Boca, un barrio del mundo
Fundado por un grupo de inmigrantes italianos, el club ¡®xeneize¡¯ se convirti¨® en un s¨ªmbolo argentino
Asomaba la industrializaci¨®n en Buenos Aires cuando un grupo de obreros del barrio de la Boca, en su mayor¨ªa italianos ¡ªnada extra?o en un distrito copado por genoveses¡ª plant¨® cara a la insaciable sed de la producci¨®n. ¡°M¨¢s jornal y menos horas¡±, reclamaban. Y a orillas de un r¨ªo (el Riachuelo) que no pod¨ªa borrar la nostalgia del Mar Tirreno, en 1882 se iz¨® la bandera de G¨¦nova y se inform¨® v¨ªa carta al Rey de Italia, Humberto I, de la creaci¨®n de la Rep¨²blica Independiente de La Boca. La leyenda dice que la ilusi¨®n separatista dur¨® lo que tard¨® en llegar el general Julio Roca, a?os despu¨¦s presidente del pa¨ªs.
Los genoveses se quedaron con las ganas de levantar su bandera. Pero el destino le ten¨ªa guardado otro s¨ªmbolo para llevar su nombre por el mundo: Boca. En 1905, cinco italianos fundaron su club, bautizado en honor al barrio despu¨¦s de descartar otros nombres como Hijos de Italia, Defensores de la Boca y Estrellas de Italia. Faltaban los colores. El presidente del club, un trabajador portuario, apost¨® por el pragmatismo. El club llevar¨ªa los colores de la bandera del primer barco que atracara en el puerto: lleg¨® un transatl¨¢ntico sueco para primero decorar de azul y oro al equipo y despu¨¦s al barrio. Solo les faltaba un mote, y el cari?oso fue xeneize (derivado de zen¨¦ix, como se llama a los genoveses en Liguria); el burl¨®n, bostero (de bosta, esti¨¦rcol, por el mal olor del contaminado Riachuelo).
La era amateur (1891-1930) catapult¨® a Boca en el podio de los m¨¢s ganadores, seis campeonatos. Entonces, comenz¨® a tejer su fama internacional: fue el primer equipo de Argentina en cruzar el charco. En 1925 organiz¨® una gira que empez¨® en Montevideo, pas¨® por R¨ªo de Janeiro y termin¨® en Vigo. Seis a?os m¨¢s tarde, el equipo que dirig¨ªa Mario Fortunato se consagr¨® como el primer campe¨®n del profesionalismo. La energ¨ªa de un club de barrio popular trascendi¨® a todos los extractos sociales de Buenos Aires para despu¨¦s convertirse en s¨ªmbolo nacional, un misticismo que se coron¨® con la inauguraci¨®n de La Bombonera en 1940. ¡°Es el verdadero templo del f¨²tbol mundial¡±, opina Maradona. ¡°No es mentira cuando dicen que en la Bombonera el ¨¢rea tiembla¡±, afirmaba Batistuta.
La Bombonera gener¨® un show en el ambiente, no siempre en sinton¨ªa con lo que pasaba en el campo. El f¨²tbol de Boca dif¨ªcilmente generaba asombro, hasta que, parad¨®jicamente, en 1969, un referente de River se sent¨® en el banquillo. ¡°El equipo de Alfredo Di St¨¦fano jug¨® el mejor f¨²tbol que vi en Boca. Un estilo que no ten¨ªa nada que ver con el tradicional. L¨¢stima que dur¨® poco¡±, recuerda Rat¨ªn, t¨®tem xeneize. Nadie dudaba del poder de Boca en Argentina, pero faltaba la conquista de Am¨¦rica. En 1977, emergi¨® la leyenda del Toto Lorenzo, el t¨¦cnico que llev¨® a levantar dos Libertadores seguidas y la Intercontinental en 1978.
Aunque un joven Diego Maradona reg¨® de f¨²tbol La Bombonera en 1981 y 82, el barrio de la Boca no volvi¨® a ponerse en el foco del mundo hasta que Carlos Bianchi tom¨® el mando del equipo. Y lleg¨® lo nunca visto: nueve t¨ªtulos en seis a?os, incluido un partido de hemeroteca ante el Real Madrid en la Intercontinental en 2000. Con el ingenio de Riquelme y el olfato goleador de Palermo, Boca derrumb¨® al Madrid de Figo.
La bandera de G¨¦nova no flamea en la Boca, poco importa ya. Est¨¢ la azul y amarilla, que tiene poco de Suecia, pero mucho de f¨²tbol.
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