Grobbelaar: ¡°No podr¨ªa decirte a cu¨¢nta gente mat¨¦¡±
El m¨ªtico portero del Liverpool relata su traum¨¢tica experiencia en el ej¨¦rcito de Zimbawe, anterior a su carrera futbol¨ªstica
Cuando se menciona el nombre de Bruce Grobbelaar, la primera imagen que viene a la mente de los aficionados m¨¢s veteranos es el extra?o tembleque que el exportero sudafricano se marc¨® en la tanda de penaltis de la final de la Copa de Europa de 1984 ante Bruno Conti, una de las estrellas de la Roma. Conti, nervioso, mand¨® el bal¨®n fuera y el t¨¦cnico red Joe Fagan pudo recoger el testigo de Bill Shankly y Bob Paisley, los entrenadores que convirtieron al Liverpool en un equipo temible durante los a?os 70 y 80.
Sin embargo, tras la extravagante personalidad de Grobbelaar late el trauma de haber formado parte del ej¨¦rcito de Zimbabue (antigua Rodesia) durante la guerra de independencia del pa¨ªs africano. "No podr¨ªa decirte a cu¨¢nta gente mat¨¦", ha confesado este martes el sudafricano en una entrevista al rotativo ingl¨¦s The Guardian. Siendo un adolescente, Grobbelaar fue reclutado para servir en el ej¨¦rcito para defender los intereses de la minor¨ªa blanca que dirig¨ªa el pa¨ªs: Zimbabue, al igual que su Sud¨¢frica natal, era un protectorado brit¨¢nico.
"La primera vez que mat¨¦ estaba oscuro. Cuando el sol cae, solo puedes ver sombras. No puedes reconocer a nadie hasta que abren los p¨¢rpados y ves el blanco de sus ojos. A tu lado, oyes a los compa?eros decir "Estoy herido". T¨² silbas para que se callen porque, de lo contrario, est¨¢is todos muertos. Cuando acaba el tiroteo ves cuerpos por todas partes. La primera vez que matas todo lo que tienes en el est¨®mago se te viene a la boca", ha relatado el exguardameta. Este detalla adem¨¢s que dos compa?eros se suicidaron cuando les dieron la noticia de que, una vez concluidos los 11 meses de servicio militar, este se ampliaba medio a?o m¨¢s: "No pudieron afrontarlo".
El f¨²tbol le salv¨®, no solo porque le permiti¨® tener una ocupaci¨®n tras la guerra y alejar los "pensamientos oscuros", como explica en la entrevista, sino porque permiti¨® a Grobbelaar convertirse en alguien querido en su pa¨ªs a medida que se suced¨ªan las buenas actuaciones con el equipo de la ciudad sudafricana de Durban. "Me llamaban Jungleman [El hombre de la selva]". Dec¨ªan que aquel chico joven no era blanco, sino un negro con la piel blanca". En la Sud¨¢frica del apartheid que vivi¨® Grobbelaar, el f¨²tbol era el deporte tradicionalmente asociado a la poblaci¨®n negra, mientras que el rugby era la disciplina practicada por la ¨¦lite blanca dirigente.
Pero el f¨²tbol no lo alej¨® por completo de la muerte. Un a?o despu¨¦s de su m¨ªtico baile ante Conti, el Liverpool volvi¨® a plantarse en la final de la Copa de Europa de 1985, que se disputaba en el estadio de Heysel. All¨ª, una avalancha humana provocada por el enfrentamiento entre aficionados del Liverpool y la Juventus provoc¨® la muerte por aplastamiento de 39 aficionados."Fue peor que la guerra. En el campo de batalla sabes lo que te puede pasar. Aquella era gente inocente. O¨ªr los cuerpos caer fue terrible".
Cuatro a?os despu¨¦s la tragedia se repiti¨®, a¨²n peor. en Hillsborough, donde murieron asfixiados 96 aficionados del Liverpool en un partido de copa. Esta vez el horror no solo cogi¨® a Grobbelaar de nuevo en el terreno de juego, sino que lo alcanz¨® de forma personal: una amiga del portero estaba precisamente en la grada que se vino abajo. Por una vez, en mitad del drama, hubo un final feliz para ¨¦l. La amiga de Grobbelaar sobrevivi¨® e, incluso, ha acudido recientemente a la firma del libro de la autobiograf¨ªa (Life in a Jungle) en la que el meta relata todas estas vivencias.
La oportunidad en Liverpool
Tras jugar en Sud¨¢frica, Grobbelaar sigui¨® su carrera como portero primero en Canad¨¢ y luego en el Crewe Alexandra ingl¨¦s, donde su agilidad y sus reflejos llamaron la atenci¨®n del respetad¨ªsimo Bob Paisley. Cuando el t¨¦cnico se decidi¨® por fin a ver jugar a Grobbelaar en directo, el meta, que tambi¨¦n ten¨ªa ya fama de portero irregular y heterodoxo, no tuvo mejor idea que salir a calentar con un paraguas en la mano. Al ser preguntado por la raz¨®n de este gesto, Grobbelaar lo tiene claro: "Llov¨ªa. Pregunt¨¦ a Mavis, la chica que nos preparaba el t¨¦, si pod¨ªa tomar prestado su paraguas". Decepcionado por la actitud del portero, Paisley abandon¨® el estadio antes de empezar el encuentro. Afortunadamente para Grobbelaar y para el Liverpool, los ojeadores que se quedaron a ver el partido recomendaron encarecidamente al t¨¦cnico su fichaje.
El resto de la historia de Grobbelaar, contada por ¨¦l mismo, va desde las borracheras tras los partidos fuera de casa para olvidar las derrotas del Liverpool hasta las trabas puestas por Paisley para que el meta pudiese ir al funeral de su padre, llegando incluso a explicar el porqu¨¦ de la acusaci¨®n de ama?o de partidos que pes¨® sobre ¨¦l a finales de los 90. Aunque fue exonerado, las dudas sobre su honestidad nunca le han abandonado (el juez le exculp¨® al verse incapaz de tomar una decisi¨®n sobre el caso y la Federaci¨®n Inglesa s¨ª que le mult¨® por admitir sobornos). Todo, para dar cuenta de una personalidad fuera de lo com¨²n tras la que se esconden, ahora se sabe, recuerdos de la guerra y de la muerte.
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