Luis Su¨¢rez, de la raza de Ra¨²l

Grande y humano

El The Best, con todo derecho futbol¨ªstico y ¨¦tico, es para Luka Modric. Eso supone el triunfo de lo peque?o frente a lo exuberante. Es decir, ha ganado la sabidur¨ªa frente al instinto colosal de Messi y la perfecci¨®n casi rob¨®tica de Cristiano, los cracks que se repartieron los grandes premios durante diez a?os. Es imposible competir contra m¨¢s de cuarenta goles por temporada. Pero este reconocimiento extraordinario (lo ordinario es Messi o Ronaldo) es la prueba de que los goles no los trae la cig¨¹e?a, sino que son hijos del juego y que el juego es cosa de centrocampistas. Gente que va y viene remando en mar abierto. Vienen cumpliendo con su deber cuando el equipo pierde la pelota; van cuando la recuperan y el juego necesita criterio, esto es, darle pausa al juego para distraer y acelerar por los caminos despejados para concretar. O sea, Modric.

F¨²tbol para contables

Los algoritmos pueden servirnos desde noticias a la medida de nuestros prejuicios, hasta buscarnos novia. Infantino quiere que los infalibles algoritmos le pongan precio a los jugadores para dotar al f¨²tbol de una mayor transparencia. Peccata minuta para lo que viene. Advierto una fascinaci¨®n creciente por las estad¨ªsticas. Los algoritmos terminar¨¢n descomponiendo en n¨²meros todo aquello que es previsible. Ya nos est¨¢n contando, con gran admiraci¨®n general, los kil¨®metros que hacen los jugadores en cada partido. Luego vemos que el jugador que menos corre en el campeonato es Messi y deducimos que el juego es algo m¨¢s complejo que una carrera de fondo. Pero temo que el f¨²tbol se convertir¨¢ en una bonita conversaci¨®n entre matem¨¢ticos.

Veni, vidi, Vinicius.

He aqu¨ª un jugador con el que la modernidad est¨¢ experimentando. Fue fichado como promesa a precio de realidad y, desde que lleg¨® al Madrid, nadie sabe si hay que tratarlo de acuerdo al joven que es (18 a?os) o de acuerdo al precio que tiene (50 millones). ?M¨¢s n¨²meros! Lo ideal ser¨ªa analizarlo en funci¨®n del talento y mi sensaci¨®n es que Vinicius va sobrado. Lo poco que vi me entusiasm¨®: corre, piensa y juega r¨¢pido y siempre con un ojo en la porter¨ªa contraria. A veces se recrea en su habilidad, pero como ocurre con todos los excesos, ser¨¢ f¨¢cil de corregir. Cuando el Bernab¨¦u le pegue dos gritos pasar¨¢ de brasile?o a alem¨¢n en un instante. No nos enga?emos, el Bernab¨¦u, que ama la entrega, se rinde ante los jugadores como Vinicius. Porque es distinto, espectacular y le sobra fe en su propio talento. A¨²n no est¨¢ para titular, pero yo lo soltar¨ªa poco a poco para que el Bernab¨¦u empiece a disfrutarlo y educarlo.

El indomable

A Su¨¢rez no lo domestica nadie, futbol¨ªsticamente hablando. Es amigo de Messi, el genial violinista, y ¨¦l, a su lado, le pega al tambor sin ning¨²n complejo. Ni la experiencia ni el estilo del Bar?a, ni algunos disgustos por exceso de ardor, condicionaron su manera de entender el juego. Como parece peleado con la pelota, estamos ante una buena oportunidad para medir su temperamento. De Su¨¢rez sabemos que tiene un patr¨®n de juego basado en la fe que le convierte en un jugador vehemente, decidido y que se salta algunas se?ales de aviso. Pero lo relevante es que a lo largo de un partido puede perder cinco balones, hacer tres faltas y errar dos goles, pero esos disgustos le cicatrizan de inmediato. Ra¨²l era de esa misma raza: jugadores resistentes a la frustraci¨®n. Los futbolistas de esta condici¨®n nos dan una lecci¨®n de vida. Para ellos, en cualquier partido, hay una sola jugada importante: la siguiente.