Empezar con dudas
En f¨²tbol, un mal inicio funciona como un aviso contra la soberbia o el exceso de euforia
Nos gusta creer que un comienzo lo es todo, y que, si es bueno, no se necesita ni continuar. Para qu¨¦. En la vida es bonito empezar historias, aunque no acaben. Quiz¨¢ sea una exageraci¨®n. Conozco una familia que vive instalada en el ataque de nervios porque cada poco el padre anuncia una nueva afici¨®n: el curso de guitarra a distancia, los relojes de bolsillo, la bot¨¢nica, la subscripci¨®n a National Geopraphic, la bicicleta est¨¢tica, la colecci¨®n de aeromodelismo... El entusiasmo dura tres semanas, pasadas las cuales queda solo el cad¨¢ver del hobby. Tal vez est¨¦ por aclarar qu¨¦ significa empezar bien. El Bar?a ha empezado bien la Liga, a victoria por partido. Y, sin embargo, Valverde se fue a casa preocupado tras ganar en Anoeta, a la manera de esas parejas que cometen el error de hacerlo todo bien desde el principio y, naturalmente, se angustian. A algunos periodistas tambi¨¦n se les escap¨® despu¨¦s del triunfo un suspiro de escepticismo, y hablaron de ¡°dudas¡±, la palabra anticl¨ªmax perfecta.
El Madrid no ofrece apenas dudas, aunque a cambio acusa ya la p¨¦rdida de dos puntos. Viene de no jugar a nada, o a algo que no tiene nombre, y que es la acusaci¨®n que m¨¢s gusta en el madridismo, con raz¨®n, y ahora su estilo remueve algunas envidias. El club desborda felicidad, y se recrea en la idea de no a?orar a Cristiano. No como el Valencia o el Atl¨¦tico, que antes de empezar, por as¨ª decir, conquist¨® el primer t¨ªtulo del a?o, precisamente contra el Madrid, y desde ese momento acumula ya varias desgracias, que cultivan cierto amargor.
Se podr¨ªa escribir un libro sobre los comienzos. Ser¨ªa uno de esos libros estupendos que no sirven para nada, que ni se leen, ni se venden, ni tendr¨ªan que escribirse. Los comienzos son un billete a la confusi¨®n. Porque un poco peor que el Atl¨¦tico, por ejemplo, ha arrancado el Betis, y sin embargo su juego no para de recibir elogios. Un buen comienzo es absolutamente necesario, y no sirve para mucho. En cierta ocasi¨®n, Rodolfo Fogwill deambulaba por las calles de Buenos Aires y se cruz¨® con Sergio Bizzio. ?ste le cont¨® que estaba escribiendo su tercera novela, titulada M¨¢s all¨¢ del bien y lentamente. A Fogwill le pareci¨® un t¨ªtulo soberbio. ¡°?De qu¨¦ trata?¡±, pregunt¨®. Bizzio, que quiz¨¢ mir¨® al suelo, rezando para tener el cord¨®n de un zapato desatado, no pudo sino admitir que no sab¨ªa de qu¨¦ trataba. No hab¨ªa pasado del primer p¨¢rrafo. Pero el t¨ªtulo, era inamovible.
Los comienzos en forma de hecatombe no son ning¨²n drama futbol¨ªstico, necesariamente. Hay margen de mejora. En casos excepcionales, incluso son gratas noticias: devuelven al equipo al suelo, graduando la embriaguez. Hace unos a?os, el concejal de Cultura de Vilalba (Lugo), se subi¨® al escenario durante el musical Abba y lo suspendi¨® porque era mal¨ªsimo. Final perfecto casi en el pr¨®logo. En f¨²tbol, un mal inicio funciona como un aviso contra la soberbia o el exceso de euforia. Un comienzo horrible es una oportunidad para empezar de nuevo.
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