la contra, a un marcaje deficiente en el bal¨®n parado o al ida y vuelta que le aboca al vuelo de una moneda que no siempre muestra una cara. Antonio Mohamed es un tipo curtido a la vera del Cholo Simeone, crecieron juntos en el f¨²tbol, pasaron desde la infancia a la adolescencia y de ah¨ª al profesionalismo en sus versiones a ambos lados de la l¨ªnea de cal. Parece probable que vean el juego con las mismas lentes. Y ah¨ª est¨¢ el viraje del Celta, el que promueve Mohamed y trata de levantar un alc¨¢zar, no ya por su idea de armarse en el fondo replegado en torno a tres centrales sino por la de minimizar errores en la circulaci¨®n de la pelota o que al menos se propicien all¨ª donde el equipo est¨¦ bien parado para que no le da?en.
As¨ª que el Atl¨¦tico se encontr¨® con un espejo. Y el tr¨¢nsito dej¨® paso a la cautela. Nadie tir¨® entre palos en una primera parte digna de picapedreros, todo bajo una intensa solana y un calor asfixiante. El partido se cerr¨®, le pusieron esposas a la imaginaci¨®n, a Griezmann y a Aspas. A Sisto, que no encontr¨® espacios siquiera para encarar. Durante una hora larga no se aprovecharon los costados, no brot¨® el regate, apenas se rompieron l¨ªneas. No por ello cabr¨ªa deducir que fue un mal partido porque se jug¨® con dedicaci¨®n, esfuerzo y rigor t¨¢ctico. Manej¨® m¨¢s la pelota el Celta, pero en terrenos inocuos. Obviamente al Atl¨¦tico no le import¨®. Con la mayor¨ªa de jugadores al acecho de un robo para lanzarse hacia el gol ocurri¨® que todos se guardaron las carteras.
En esa escena solo puede haber un invitado que marque diferencias: el error. El primero lo cometi¨® Lobotka tras casi media hora de trasteo. Pifi¨® en un pase atr¨¢s y le dio una opci¨®n de gol a Costa y Griezmann, que la gestionaron con un disparo del franc¨¦s vecino al palo de la porter¨ªa local. Simeone y Mohamed toleran la imprecisi¨®n, pero siempre que no medie riesgo. Pero a veces llega sin buscarlo. Nada m¨¢s regresar del entretiempo God¨ªn, uno de esos tipos que parecen inmunes a avatares, resbal¨® ante una cesi¨®n de Filipe. Maxi G¨®mez acudi¨® como un lince, cabalg¨® hacia el ¨¢rea y descerraj¨® un disparo cruzado a la red.
Maxi G¨®mez sorprendi¨® hace un a?o por su capacidad para colocar remates entre palos. Marca goles porque falla poco y eso dispara cotizaciones en la bolsa futbolera. El chico adem¨¢s ha aprovechado el verano porque ha regresado de Uruguay fino. Dec¨ªa Sinisa Mihajlovic, aquel zurdo balc¨¢nico que ten¨ªa tendencia a ganar peso, que cada vez que lograba domesticar la b¨¢scula se sent¨ªa como si dejase de jugar con una bombona de butano encima. Maxi G¨®mez se ha enchufado el grifo del gas y ahora amenaza con echar a volar. Cinco minutos despu¨¦s de marcar, le dio a Iago Aspas un centro para el dos a cero. Y ya nada fue igual en Bala¨ªdos.
Simeone tom¨® de inmediato el bistur¨ª. Retir¨® del campo a Thomas y Correa, llam¨® a Lemar y Kalinic. Un cuarto de hora despu¨¦s desmont¨® la soluci¨®n de Savic en el lateral derecho y busc¨® amplitud y profundidad con el colombiano Arias. Pero no retir¨® del campo al zaguero montenegrino, que jugaba con una tarjeta amarilla. Se march¨® Gim¨¦nez y de inmediato lleg¨® Murphy a Vigo porque Savic vio la segunda amonestaci¨®n en la jugada siguiente y se fue a la caseta detr¨¢s de su compa?ero.
Se abraz¨® a la prisa el Atl¨¦tico. Le marc¨® el tercero el Celta, un remate de Cabral que anul¨® el videoarbitraje, dir¨ªan los hipodr¨®micos que por corta cabeza, que as¨ª de fino hila la tecnolog¨ªa. El descontrol amenaz¨® las intenciones de Mohamed, que siempre quiso un partido atado y bien atado, pero sus chicos jam¨¢s dejaron de gestionar la situaci¨®n como expertos. Incluso en superioridad num¨¦rica tuvieron frialdad y firmeza para esperar al rival. Y ah¨ª aparecieron los espacios para galopar. Ese es el Celta que tantos ojos alegr¨® en pasadas campa?as. Pudo sentenciar en el tanto anulado, en una irrupci¨®n del incansable Hugo Mallo que frustr¨® Oblak o en dos llegadas de Fran Beltr¨¢n, un joven de 19 a?os que sostuvo la medular del equipo vigu¨¦s. Acab¨® en lo alto la bandera del Celta, la de un Mohamed al que cabe no perder la pista, mientras el Atl¨¦tico recog¨ªa la suya incapaz de disparar siquiera una vez entre palos.
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