Empate l¨¢nguido entre Real Sociedad y Girona
Ambos equipos se muestran romos en ataque y apenas generan ocasiones de gol
A los entrenadores les gusta jugar a entrenadores, que en realidad es su trabajo, pero el aficionado de a pie, que tiene carn¨¦ de abonado, pero no de entrenador, a veces no comprende esos juegos que en su tiempo fueron sobre una pizarra o un cuaderno pero ahora suelen ser sobre una tablet, que casi siempre maneja el segundo de abordo, como si utilizar la tecnolog¨ªa de cara al p¨²blico, desvirtuara las funciones intelectuales del entrenador. Cuadernos todav¨ªa quedan, pero son como men¨²s de restaurante tur¨ªstico, con folios metidos en fundas de pl¨¢stico, que en vez de fotograf¨ªas de paellas, platos combinados o chuletones, reproducen jugadas que el futbolista que va a salir al campo mira con desgana.
En el baloncesto, por ejemplo, es muy diferente. El t¨¦cnico, con su traje impecable, no tiene pudor alguno en mover imanes sobre una especie de cancha de baloncesto de viaje, o mancharse los dedos al borrar la pizarrita escolar.
Tanto Garitano como Eusebio jugaron a entrenadores al elaborar sus equipos para jugar en Anoeta. Ambos dejaron a sus joyas en el ba¨²l. La Real jug¨® sin William Jos¨¦, su m¨¢ximo goleador. El t¨¦cnico del Girona le respondi¨® con la misma jugada: dej¨® fuera a Stuani, el hombre m¨¢s inspirado frente a la porter¨ªa contraria. ?Y qu¨¦ pas¨®?, que ambos equipos estuvieron romos a la hora de acercarse a la porter¨ªa del rival. Adem¨¢s, cuando Eusebio Sacrist¨¢n, que se las sabe todas en Anoeta, decidi¨® regalarle el campo a la Real, le dio un disgusto gordo a Asier Garitano, porque para ese instante, los donostiarras hab¨ªan decidido que la posesi¨®n est¨¢ sobrevalorada, y no les estaba yendo mal con los balones largos de Navas a la carrera de Jon Bautista o de Sandro. Todo el trabajo de Bono en la primera parte le lleg¨® en varias jugadas de apenas dos o tres toques, con remates lejanos, eso s¨ª.
La Real, por jugar en casa, parec¨ªa m¨¢s obligada a dar una imagen decente en ataque. El Girona, mientras, se limitaba a cerrar espacios. Nada m¨¢s. El partido iba decayendo con los minutos. Despu¨¦s del ¨²ltimo disparo de Sandro en el minuto 39, y el l¨ªo en el que se pudo meter Moy¨¢ en el 44 al intentar sacar un bal¨®n jugado dentro del ¨¢rea peque?a, en vez de cogerlo con la mano, ya no hubo m¨¢s hasta muy avanzada la segunda parte. Discurr¨ªa el f¨²tbol con languidez, e incluso un cierto halo de tristeza. Jugadores como Oyarzabal, en la Real, parecen en fase melanc¨®lica, una peculiaridad de los futbolistas zurdos, que a veces se enredan en su propio bucle. Pero los diestros tambi¨¦n tienen lo suyo. Rub¨¦n Pardo, al que Garitano est¨¢ intentando recuperar para la causa, le dio la raz¨®n a Eusebio, que durante varias temporadas le consider¨® un futbolista intrascendente. La Real no daba m¨¢s de s¨ª. S¨®lo en el minuto 66, con Juanmi ya en el campo despu¨¦s de cumplir tres partidos de sanci¨®n, peg¨® un latigazo en una doble ocasi¨®n de Sandro y Oyarzabal que Bono desbarat¨® en dos buenas paradas.
Del Girona no llegaban noticias m¨¢s all¨¢ de las que proporcionaba su portero. Ni cuando sali¨® al campo Stuani, ya muy tarde, cuando su presencia se antojaba residual. Entonces tampoco se estir¨® el equipo catal¨¢n, muy c¨®modo defendiendo el empate a cero. Un remate de Lozano con la chepa en el minuto 89, tras un saque de c¨®rner se puede considerar ocasi¨®n, pero casi tanto como pulpo como animal de compa?¨ªa.
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