Cuando el doctor receta f¨²tbol para conservar la memoria
Recordar goles o jugadas de otro tiempo previene el deterioro de la memoria. Entramos en los talleres de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona en los que un grupo de aficionados del Bar?a ejercitan su mente rememorando pasiones con el hijo del m¨ªtico Kubala.
Faus N¨²?ez, de 88 a?os, lo hab¨ªa contado muchas veces. Luego, simplemente, lo olvid¨®. Es una an¨¦cdota que lo retrotrae a los a?os cincuenta, al restaurante barcelon¨¦s El Abrevadero, al d¨ªa que celebraba all¨ª su banquete de bodas. ¡°Kubala estaba comiendo al lado y nos acercamos a pedirle una foto y un aut¨®grafo. Nos dese¨® mucha felicidad¡±. Cuando por fin fueron a pedir la cuenta al camarero este le respondi¨®: ¡°No se preocupe, caballero. El se?or Kubala ya se lo ha pagado todo¡±. El recuerdo le sobrevino el jueves pasado a N¨²?ez, que fue ayudante del escritor Joan Brossa y sastre de otro ilustre exazulgrana, Josep Samitier, cuando se encontr¨® cara a cara con otro Kubala, el hijo del mito barcelonista fallecido en 2002, enfermo de alzh¨¦imer. Se acord¨® en medio de un taller de reminiscencia impartido por la Universidad Aut¨®noma de Barcelona (UAB), que ha puesto en marcha un programa que utiliza el f¨²tbol como herramienta para prevenir el deterioro cognitivo. No es el primero. La psicolog¨ªa est¨¢ trabajando para demostrar que el f¨²tbol es terap¨¦utico.
¡°Charlar sobre partidos antiguos es la clase de interacci¨®n social que permite un envejecimiento activo, que te mantiene autosuficiente, vivo¡±, declara Sara Dom¨¨nech Pou, investigadora de la Fundaci¨®n Salud y Envejecimiento de la UAB y directora del programa. En un estudio anterior, Dom¨¨nech ya concluy¨® que rememorar goles o jugadas de otro tiempo refrenaba la p¨¦rdida irremediable de la memoria en personas con alzh¨¦imer y demencia. Y gracias a los buenos resultados de su experiencia esa es ya una t¨¦cnica que se aplica en algunas residencias geri¨¢tricas de todo el pa¨ªs, en las que se estimula a los pacientes a trav¨¦s de un pedazo de v¨ªdeo de un partido, la narraci¨®n que la radio hizo de un gol o recortes de prensa con alineaciones en blanco y negro. Casi siempre el enfermo recuerda. A veces, parcialmente. Otras es capaz de describir jugadas completas, qui¨¦n se la pasa a qui¨¦n y c¨®mo, y qui¨¦n marca el gol.
Esta vez, con la terapia que lleva a cabo con socios de la Penya Blaugrana Foment Martinenc, que cumplir¨¢ pronto 63 a?os ¨Cla segunda m¨¢s antigua ¨C, va m¨¢s all¨¢ y pretende, al tratar con ancianos sanos, impedir o retrasar la aparici¨®n del olvido asociado a esos padecimientos y a la edad y, de paso, introducir debates sobre cuestiones como la igualdad de g¨¦nero en unos t¨¦rminos que desbloquean sus habituales prejuicios y reticencias. O sobre di¨¢logo intergeneracional. El f¨²tbol tambi¨¦n une a nietos y abuelos y Dom¨¨nech as¨ª se lo hace ver cuando les pregunta: "?C¨®mo os comunic¨¢is con vuestros nietos?".
La doctora Dom¨¨nech explica que rescatar algo del olvido es dif¨ªcil, que despu¨¦s de borrado solo puede recuperarse lo que dej¨® una impresi¨®n honda m¨¢s all¨¢ de la raz¨®n. ¡°La emoci¨®n es lo ¨²ltimo que pierde un paciente¡±. Y esa es justo la virtud que ella observa en el f¨²tbol, la cualidad que lo convierte en ideal para sus prop¨®sitos. Es una pasi¨®n y en nuestras sociedades cala hasta el tu¨¦tano. ¡°Es muy importante reforzar la actividad mental y los est¨ªmulos cognitivos para combatir el deterioro¡±. Por eso, atestigua Dom¨¨nech, traer al presente experiencias vinculadas al f¨²tbol supone un ejercicio perfecto para la protecci¨®n de la memoria de las personas mayores.
De las paredes de la sede de la Penya Blaugrana Foment Martinenc cuelgan bufandas y banderines del Bar?a, as¨ª como fotos de viejas gestas o portadas de peri¨®dico de la quinta Copa de Europa o de las victorias en el campo del eterno rival. Laszly Kubala, ap¨®cope de Ladislao, el nombre que comparte con su padre, escucha a todos los asistentes y sonr¨ªe con sus historias. Cuando ¨¦l habla, el resto enmudece. Cuenta que aprendi¨® a andar en el c¨¦sped del antiguo campo de Les Corts. ¡°Si me ca¨ªa, con la hierba, no dol¨ªa¡±. Fueron precisamente los ¨¦xitos del victorioso equipo que comand¨® su padre los que hicieron que Les Corts se quedara peque?o y que hubiera que levantar el Camp Nou. Una de las asistentes a las reuniones desfil¨® el d¨ªa en que se inaugur¨® el actual estadio en 1957. Era muy peque?a, pero puede evocar las melod¨ªas y tonadillas, el ambiente feliz.
Cuenta Kubala a los atentos pe?istas que su padre se sab¨ªa querido y que jam¨¢s se negaba a posar o a cruzar palabra con quien lo parara cuando paseaba por la ciudad, y que manten¨ªa esa entrega en el campo. ¡°Recuerdo un partido en el que ¨¦l casi no pod¨ªa andar y el m¨¦dico del equipo tuvo que ponerle dos fijaciones para mantenerlo en pie. Cuando volvi¨® al terreno de juego los rivales se dec¨ªan: ¡®C¨²brelo, que seguro que nos est¨¢ enga?ando¡¯. Le segu¨ªan marcando dos jugadores, y as¨ª permit¨ªa que dos compa?eros estuvieran libres¡±. Kubala recuerda el momento preciso en que todo empez¨® a torcerse en la cabeza de su padre. Hab¨ªa salido en bicicleta, estaban en la calle, y entonces le confes¨®: ¡°Hijo, no s¨¦ volver a casa¡±.
En la primera fila Mar¨ªa del Carmen Ma?osa, de 75 a?os, relata los encuentros casuales que por la calle tuvo con Kubala padre. Cuando era joven iba a buscar a menudo a una amiga que trabajaba con un fot¨®grafo amigo del jugador. ¡°Era guap¨ªsimo. Ten¨ªa unos ojos y unos muslos¡ Siempre se lo dec¨ªa a mis amigas¡±. El resto asiente: todos quieren demostrar el respeto que sent¨ªan no solo por el enorme jugador, tercer m¨¢ximo goleador de la historia del FC Barcelona, sino por la persona. Ma?osa no era una asidua al Camp Nou ni tampoco una aficionada de esas que almacena, como una enciclopedia, resultados y alineaciones. Pero s¨ª recuerda a la perfecci¨®n, dice, el 0 a 5 en el Bernab¨¦u, con Cruyff en el Bar?a. ¡°Hablar de f¨²tbol es como hacer gimnasia mental. Hay que relacionarse y sirve para juntarse con j¨®venes. Siempre he pensado que enfermedades como el alzh¨¦imer se pueden asociar a la soledad. Y no s¨¦ si acabar¨¦ en una residencia¡±, asegura Ma?osa.
El anfitri¨®n, ?ngel P¨¦rez, presidente de la pe?a, tambi¨¦n participa en la terapia. Explica la premisa que ha guiado las charlas terap¨¦uticas que han tenido lugar en la sede. Los que tomaban parte no ten¨ªan por qu¨¦ saber demasiado de f¨²tbol, tan solo ser simpatizantes. "Todos animan al Bar?a, eso s¨ª¡±, asegura. Sin embargo, estima que hayan conseguido congregar con tanta fidelidad, semana a semana, a gente para charlar abiertamente sobre casi cualquier cuesti¨®n, amparados en un fen¨®meno como el f¨²tbol. ¡°En algunas sesiones la proporci¨®n ha sido de siete mujeres por cada tres hombres¡±, destaca. La ¨²nica diferencia, seg¨²n la doctora Dom¨¨nech, es que ellas, al principio, necesitan un pie m¨¢s expl¨ªcito para tomar la palabra en las discusiones. ¡°Ten¨ªamos que preguntarles directamente: ¡®?Qu¨¦ opinas t¨²?¡¯ Pero poco a poco se dejaron de inhibiciones y comenzaron a atreverse¡±. Hasta el punto de que, cuando comentaban los tiempos en que las mujeres no iban a los estadios y alguien trat¨® de cambiar de tema, cuenta Dom¨¨nech que una se?ora lo reconvino diciendo: "?Oiga, ahora estamos hablando de nosotras!". Seg¨²n Dom¨¨nech este tipo de terapias puede resultar eficaz para casi cualquiera, independientemente de su entusiasmo por unos colores, porque el f¨²tbol est¨¢ muy presente en todas las rutinas y es un elemento vertebrador en la sociedad espa?ola.
A la sesi¨®n del pasado jueves, la de clausura de los talleres de reminiscencia, acudi¨® Txema Corbella, utilero del primer equipo durante m¨¢s de 30 a?os, a pesar de que desde que abandon¨® el Bar?a, hace ahora un lustro, no se ha dejado ver en demasiados actos con aficionados. ¡°Tengo mucho respeto al alzh¨¦imer. Un miedo terror¨ªfico¡±, responde Corbella. No coincidi¨® con Kubala en el vestuario, pero con frecuencia se lo topaba por los pasillos del estadio. ¡°Le encantaba la sauna¡±, aduce. Cuando el presidente de la pe?a Foment Martinenc y la doctora comentaron con ¨¦l la iniciativa, Corbella dice que entendi¨® claramente el potencial terap¨¦utico que atesora el f¨²tbol: ¡°Tiene una fuerza de la que carece la pol¨ªtica, por ejemplo; une a la gente y les permite hablar y recordar¡±.
¡°Lo cierto es que pens¨¢bamos que iba a ser mucho m¨¢s dif¨ªcil¡±, reconoce Dom¨¨nech. ¡°Son gente que se resiste a acudir a los centros de mayores, que normalmente no se habr¨ªa involucrado en actividades de esta ¨ªndole, de no ser porque trat¨¢bamos de f¨²tbol¡±. Dom¨¨nech cuenta que el torrente de recuerdos y emociones ha sido tal, que ninguno de los presentes lo ha vivido como una terapia al uso. ¡°Todos quer¨ªan continuar¡±. Los talleres de reminiscencia han terminado, s¨ª, sin embargo, seg¨²n Dom¨¨nech, ah¨ª no termina nada. Los participantes ser¨¢n ahora los encargados de reunir a seres queridos para continuar con la pr¨¦dica y, al hablar de f¨²tbol y del pasado, preservar su propia salud.