Dinamarca-Noruega, la final del Mundial

Desde 2005, el anfitri¨®n siempre ha estado en las semifinales del Mundial. La norma tambi¨¦n se cumpli¨® esta vez con Alemania y Dinamarca (eran dos en esta ocasi¨®n), aunque la pen¨²ltima frontera al t¨ªtulo se cerr¨® para los germanos. La caldera de Hamburgo, con 20.000 aficionados, y la sobreexcitaci¨®n de su selecci¨®n no alcanzaron ante el balonmano noruego (25-31), que vuelve a la final dos a?os despu¨¦s de perderla ante Francia. En esta ocasi¨®n, su rival no ser¨¢n los galos, que terminaron destrozados por una Dinamarca imperial (38-30). El domingo, en Herning, al grupo liderado por el emergente Sagosen le espera otro infierno en las gradas y el jugador con la presencia m¨¢s intimidatoria, Mikkel Hansen.

El escenario y el momento invitaban al tembleque de piernas de Noruega, pero nada de eso ocurri¨®. A partir del 3-1 inicial de los germanos, respondido con un parcial de 0-3, el partido fue en todo momento de los n¨®rdicos. Los alemanes exhib¨ªan dureza defensiva y su rival replicaba con templanza de ¨¢nimo y aplicaci¨®n en toda la pista. Los dos equipos caminaban por carriles distintos. Unos, por la v¨ªa emocional. Otros, por la frialdad. Y siempre dio la impresi¨®n de que la apuesta vencedora ser¨ªa la segunda.

Al comp¨¢s de Sagosen (seis goles y 10 asistencias) y de Rod (siete dianas), Noruega mantuvo a raya a los anfitriones desde ese 3-4 inicial. Las sensaciones siempre resultaron superiores a las ventajas, que en la primera parte no fueron m¨¢s all¨¢ de los tres tantos. Al descanso se lleg¨® con un 12-14, pero al inicio de la segunda parte los visitantes dieron un aceler¨®n (15-19 en el minuto 37). Alemania no tuvo otro plan que el mostrado hasta entonces. Sigui¨® en el fragor de su batalla. Insuficiente. El choque se fue apagando y una acci¨®n de Sagosen a falta de poco m¨¢s de un minuto dio carpetazo al duelo. Lo peor para los ganadores fue ver c¨®mo en el ¨²ltimo instante Rod se ten¨ªa que retirar con fuertes gestos de dolor, a menos de 48 horas de la final. ?

La primera semifinal fue un festival de Dinamarca, invicta en todo el torneo. La campeona del mundo, Francia, fue un pelele en manos de Mikkel Hansen (12 goles en 15 lanzamientos), dominador absoluto de todo. La intenci¨®n gala de endurecer el choque, llevarlo a una batalla en cada cent¨ªmetro de la cancha, no pas¨® del caj¨®n de los prop¨®sitos. En ning¨²n momento el equipo de Didier Dinart comprometi¨® a su rival. Su defensa y su porter¨ªa fueron agujereadas sin piedad. Los 21 tantos encajados en la primera parte hablan de la tortura que sufri¨®. Solo dos paradas y un 81% de aciertos daneses hasta el descanso dejaron sin opciones a Francia en el resto del encuentro. Y, en realidad, la finalista siempre dio la sensaci¨®n de que todav¨ªa le quedaba una marcha m¨¢s por meter si hubiera sido necesario.?

La primera media hora (21-15) fue el inicio y el final del duelo. El partido no dio para mucho m¨¢s. Arranc¨® con un tanto de Hansen y termin¨® con otro suyo sobre la bocina. Un festival del m¨¢ximo anotador del torneo, que empez¨® la tarde con 53 dianas y la cerr¨® con 65. A la vuelta de los vestuarios, el guion se prolong¨® y la diferencia se ensanch¨® hasta la decena (32-22). Fue una fiesta de los daneses, que se relamen ante una final en su casa. Solo les queda un puerto por ascender, pero de categor¨ªa especial: la crecida Noruega de Sagosen.